Trump ya tiene adversario: la resistencia civil
La marcha de Washington muestra la divisi¨®n de la sociedad estadounidense, pero tambi¨¦n el nacimiento de un contrapoder
Am¨¦rica est¨¢ dividida, pero no dormida. En el primer d¨ªa de mandato de Donald John Trump, las calles de Washington se llenaron como pocas veces de todo aquello que el nuevo presidente ha apartado a manotazos de su camino. La Marcha de las Mujeres, una manifestaci¨®n en principio dirigida contra el machismo ideol¨®gico del magnate, se elev¨® muy por encima de sus objetivos iniciales y rompi¨® sus propias expectativas. Bajo un cielo encapotado, en una ciudad abrumada, se vivi¨® un estallido valiente y civil. Una ola pac¨ªfica que le record¨® al 45 presidente de Estados Unidos que habr¨¢ ganado las elecciones, pero a¨²n no el respeto de su pueblo.
Washington ha asistido sin saberlo a una revoluci¨®n. El viernes, el magnate alcanz¨® con un discurso populista y oscuro la cima del mundo. Veinticuatro horas despu¨¦s, las rectil¨ªneas avenidas de la capital del imperio vieron surgir su anverso: la resistencia ciudadana. La esperanza o quiz¨¢ el sue?o de que no todo se ha perdido le dan aliento. En juego est¨¢n los derechos de las mujeres, pero tambi¨¦n de los inmigrantes, de las minor¨ªas y de avances sociales como el Obamacare.
Quiz¨¢ por eso emergi¨® este s¨¢bado aquello que nunca aflora en los discursos de Trump: la pluralidad. Hubo hombres que se manifestaban por las mujeres, blancos por los negros; antiguos combatientes que rechazaban el rearme, empresarios que no renunciaban a la solidaridad; estadounidenses que defend¨ªan a mexicanos... El pa¨ªs m¨¢s plural, aquel que no vot¨® por el republicano, dio una lecci¨®n al mundo. ¡°Es un aviso. Aqu¨ª estamos hoy, y aqu¨ª seguiremos; Trump debe saber que no puede hacer lo que quiera¡±, dec¨ªa Kate Wilson, jubilada negra. Una m¨¢s entre cientos de miles.
A diferencia de la investidura, que congreg¨® al coraz¨®n blanco y rural de Estados Unidos, el s¨¢bado se vio una naci¨®n de colores diversos. El rosa, s¨ªmbolo de la manifestaci¨®n, dio paso a un arco iris que devolvi¨® un cierto optimismo a una sociedad desgarrada por unas elecciones que gan¨® quien menos votos obtuvo. ¡°Somos un pa¨ªs mucho m¨¢s plural que Trump¡±, afirmaba Sherrill, abogada que acudi¨® a la protesta con su hija y sus dos sobrinas. "?Los inmigrantes hicieron a Am¨¦rica grande!", coreaban a su lado.
Trump no es Estados Unidos. Representa s¨®lo una parte. Eso qued¨® claro en la marcha. Mientras el republicano asist¨ªa a un oficio religioso en la catedral de Washington, afuera dio comienzo una tormenta que dif¨ªcilmente amainar¨¢ si el presidente persiste en sus amenazas. Trump ha dividido a su propia naci¨®n. Como hac¨ªa en los reality shows, ha segregado a los ganadores de los perdedores. A los primeros le ha prometido el cielo, a los segundos los ha relegado al olvido. Pero no callar¨¢n.
La marcha revela que millones de estadounidenses no se quedar¨¢n de brazos cruzados. Otras naciones, como M¨¦xico, posiblemente no hallen la fuerza para enfrentarse a la apisonadora populista del magnate. Tendr¨¢n que sufrir la humillaci¨®n de sentirse bajo la bota de Trump y buscar una salida negociada. Pero en su propio pa¨ªs, el republicano ya tiene rival. Habr¨¢ de enfrentarse a una inmensa masa de descontentos. A amplios grupos sociales, cultos y altamente tecnificados, que van a luchar por sus derechos.
Muchos analistas estadounidenses recordaron este s¨¢bado las legendarias protestas contra Vietnam. Quiz¨¢ no sea la comparaci¨®n m¨¢s exacta, pero habla del inmenso peso de este movimiento civil. Cu¨¢l ser¨¢ su extensi¨®n es un misterio. Con Trump nada es previsible. Todo ocurre antes de tiempo. El v¨¦rtigo es su fuerte. Pero ese mismo fen¨®meno ha empezado a ocurrir hoy al otro lado del espejo. No todo est¨¢ dicho. En Estados Unidos hay quien va a dar la batalla. Son muchos y saben contra qui¨¦n ir. Trump tiene un nuevo adversario.
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