El agujero negro
La ¨²nica esperanza es que el mundo lleva a?os presenciando este tipo de fen¨®menos
Seg¨²n las leyes de la f¨ªsica, un agujero negro es una especie de gigante aspiradora con tanta fuerza gravitatoria que engulle todo lo que est¨¢ a su alrededor. Se trata de un viaje sin retorno. Como su nombre indica, los agujeros negros son negros y no pueden ser vistos desde el espacio. Pero si seguimos con el s¨ªmil, Donald Trump ser¨ªa una radiaci¨®n, la parte visible del agujero negro en el que estamos atrapados ahora mismo.
Sin embargo, es un error analizarlo todo poniendo solo el foco en Trump. Hay que observar el panorama completo desde el fracaso m¨²ltiple y generalizado de una serie de instituciones que fallaron antes de la llegada del magnate neoyorquino porque el actual presidente de Estados Unidos no es la causa, sino la consecuencia y el resultado de errores previos.
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Durante muchos a?os, Europa fue predecible y confiable porque la posibilidad de ser como Estados Unidos, pero en el Viejo Continente, la convert¨ªan en un sue?o y en una realidad. Fue el lugar donde el fascismo y el comunismo se desgarraron y donde se perdieron millones de vidas en una lucha ideol¨®gica sin precedentes en la historia.
Hoy, Europa es un ¨¦xito burocr¨¢tico y un fracaso espiritual que se busca a s¨ª mismo en las citas electorales de sus miembros. Intenta saber cu¨¢nta vida le queda con los anhelos democr¨¢ticos de Francia, Italia, Espa?a, Portugal y Reino Unido, aunque Londres decidi¨® que, entre ser Europa o recuperar un pasado nost¨¢lgico que nunca existi¨®, se quedaba con lo segundo.
Ahora, el fracaso de un sistema que no fue capaz de predecir el contrapeso de sus distintos poderes ha ido generando este agujero negro que va contra la historia, desdibujando no s¨®lo los comportamientos, las aspiraciones, las ofertas pol¨ªticas y las direcciones sociol¨®gicas, sino poniendo de manifiesto una contrahistoria que consiste en atrasar el reloj.
Tardamos 100 a?os en decretar un mundo global. Antes de Internet, antes de Bill Gates y antes de que el software se comiera al hardware, el mundo confiaba en ser mejor a lomos de los tratados de libre comercio y de la internacionalizaci¨®n que supuso el d¨®lar, la Coca-Cola y los G.I. Joe que ganaron la Segunda Guerra Mundial. Todo ven¨ªa de Estados Unidos y todo se ha ido cerrando desde all¨ª.
En este agujero negro que no deja de acumular una masa de frustraci¨®n es posible observar que la reconstrucci¨®n de los modelos pol¨ªticos se ha complicado, entre otras cosas, porque nadie se ha planteado lo que significa asumir que un ciclo termin¨® y es obligado iniciar uno nuevo. En 2017, se cumplen 100 a?os de aquel c¨¦lebre discurso que pronunci¨® Vlad¨ªmir Ilich Uli¨¢nov (Lenin) en la estaci¨®n ferroviaria de Finlandia en San Petersburgo, con el que puso en marcha el coqueteo de jugar dentro y fuera de las instituciones hasta desencadenar la Revoluci¨®n de Octubre.
Hoy estamos viviendo otro proceso que nadie anuncia, salvo por los t¨¦rminos tan vulgares que el inquilino de la Casa Blanca ha utilizado para referirse a la necesidad de expandir el arsenal nuclear estadounidense. Una intenci¨®n que nos hace retroceder de la civilizaci¨®n a nuestro origen animal. El agujero negro es la p¨¦rdida de los objetivos sociales, la confusi¨®n moral, la falta de protecci¨®n espiritual y, sobre todo, significa que los ecos han desplazado a las voces en la atm¨®sfera violenta de una ¨¦poca de m¨²sculo y no de intelecto.
Aunque la ¨²nica esperanza sea que el mundo lleva muchos a?os presenciando este tipo de fen¨®menos y lo que hay que hacer es esperar que esta vez nos salga m¨¢s barato de lo que le cost¨® al siglo XX, que a¨²n lleva sobre sus hombros la muerte de m¨¢s de 100 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial.
Mientras tanto, todos nos dirigimos hacia el enorme agujero negro.
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