El imperio del caos
Trump ha recibido tres bofetones y un desaf¨ªo en apenas cuatro semanas, todo un r¨¦cord
Todo va muy r¨¢pido. Tan deprisa que apenas hay tiempo para calibrar cada uno de los fracasos. Lo menos que puede sucederle a quien levanta la bandera del caos es que su casa se convierta en el reino del caos, como le est¨¢ sucediendo a Donald Trump.
Apenas lleva un mes en la Casa Blanca y ha sufrido ya, al menos, tres sonoros bofetones y un desaf¨ªo que le han dejado paralizado. Los bofetones se lo han propinado la justicia, China y los servicios policiales y de inteligencia, siempre con la ayuda de sus detestados medios de comunicaci¨®n tradicionales, que explican y analizan sus fracasos, sin que su frenes¨ª tuitero pueda hacer mucho para impedirlo.
El desaf¨ªo es el de la dictadura ermita?a de Corea del Norte, que lanz¨® un misil de prueba sobre el mar de Jap¨®n en el mismo momento en que Shinzo Abe, el primer ministro japon¨¦s, estaba reunido con Trump en Mar-a-Lago, su hotel de Florida, ya bautizado como la Casa Blanca de invierno.
Cada uno de los reveses tiene su gravedad y profundidad estrat¨¦gica. El que le ha propinado la justicia, paralizando su veto a los inmigrantes de siete pa¨ªses musulmanes, es una exhibici¨®n de los famosos checks and balances, los controles y contrapesos que le recuerdan la voluntad de los padres fundadores de la rep¨²blica de limitar el poder del presidente para que no se convierta en un rey absoluto como eran los monarcas europeos en el momento de la independencia.
El que le ha asestado Xi Jinping tambi¨¦n es un recordatorio respecto a los l¨ªmites del poder. Por fuerte que sea la superpotencia, su presidente no est¨¢ autorizado a dar un golpe de tim¨®n de 180 grados a su pol¨ªtica respecto a otra superpotencia menor pero ascendente, como es China, sin esperar a cambio una crisis de envergadura. Trump solo consigui¨® hablar con el presidente chino despu¨¦s de comunicar por escrito su voluntad de reconocer el principio de una sola China, del que hab¨ªa renegado al alcanzar la victoria electoral.
El tercer bofet¨®n es el m¨¢s serio, porque es el que tiene un mayor potencial destructivo. El veterano periodista y presentador Dan Rather ya lo ha calificado de Watergate en potencia. Trata sobre las relaciones con Rusia, la vieja superpotencia ahora interesada en interferir en las campa?as electorales de quienes fueron sus adversarios en la Guerra Fr¨ªa para recuperar algo de la ventaja estrat¨¦gica perdida con la desaparici¨®n del Imperio sovi¨¦tico.
Trump ha tenido que cortar en redondo la cabeza de su consejero de Seguridad, Michael Flynn, el m¨¢s ef¨ªmero de la historia, culpable al menos de dos pecados, detectados por los servicios de informaci¨®n: contactos indebidos con el embajador ruso y mentir y ocultar informaci¨®n al vicepresidente. Ambos pueden contaminar al propio presidente, que estaba informado de las gestiones de su consejero y es finalmente el responsable de un nombramiento pol¨¦mico, por sus ideas y su car¨¢cter extravagante y radical. En su carta de renuncia, Flynn asegura que ¡°solo en tres semanas el nuevo presidente ha reorientado la pol¨ªtica exterior de EE UU de forma fundamental para restaurar el liderazgo de EE UU en el mundo¡±. Es decir, el imperio del caos.
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