Martin McGuinness, la esencia y el lastre de Irlanda del Norte
La retirada del hist¨®rico dirigente republicano provoc¨® unas elecciones en las que el Sinn F¨¦in ha cosechado un resultado hist¨®rico, y simboliza un cambio de ¨¦poca
Resulta ir¨®nico que, en esta tierra en que la pol¨ªtica se ha dirimido con sangre y la historia la han tejido el odio y el perd¨®n, el detonante del cambio haya sido un mundano esc¨¢ndalo sobre la gesti¨®n de un programa de ayudas a las energ¨ªas renovables. Podr¨ªa pensarse que estamos ante la normalizaci¨®n pol¨ªtica definitiva de Irlanda del Norte pero la realidad, claro, es bastante m¨¢s compleja.
El pasado 9 de enero Martin McGuinness, 66 a?os, figura fundamental en la guerra y la paz de Irlanda del Norte, anunci¨® su dimisi¨®n como vice ministro principal en protesta por la gesti¨®n de sus socios mayoritarios de Gobierno, los unionistas del DUP, de un esc¨¢ndalo que se calcula que costar¨¢ al contribuyente 500 millones de libras. La renuncia de cualquiera de los dos principales cargos del Gobierno, en virtud de las normas del poder compartido, acarrea la convocatoria de elecciones.
Estas se celebraron el pasado jueves y el recuento, concluido este s¨¢bado, depar¨® un hist¨®rico auge del Sinn F¨¦in, encabezado por la joven candidata Michelle O¡¯Neill, que se queda a solo un esca?o de los unionistas. Las fuerzas protestantes pierden su simb¨®lica mayor¨ªa. Se abre ahora un plazo de tres semanas para que ambos partidos alcancen un acuerdo de gobernabilidad. Si no lo logran, la autonom¨ªa norirlandesa podr¨ªa ser suspendida y controlada directamente desde Londres.
Cierto: McGuinness padece amiloidosis, una grave enfermedad que es la que le llev¨® a anunciar su retirada de la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica una semana despu¨¦s de dimitir. Y el esc¨¢ndalo de las energ¨ªas renovables, siendo grave, es tan solo un ingrediente en el deterioro de las relaciones entre republicanos y unionistas. El Brexit tambi¨¦n abri¨® una brecha en el delicado equilibrio del poder compartido entre enemigos hist¨®ricos: McGuinness se opuso y la ministra principal, Arlene Foster, apoy¨® la salida de la UE.
La qu¨ªmica entre el viejo republicano y la joven unionista, que han formado t¨¢ndem en el Gobierno durante todo este ¨²ltimo a?o, nunca funcion¨®. La propia Foster lleg¨® a reconocer que le costaba trabajar con alguien que hab¨ªa pronunciado un discurso f¨²nebre en honor de quien ella cree que trat¨® de asesinar a su padre, un reservista brit¨¢nico.
McGuinness es el primero de la generaci¨®n de pistoleros convertidos en pol¨ªticos republicanos que abandona la escena. ?l en el norte y Gerry Adams en el sur. A ambos lados de la frontera el Sinn F¨¦in ha estado dirigido por veteranos de la lucha armada. La retirada de McGuinness, que arroja inc¨®gnitas sobre el futuro de Adams, abre la puerta al primer cambio de liderazgo en el partido desde que, en 1998, el Acuerdo de Viernes Santo pusiera fin a 30 a?os de violencia.
Adams y McGuinness son la esencia del Sinn F¨¦in, pero tambi¨¦n son su lastre. Bastaba pasearse por los barrios populares de Dubl¨ªn con los candidatos del partido en las pasadas elecciones en Irlanda para comprobar que la sombra de la prima donna, Gerry Adams, eclipsaba por completo a su n¨²mero dos, la joven Mary Lou McDonald. Sin embargo, para muchos irlandeses las manos de Adams y McGuinness siguen manchadas con la sangre de las 3.526 v¨ªctimas mortales que dejaron los Troubles.
McGuinness creci¨® en el seno de una familia humilde en la ciudad fronteriza Derry, donde la minor¨ªa protestante somet¨ªa pol¨ªticamente a la mayor¨ªa cat¨®lica. A finales de los sesenta las manifestaciones pro derechos civiles se convirtieron en violencia callejera y McGuinness pronto sigui¨® a sus hermanos a las filas del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA), cuyo escalaf¨®n ascendi¨® con rapidez. McGuinness reconocer¨ªa su pertenencia al IRA en 2003.
A los 22 a?os, Adams y ¨¦l embarcaron en un vuelo a Londres para entablar conversaciones secretas con el Gobierno brit¨¢nico. Aquella iniciativa fracas¨®, pero McGuinness no perder¨ªa el contacto con Londres y, al llegar el delicado proceso de reconciliaci¨®n en los noventa, ser¨ªa una de las piezas clave a la hora de reconducir al grupo terrorista m¨¢s eficaz y despiadado de Europa occidental hacia los cauces de la pol¨ªtica democr¨¢tica.
Ayud¨® su proverbial capacidad para trabajar con sus antiguos enemigos. Desde el pastor presbiteriano e irreductible unionista Ian Paisley, con quien desarroll¨® una ins¨®lita amistad, hasta la propia reina. La misma Isabel II a cuyo primo, lord Mountbatten, el IRA de McGuinness hizo volar por los aires mientras pescaba en 1979.
Aficionado ¨¦l mismo a la pesca con mosca, McGuinness hizo gala de la paciencia y la cautela propias de ese deporte como jefe negociador del Sinn F¨¦in durante el proceso de pacificaci¨®n. El tr¨¢nsito de la guerra a la paz exig¨ªa un perfil de l¨ªderes quiz¨¢ diferentes al que demandan unos nuevos tiempos tampoco exentos de desaf¨ªos.
La inminente salida de Reino Unido de la UE resucita fantasmas del pasado, como la frontera entre las dos Irlandas, y sacude los cimientos sobre los que se asienta el acuerdo de paz. Pero corresponder¨¢ ahora a una nueva generaci¨®n, libre del estigma del terrorismo, supervisar ese proceso y marcar el rumbo del movimiento republicano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.