Buenos Aires profundiza su caos por un paro de transporte
Los sindicatos paralizan la ciudad, que sufre tambi¨¦n constantes cortes de calles
El habitual caos de tr¨¢fico de Buenos Aires empeora cada diciembre. Las altas temperaturas y el cansancio acumulado a lo largo de todo el a?o hacen perder los nervios con m¨¢s facilidad a los conductores y a los pasajeros de los autobuses, que se desesperan ante los embotellamientos y los cambios de itinerario forzados por los frecuentes cortes de calles que realizan peque?os grupos de personas por las m¨¢s variadas reivindicaciones. El Gobierno de Mauricio Macri prometi¨® poner fin a esta situaci¨®n y aprob¨® el pasado marzo un protocolo antipiquetes para que la polic¨ªa despejase la calle con armas no letales. No lo ha cumplido y el colapso circulatorio se mantiene igual o peor un a?o despu¨¦s de que Macri llegase al poder. Hoy no fueron los piquetes sino los sindicatos del transporte quienes sumieron a la ciudad en el caos. Los gremios paralizaron la capital argentina en hora punta matutina para forzar al Gobierno a modificar el impuesto al trabajo conocido como Ganancias que pagan aquellos que cobran a partir de 19.000 pesos netos al mes (1.180) si no tienen cargas familiares o 25.000 (1.550 d¨®lares) si las tienen.
La semana empez¨® sin metro, autobuses, trenes ni aviones. Decenas de miles de personas que dependen del transporte p¨²blico se vieron afectadas y tuvieron que recurrir a un taxi, a alg¨²n conocido con autom¨®vil o hacer filas kilom¨¦tricas en las paradas de colectivo (autob¨²s) a la espera de que alguno de los que comenzaron a circular a partir de las 07.00 de la ma?ana no fuese lleno hasta reventar y decidiese parar. El tr¨¢fico no comenz¨® a normalizarse hasta pasado el mediod¨ªa, cuando poco a poco todo el transporte volvi¨® a funcionar.
Las huelgas de los poderosos sindicatos de transporte argentinos no incluyen servicios m¨ªnimos, como ocurre en Espa?a y otros pa¨ªses europeos. Hace dos semanas, el subte (metro) de Buenos Aires permaneci¨® un d¨ªa fuera de servicio en protesta por la muerte de un trabajador, que falleci¨® electrocutado. A fines de octubre, pararon los trenes para exigir los reincorporaci¨®n de 15 despedidos. En agosto de 2012, el subte permaneci¨® diez d¨ªas consecutivos interrumpido en reclamo de una subida salarial y mejoras laborales. Cerca de seis millones de personas se desplazan a diario en la red de transporte p¨²blico de Buenos Aires y su ¨¢rea metropolitana y cada medida de fuerza les obliga a buscar alternativas.
"O alg¨²n Gobierno soluciona esto o teletrabajo para todos ya", dice un dise?ador que hoy excepcionalmente cambi¨® la oficina por un bar del barrio porte?o de Villa Ort¨²zar. Sabe que es un privilegiado y que no son muchos los que pueden seguir su ejemplo. "Es terrible, es un castigo a los trabajadores. Voy a perder el presentismo y tendr¨¦ que recuperar otro d¨ªa las horas que no hago hoy", dice ante las c¨¢maras una trabajadora de Merlo, en la periferia oeste de Buenos Aires, que calcula que tardar¨¢ cerca de cuatro horas en vez de la hora y media habitual que necesita para llegar a su destino. "Paran los que m¨¢s cobran", lamenta un jubilado en la misma fila, que recibe una jubilaci¨®n tres veces inferior al m¨ªnimo por el que se paga Ganancias.
Solo los asalariados mejor remunerados pagan este impuesto, menos del 20% del total, pero su modificaci¨®n fue el gran caballo de batalla de la central obrera CGT en la recta final del kirchnerismo.
Macri se hizo eco del malestar y prometi¨® durante la campa?a electoral de 2015 eliminar el impuesto. "El Estado no tiene que quedarse con el fruto de tu trabajo. En mi gobierno los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias. Ese es mi compromiso", dec¨ªa Macri en un v¨ªdeo electoral. La promesa se le ha vuelto en contra, ya que no le cuadran los n¨²meros. En febrero aprob¨® una gran bajada de impuestos a la clase media, que duplic¨® el m¨ªnimo no imponible, pero los sindicatos sostienen que no es suficiente. Ante la negativa inicial del macrismo, movi¨® ficha la oposici¨®n y el Gobierno negocia ahora contrarreloj para impedir que la rebaja de impuestos sea impuesta por ley contra su voluntad. Fuera, en la calle, la poblaci¨®n agota con rapidez los ¨²ltimos cartuchos de paciencia.
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