Y los cuarteles se abrieron en Michoac¨¢n
Tres momentos clave en el estado del Pac¨ªfico mexicano impulsaron la ofensiva contra los c¨¢rteles en el sexenio de Calder¨®n
Al principio fueron unas cabezas cortadas, luego un desplegado en el peri¨®dico y entretanto narcomantas colgando de los puentes y una sensaci¨®n de que la situaci¨®n se descontrolaba. Michoac¨¢n acababa 2006 con 661 homicidios dolosos, una cifra que no se ve¨ªa desde hac¨ªa casi una d¨¦cada. El salvajismo de las bandas criminales no ten¨ªa l¨ªmites. Aquel a?o murieron asesinados 37 mandos policiales en el Estado. De enero a diciembre, los peritos de la fiscal¨ªa recogieron 17 cabezas humanas de las calles.
Fue precisamente en diciembre cuando el nuevo presidente de M¨¦xico, Felipe Calder¨®n, resolvi¨® que el Ej¨¦rcito se har¨ªa cargo. A semana y media de su toma de posesi¨®n, Calder¨®n decid¨ªa que los militares ser¨ªan los nuevos polic¨ªas de Michoac¨¢n, su estado natal. El mandatario envi¨® 4.260 efectivos castrenses a resguardar la seguridad. Viajaron tambi¨¦n marinos, polic¨ªas federales, peritos de la fiscal¨ªa general... En total, 6.000 efectivos para frenar la violencia de los c¨¢rteles.
El Operativo Conjunto Michoac¨¢n supuso el primer acto de la guerra contra el narco en M¨¦xico. Diez a?os m¨¢s tarde, el estado coste?o cuenta 1.169 casos de homicidio doloso, casi el doble que en 2006. Y faltan los datos de diciembre. A continuaci¨®n, tres escenas de aquellos primeros momentos de batalla en Michoac¨¢n.
Rogelio, 2005
El d¨ªa en que mataron a Rogelio, Ignacio Mendoza se junt¨® a almorzar con el presidente municipal de Zamora. "Era un d¨ªa festivo", dice Mendoza, que entonces era el responsable de la fiscal¨ªa estatal al norte de Michoac¨¢n. Era, de hecho, el 16 de septiembre, d¨ªa de desfiles en M¨¦xico en honor a la independencia. "Est¨¢bamos el presidente municipal, yo y otras autoridades. Entonces me llamaron por tel¨¦fono: 'acaban de matar a Rogelio".
Fue en el restaurante Los Trojes, en Morelia, la capital de Michoac¨¢n. Seis balazos de R-15. Rogelio Zaraz¨²a era el director de Seguridad P¨²blica del estado. El jefe operativo de la polic¨ªa. Aquel d¨ªa celebraba su cumplea?os con su mujer y otros amigos. Cuatro escoltas vigilaban desde fuera. Era s¨¢bado.
Al menos cuatro sicarios llegaron en moto y camioneta. Balearon sin contemplaciones el auto de los escoltas. Mataron a uno e hirieron a los otros tres. Luego entraron al restaurante y dispararon contra Rogelio.
"Yo me sal¨ª de la comida", recuerda Mendoza, "y me fui a mi oficina. Concentr¨¦ al personal porque no sab¨ªa qu¨¦ estaba pasando". Por entonces, asesinar a un alto cargo de la polic¨ªa estatal resultaba extra?o. Y sobre todo alarmante. Si el crimen organizado se atrev¨ªa con Rogelio, ?cu¨¢l era el siguiente paso?
"Se sinti¨® muy fuerte", dice Mendoza, "un golpe muy duro para la administraci¨®n del estado".
Al d¨ªa siguiente, medios locales y nacionales recogieron las palabras de rabia del gobernador, L¨¢zaro C¨¢rdenas, muy cercano al difunto. C¨¢rdenas dijo que "el crimen organizado" le hab¨ªa "declarado la guerra al Gobierno, al Estado mexicano". Era el 17 de septiembre de 2005.
