Los dientes de M¨¦xico
El pa¨ªs debe rugir, ense?ar toda la dentadura sin el menor sentimiento de piedad
La historia se ha encargado de comprobar que cuando estallan enfrentamientos armados, las partes resultan lastimadas en la proporci¨®n que se desee. No creo en la existencia de vencedores absolutos, como cuando Estados Unidos invadi¨® a M¨¦xico en 1846 con pretextos ingr¨¢vidos, para robarnos la mitad del territorio nacional.
Lo anterior viene a cuento porque en una guerra comercial, arancelaria, pol¨ªtica y financiera, nada deseable, entre Estados Unidos y M¨¦xico, cada una de las partes tendr¨¢ que lamerse sus heridas. Es cierto que EE UU es una s¨²per potencia econ¨®mica y militar incomparable con el caso mexicano, solo que no existe enemigo peque?o y M¨¦xico tiene dientes, los necesarios no para lastimar m¨¢s all¨¢ de la epidermis de los vecinos inmediatos del norte. En el Capitolio no le dar¨¢n a Trump los 12.000 millones de d¨®lares para construir el muro, de la misma manera que no subsidiar¨¢n a las empresas automotrices que, en lugar de invertir en M¨¦xico aprovechando la calidad y precio de su mano de obra, decidan hacerlo en EE UU por presiones de Trump. Si en la actualidad existen legisladores del partido nacional socialista republicano que pretenden gravar con el 2% los 27.000 millones de d¨®lares, el importe de las remesas enviadas por los mexicanos que prestan sus servicios en Estados Unidos, nuestra respuesta debe consistir en imponer un gravamen del 40% a los 20.000 millones de d¨®lares de utilidades que las corporaciones estadounidenses env¨ªan cada a?o a sus respectivos cuarteles generales. El pleito ser¨¢ entre millonarios con la Casa Blanca. Adem¨¢s de lo anterior, los afectados deber¨ªan demandar al Gobierno de EE UU porque las remesas enviadas a M¨¦xico ya causaron el impuesto sobre la renta, por lo que imponer un impuesto sobre otro impuesto tal vez podr¨ªa resultar inconstitucional.
A M¨¦xico no le conviene entrar a una guerra de aranceles, es decir, si EE UU pretende gravar las importaciones mexicanas con un 35% M¨¦xico debe abstenerse de entrar en semejante juego, por lo que deber¨ªamos de prescindir del Tratado de Libre Comercio (TLC) y ajustarnos a los aranceles acordados por la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), que fluct¨²an entre un 2,5 y un 3%, con lo cual orillar¨ªamos a Trump a salir de dicha OMC, situaci¨®n que complicar¨ªa gravemente las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo. Si EE UU est¨¢ en la OMC, no puede imponernos un arancel del 35%.
En lo relativo a la deportaci¨®n de mexicanos ilegales que trabajan en EE UU, debe se?alarse que su labor en los centros de recolecci¨®n de frutas y legumbres es imprescindible. A la hora de cosechar el trigo en las planicies texanas, antes propiedad de M¨¦xico, se aprovechan enormes tractores para capturar el grano, sin embargo, cuando se trata de frambuesas o manzanas o toronjas o zanahorias, etc..., se requiere de seres humanos y no de m¨¢quinas para llevar a cabo la recolecci¨®n. Los mexicanos ilegales no disfrutan las prestaciones de los trabajadores formales, por lo que si se llegara a vaciar el campo californiano, a t¨ªtulo de ejemplo, ser¨ªa muy dif¨ªcil hacerse de campesinos norteamericanos, en primer lugar, porque no estar¨ªan dispuestos a hacer el trabajo de los mexicanos y, en segundo, porque su contrataci¨®n ser¨ªa sumamente gravosa al extremo que una lechuga podr¨ªa llegar a valer una fortuna. Si el Gobierno de California est¨¢ invirtiendo enormes cantidades de d¨®lares para contratar a abogados destinados a defender a los mexicanos ilegales, es porque saben que con su deportaci¨®n advendr¨ªa la quiebra del campo californiano y ante su insolvencia, se producir¨ªa un efecto domin¨® en los bancos acreedores de los agricultores, con lo cual se crear¨ªa una tremenda crisis financiera de dimensiones impredecibles.
Toca a M¨¦xico mostrar los dientes, como cuando el le¨®n ruge para intimidar a un adversario o el gorila se golpea el pecho, al fin y al cabo, mera conducta animal, la misma a la que invita Trump. Si lo que este pretende es aplastar a M¨¦xico para advertirle al mundo lo que le espera si alguien se atreve a ponerse en su contra, es la hora en que M¨¦xico debe rugir, ense?ar toda la dentadura y utilizarla sin el menor sentimiento de piedad.
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