EL PA?S entra en Alepo
La enviada especial de EL PA?S Natalia Sancha entra en el coraz¨®n de la guerra y narra la destrucci¨®n y el horror de Alepo, la ciudad m¨¢s grande y m¨¢s castigada por los enfrentamientos
D¨ªa 4. ¡°Nuestra casa ya no existe¡±
Centenares de almas deambulan por los barrios orientales de Alepo. Parecen hormigas cargando pesadas bolsas con los enseres que han logrado recuperar de sus casas. Las barriadas han sido convertidas en termiteras en las que el grado de destrucci¨®n acumulado durante cuatro a?os de combates vaticina una larga reconstrucci¨®n que llevar¨¢ meses, a?os, antes del retorno. Cerca de medio mill¨®n de civiles ha huido progresivamente de los cambiantes frentes de guerra en Alepo. Entre los desplazados que acuden a comprobar lo que queda de sus hogares, est¨¢n algunos de los 100.000 que el pasado 15 de diciembre salieron de la ciudad en plena ofensiva del Ej¨¦rcito sirio para expulsar al reducto insurrecto. Otros forman parte de los m¨¢s de 250.000 vecinos que huyeron con lo puesto en 2012, cuando combatientes insurgentes se hicieron con el control de este pu?ado de barrios.
¡°Nuestra casa ya no existe. Hemos recuperado lo que hemos podido, pero es imposible regresar¡±, dice Marua Shahan en el barrio de Masaken Hananu, en Alepo oriental. La tercera planta del edificio que abandon¨® cuatro a?os atr¨¢s ha desaparecido. Los pilares sucumbieron precipitando el cuarto piso sobre el segundo. La familia Shahan deber¨¢ seguir en la casa de familiares en Alepo occidental, donde al ritmo del cambio de los frentes se han ido agolpando 22 personas llegadas de la campi?a y de la parte oriental de la ciudad. [Lee la cr¨®nica completa]
D¨ªa 3. ¡°La casa se estremec¨ªa con cada bomba¡±
¡°No ten¨ªamos ni dinero ni adonde ir. Decidimos que morir¨ªamos aqu¨ª antes que convertirnos en vagabundos¡±. Lo cuenta Amar Miro, un sirio de 51 a?os que, como el hijo soltero, decidi¨® permanecer en su ciudad, Alepo, para cuidar a su madre, de 70. La familia Miro es parte de los 3.000 vecinos que nunca abandonaron la mitad oriental de Alepo, ¨²ltimo reducto insurrecto, evacuado tres semanas atr¨¢s. Estas gentes sencillas y de magra econom¨ªa se consideran un accidente geogr¨¢fico del conflicto. Desde las ventanas de sus casas han visto llegar a los rebeldes en 2012, convivido con ellos durante cuatro a?os, hasta que las tropas regulares retomaron el control.
De las poco m¨¢s de 100.000 personas que quedaron cercadas desde el pasado mes de julio en este pu?ado de barrios, 70.000 buscaron refugio en las zonas bajo control del Gobierno de Damasco. Otras 30.000, 7.000 combatientes armados y sus familias, fueron evacuadas gracias a un acuerdo a Idlib, ¨²ltima capital de provincia en manos insurrectas. Previamente, otras 250.000 hab¨ªan sido desplazadas de sus casas con la entrada de los insurgentes. Los relatos de la vida en la Alepo oriental difieren entre barrios, seg¨²n el grupo armado que rein¨® en sus calles.?[Lee la cr¨®nica completa]
D¨ªa 2. Juegos de guerra
Los ni?os de Alepo han reconquistado a golpe de carcajada las calles reivindicando su espacio de juego. Los menos afortunados, se han convertido en ni?os trabajadores. Salen de cumplir cinco a?os de condena entre los muros del hogar, sentenciados por el miedo de sus padres a que un ob¨²s, una bomba o una bala les quite la vida. Como el resto de los ni?os del mundo, se dedican a jugar a ser adultos imitando a los que les rodean. A diferencia del resto de ni?os del mundo, est¨¢n ansiosos por pisar un aula. Los que rondan los 10 a?os ten¨ªan cinco cuando estall¨® la guerra.
Como Mohamed que se dedica a vender algodones de az¨²car por 20 c¨¦ntimos de euro a aquellos curiosos que se han acercado a ver la fortaleza de Alepo. Las risas de Mohamed y sus algodones de colores no pegan en absoluto con los edificios derruidos a sus espaldas. Pero este nuevo ej¨¦rcito de peque?os trabajadores de metro y medio ya es parte del paisaje. [Lee la cr¨®nica completa]
D¨ªa 1. Siria desde la ventanilla
Esta ma?ana salimos temprano de Damasco rumbo a Alepo. Google maps dice que deber¨ªamos haber tardado cuatro horas en recorrer los 360 kil¨®metros, pero debe haberse saltado la ristra de controles militares en el camino y atravesado ileso por zonas de combate, porque nosotros tardamos el doble. ?
Media Siria transcurre a toda velocidad por la ventanilla dando buena cuenta de su historia reciente. Apenas recorridos cinco minutos, se dibuja ante las retinas un panorama de guerra y destrucci¨®n. Balcones cosidos a balazos, edificios cuyas plantas se han precipitado las unas sobre las otras convirtiendo lo que fuera un bloque de viviendas en una enorme tarta de cemento y escombros. Llega el desierto y m¨¢s desierto. Para que de repente asomen unos campos verdes en los que juegan ni?os embadurnados de barro y asoman brotes de vi?edos.?[Lee la cr¨®nica completa]
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