D¨ªas m¨¢s tarde, el gabinete del presidente Vicente Fox anunciaba que reforzar¨ªa el operativo M¨¦xico Seguro en Michoac¨¢n. Llegaron cientos de polic¨ªas a Morelia, que se sumaban a los que ya patrullaban Apatzing¨¢n y Aguililla. Era una versi¨®n primitiva de la estrategia que impondr¨ªa el presidente Calder¨®n un a?o m¨¢s tarde. "La polic¨ªa de Fox", dice Mendoza, "ajetre¨® el avispero en Michoac¨¢n. Ah¨ª se rompi¨® la Pax Narca".
Las cabezas, 2006
El piso del bar Sol y Sombra era de azulejos blancos, sombreados, como de cuarto de ba?o. Un tipo de suelo barato, un regalo para las manchas. As¨ª lo muestran las fotos que tomaron los polic¨ªas que resguardaban el local aquella madrugada.
"Nos enteramos como a medianoche", cuenta Ad¨¢n Garc¨ªa, que en aquella ¨¦poca, septiembre de 2006, era el corresponsal del diario Reforma en Michoac¨¢n. "Agarr¨¦ mi carro y fui para Uruapan. Ser¨ªan las dos de la ma?ana cuando llegu¨¦ y ya no nos dejaban pasar. La mayor¨ªa de reporteros se fue, pero yo me qued¨¦ y a la ma?ana siguiente ya me dejaron entrar". Ad¨¢n vio el piso de azulejos blancos. El personal de limpieza del bar Sol y Sombra trataba de quitar las manchas a toda prisa. Eran gotas de sangre, pisadas, chorros secos: como si alguien hubiera trapeado con acuarelas rojas.
"Fue el tercer caso de decapitados en M¨¦xico", asegura Ad¨¢n, "primero la esposa [del narcotraficante] El G¨¹ero Palma". Eso fue en 1989. "Luego uno en Acapulco y despu¨¦s los cinco del bar Sol y Sombra en Uruapan". No es del todo as¨ª, aunque resulta entendible la confusi¨®n: ya han pasado m¨¢s de diez a?os. Ad¨¢n acierta en el primero, pero en 2006 hubo m¨¢s, bastantes m¨¢s, una decena hasta finales de julio en todo el pa¨ªs. "Lo que es seguro", dice el reportero, "es que fue el primer evento masivo de decapitados". Ah¨ª acierta.
El economista Carlos Heredia, asesor del gobernador C¨¢rdenas esos a?os, dice que "los decapitados de Uruapan fueron un punto de inflexi¨®n" en la escalada de violencia. "[Los criminales] pasaron de operar entre ellos a ejercer un tipo de control a tres bandas", argumenta, "sobre el territorio, sobre la distribuci¨®n de drogas y sobre el dinero". Cortar cabezas era una forma de decir 'esto es m¨¢s m¨ªo de lo que piensas'. ?
Adem¨¢s de las decapitaciones, Heredia recuerda que una de las bandas de MIchoac¨¢n lleg¨® a comprar un desplegado en el diario, prohibiendo a las otras vender hielo. "La metanfetamina", dice Heredia.?
?Qui¨¦nes eran los muertos? ?Por qu¨¦ los dejaron all¨ª? Las autoridades identificaron a tres. Uno ten¨ªa 19 a?os y era campesino, otro, un mec¨¢nico, contaba 37. El tercero ten¨ªa 24 a?os y estaba desempleado. Nada se supo de los otros dos. Nadie reclam¨® los cuerpos.
Muchos de los descabezados en el estado ese a?o se le atribuyeron a La Familia Michoacana, una banda local aliada de Los Zetas que luego se fue por su cuenta. Los de Uruapan, desde luego. La banda criminal dej¨® una cartulina con un mensaje. "...Solo muere quien debe morir. S¨¦panlo toda la gente, esto es justicia divina (...) La Familia no mata inocentes".
"Nunca se supo oficialmente por qu¨¦ los dejaron ah¨ª", dice Ad¨¢n, "pero supuestamente ah¨ª estaban los del lado contrario".
