Espa?a, 12 a?os sin atentados
No es una casualidad que en la ¨²ltima d¨¦cada nos hayamos librado del zarpazo yihadista que azota Europa
El atentado terrorista protagonizado en el coraz¨®n de Berl¨ªn era un secreto a voces. Como los protagonizados por la yihad global en Niza, Bruselas o Par¨ªs. Todos los servicios de informaci¨®n europeos esperaban un ataque en Navidad, aunque ninguno sab¨ªa ni d¨®nde ni c¨®mo se iba a producir. Barcelona y Madrid, por ese orden, tambi¨¦n estaban en el radar. El autodenominado Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s), m¨¢s acorralado que nunca en Siria e Irak, busca hacerse de nuevo visible fuera de sus dominios. Y una vez m¨¢s lo ha conseguido, sea o no el inductor o inspirador de esta nueva matanza cuya autor¨ªa se atribuye.
El incremento de atentados yihadistas en suelo europeo es una evidencia que destaca un reciente informe de Europol con datos estad¨ªsticos irrefutables. El Centro Europeo Contra el Terrorismo (ECTC), que dirige el coronel espa?ol de la Guardia Civil Manuel Navarrete, alert¨® del regreso a Europa de decenas de terroristas formados por el ISIS y Al Qaeda Central en el frente sirio. Ocurri¨® lo mismo tras las guerras de Bosnia y Afganist¨¢n. Hasta el momento Espa?a se ha librado de esta ofensiva, pero el zarpazo si no nos ha alcanzado todav¨ªa no es por casualidad.
Hemos pasado de ser, quiz¨¢s, los m¨¢s indefensos e infiltrados a estar mejor protegidos que el resto de nuestro vecinos. ?Qu¨¦ ha ocurrido desde el 11 de marzo de 2004? Entonces, fuimos los primeros en sufrir el mayor atentado en la historia de la Uni¨®n Europea: 192 muertos y centenares de heridos. La obsesi¨®n de nuestros servicios de informaci¨®n en el terrorismo etarra facilit¨® que desde mediados de los a?os noventa los sirios Mustaf¨¢ Setmarian, Imad Eddin Barakat, y el argelino Alekema Lamari, sembraran a su antojo las primeras semillas de la yihad aprovechando la par¨¢lisis policial y judicial.
Hemos pasado de ser los m¨¢s indefensos e infiltrados a estar mejor protegidos
La importancia de estos tres personajes, entonces irrelevantes, pero interesantes para los pocos observadores de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE) de la Polic¨ªa que tuvieron el olfato de investigarlos, la demuestra su mete¨®rica trayectoria. El pelirrojo Mustaf¨¢ logr¨® la nacionalidad espa?ola y un pasaporte europeo con un falso matrimonio de conveniencia. Acab¨® convertido en el n¨²mero tres de Al Qaeda Central, tras Osama Bin Laden e Ayman Al Zawahiri; Imad se cas¨® con una madrile?a y logr¨® la haza?a de que su nombre y direcci¨®n en Madrid apareciera en la agenda de Said Baiahi, uno de los miembros del comando que protagoniz¨® los ataques del 11-S en EE UU; el solitario Alekema no tuvo tiempo de casarse con una espa?ola porque antes de morir bajo los escombros del piso de Legan¨¦s (Madrid) en el que se suicid¨® el comando que protagonizo el 11-M ya estaba obsesionado con su virginidad.
Los tres y su legi¨®n de ac¨®litos hicieron bien su trabajo y a principios del 2000 convirtieron a Espa?a en la principal base de Al Qaeda en Europa, en centro de retaguardia de los salafistas que hu¨ªan de operaciones policiales en otros pa¨ªses, como el intento de atentado frustrado en un mercadillo de Navidad en Estrasburgo, entonces ya pensaban en la Navidad como s¨ªmbolo a golpear, en caja financiera y sal¨®n de proselitismo y reclutamiento de ex miembros del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA) que entonces se pasaban a las filas de Bin Laden.
En 1995, en el aeropuerto de Barajas unos pocos polic¨ªas a las ¨®rdenes del entonces comisario Mariano Ray¨®n, hoy jubilado, observaban como el sirio Imad Eddin Barakat desped¨ªa o recib¨ªa a los muyahidines que viajaban a Afganist¨¢n, Bosnia o Chechenia. Tipos como el marroqu¨ª Amer el Azizi, casado con Raquel, una espa?ola, que viv¨ªa junto a la plaza de toros de Las Ventas, tomaba el t¨¦ en el caf¨¦ Alhambra de Lavapi¨¦s y rezaba en la mezquita de la M-30, lleg¨® hasta la jefatura de operaciones exteriores de Al Qaeda en Wazirist¨¢n (Pakist¨¢n); o Selaheddin Benyaich, un marroqu¨ª condenado por los atentados de Casablanca al que ingresaron en una cl¨ªnica de Madrid para que se restableciera de la p¨¦rdida de un ojo en Bosnia. Entonces no eran detenidos como ahora, se les daba cuerda para saber hasta donde eran capaces de llegar. Algunos les ve¨ªan como luchadores rom¨¢nticos en lejanos desiertos, en tipos inofensivos en nuestro pa¨ªs.
En los noventa algunos ve¨ªan a los yihadistas como rom¨¢nticos
El monstruo se hizo mayor ante la pasividad policial y la indiferencia general. Ni el Gobierno, ni la judicatura, ni la clase pol¨ªtica levantaron la voz. Tampoco los medios de comunicaci¨®n. Solo este grupo de agentes dirigidos por los inspectores Jos¨¦ Manuel Gil y Rafael G¨®mez Menor segu¨ªan los pasos del sirio Barakat y de sus ac¨®litos en una investigaci¨®n judicial de cinco a?os del juez Baltasar Garz¨®n y del fiscal Pedro Rubira que retrat¨® la efervescencia de aquel grupo de salafistas que alimentaron a la bestia. La semilla germin¨® tan r¨¢pido que el egipcio Mohamed Atta, jefe de los suicidas del 11-S, eligi¨® Tarragona para entrevistarse durante dos semanas, en julio de 2001, con el yemen¨ª Ramzi Binalshibh y comunicarle los objetivos del ataque m¨¢s grave que ha sufrido EE UU desde Pearl Harbour.
En aquellos a?os el agente del FBI Randall Benett se preguntaba en su despacho de Karachi (Pakist¨¢n) a qu¨¦ se deb¨ªa el flujo de yihadistas paquistan¨ªes y magreb¨ªes que regresaban a Europa v¨ªa Madrid desde los campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganist¨¢n. El hombre que intent¨® salvar la vida del periodista del Wall Street Journal Daniel Pearl, secuestrado por Al Qaeda y degollado por Khalid Seik Mohamed, el cerebro del 11-S, no sab¨ªa que Espa?a era el terreno mejor abonado de Europa. Ignoraba que entre Polic¨ªa, Guardia Civil y CNI menos de 150 agentes, la mitad dedicados a tareas burocr¨¢ticas, segu¨ªan la huella de los barbudos. ¡°Espa?a es retaguardia, no vanguardia del terrorismo yihadista¡±, se dec¨ªa en los despachos de la UCIE. Benett lo entendi¨® todo m¨¢s tarde, cuando vino destinado a Madrid tras salir ileso de un ataque con un coche bomba colocado bajo la ventana de su oficina.
Pero el ataque del 11 M, el primer ¨¦xito de la yihad en Europa, lo cambi¨® todo. Desde entonces estamos mejor preparados. M¨¢s de 3.000 agentes de seguridad analizan las redes sociales, el nuevo escenario de reclutamiento para los que quieren viajar a Siria o Irak, o vigilan a los centenares de sospechosos en muchos rincones de nuestro pa¨ªs. Espa?a se han convertido en punta de lanza del combate a la yihad en territorio europeo con m¨¢s de 600 detenidos, 140 condenados desde 2004, y un centenar de expulsados que no podr¨¢n regresar en diez a?os. Hasta ahora ninguno lo ha hecho.
Estamos en el centro de la diana, el peligro contin¨²a? y su intensidad no baja
A las detenciones preventivas ¡ªse act¨²a al menor indicio de actividad para evitar sorpresas como las del 11-M¡ª se suman ahora las ¨®rdenes de detenci¨®n ¡°expr¨¦s¡± contra los yihadistas que viajan a Siria, algo impensable antes de la aparici¨®n del ISIS. La iniciativa policial la apoyan los jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, un ¨®rgano en el que la implicaci¨®n de sus profesionales en esta lucha es total. El 23% de las investigaciones de este tribunal est¨¢n relacionadas con sospechas de yihadismo. Ahora se les detiene antes de que empiecen a andar. Esta pol¨ªtica ha evitado durante los ¨²ltimos 12 a?os varios atentados.
Pero el peligro contin¨²a y su intensidad no baja. La determinaci¨®n de los que fueron a Siria o Irak y el riesgo a que regresen formados como terroristas lo demuestran las llamadas a sus esposas de los primeros ceut¨ªes que se fueron para no volver: ¡° Si muero no te dar¨¢n el p¨¦same, te felicitar¨¢n como si fuera un bautizo¡±, le dijo Piti a Samra Mohamed Hamed, su esposa. ¡°No hay esperanzas porque no pienso volver. ?Quieres que te d¨¦ falsas esperanzas? ?Quieres que te mienta?¡±, le espet¨® el yihadista ceut¨ª antes de que esta rompiera a llorar. Algunos de sus compinches del barrio de El Pr¨ªncipe confesaron a sus mujeres que ellos no iban porque quer¨ªan ¡°hacer la yihad aqu¨ª¡±.
El n¨²mero de muyahidines que han viajado desde Espa?a a Siria es peque?o en comparaci¨®n con otros pa¨ªses europeos, aunque la efervescencia salafista sigue viva. El barbudo Mustaf¨¢ Maya, de 54 a?os, ha confesado en un despacho de la Audiencia Nacional que postrado en su silla de ruedas con un ordenador en sus rodillas ha enviado desde su casa de Melilla ¡°a m¨¢s de doscientos¡± procedentes de diez pa¨ªses. Los jueces y fiscales franceses y espa?oles que le escucharon no sal¨ªan de su asombro. Adem¨¢s, nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica como puerta de entrada a Europa nos hace muy vulnerables a las amenazas procedentes de Libia y del inestable Sahel, el refugio de Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico (AQMI).
Espa?a sigue en el centro de la diana, estamos en el siniestro radar de los mismos que han atacado en Par¨ªs, Niza, Bruselas y Berl¨ªn, pero 12 a?os sin atentados demuestran que, al menos, ahora es mucho m¨¢s segura que hace una d¨¦cada.
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