Car¨¢cuaro y Nocup¨¦taro, 2007
A las 8 de la ma?ana del 3 de enero de 2007, el nuevo presidente de M¨¦xico, Felipe Calder¨®n, aterrizaba en el aeropuerto de Uruapan, a una hora de Morelia. De ah¨ª le llevaron a Apatzing¨¢n, a las instalaciones del 43 Batall¨®n de Infanter¨ªa. El presidente acompa?¨® a la tropa en el desayuno y les alent¨® en la pelea que manten¨ªan con los grupos criminales desde hac¨ªa un par de semanas: "En este gran esfuerzo nacional, en el que ustedes est¨¢n en la primera l¨ªnea de batalla, lo que buscamos es detener el avance de la delincuencia". Primera l¨ªnea de batalla.
Calder¨®n vest¨ªa una chamarra militar, con el ¨¢guila y las cinco estrellas en la solapa. En la cabeza se puso una gorra color verde olivo. Seg¨²n inform¨® el diario La Jornada, esa era la quinta vez que se reun¨ªa con militares de base en menos de un mes como presidente.
Para entonces, los operativos liderados por el Ej¨¦rcito ya funcionaban en Michoac¨¢n y Baja California. Ese mismo a?o se extender¨ªan a Guerrero, Nuevo Le¨®n, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Durango y Chihuahua.
Cuatro meses m¨¢s tarde, el Ej¨¦rcito sufr¨ªa su primera gran emboscada. Fue en Car¨¢cuaro, en la regi¨®n de Tierra Caliente, cerca de Guerrero y el Estado de M¨¦xico. La noche del 1 de mayo, un grupo armado atac¨® con fusiles y granadas a un convoy militar durante un patrullaje. Murieron cinco militares, un coronel, un sargento y tres cabos.
El Ej¨¦rcito se volc¨® en la zona. A los d¨ªas detuvieron a diez personas, cuatro de ellas mujeres menores de edad. Decomisaron armas y drogas.
La Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, CNDH, no tard¨® en intervenir. Las menores denunciaron violaciones y abusos sexuales por parte de los militares. La CNDH investig¨® y en septiembre emiti¨® un informe demoledor. La comisi¨®n acusaba al Ej¨¦rcito de detenciones arbitrarias, tortura, abuso sexual y violaci¨®n. 40 personas fueron retenidas sin motivo, ocho fueron torturadas. Abusaron de dos menores y violaron a las otras dos. Las cuatro trabajaban en Nocup¨¦taro, el municipio vecino de Car¨¢cuaro.
Carlos Heredia, asesor de C¨¢rdenas hasta el a?o siguiente, dice que "el contraste entre el plan que propon¨ªa el Gobierno de Michoac¨¢n y lo que mand¨® Calder¨®n fue total. Nuestro diagn¨®stico", argumenta, "era integral: social, de salud p¨²blica, de falta de oportunidades, de entender la seducci¨®n que ejerc¨ªan las bandas criminales... No era exclusivamente militar".
Por primera vez en el sexenio de Felipe Calder¨®n, la CNDH sac¨® los colores al Ej¨¦rcito. No ser¨ªa la ¨²ltima.
P.D.: Esto solo fue el principio. Delincuentes arrojar¨ªan granadas de mano a una multitud en el centro de Morelia en 2008. El d¨ªa del grito, el d¨ªa de la independencia, tres a?os despu¨¦s del asesinato de Rogelio Zaraz¨²a. Casi una decena de muertos y m¨¢s de 100 heridos. En 2009, Calder¨®n detuvo a decenas de funcionarios del Gobierno de Michoac¨¢n por presuntos v¨ªnculos con los grupos criminales. La mayor¨ªa quedaron libres pocos meses despu¨¦s. Ignacio Mendoza, que en esa ¨¦poca era el segundo al mando de la procuradur¨ªa estatal, fue detenido. Qued¨® libre sin cargos al poco tiempo.
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