Holanda trata de impedir que un ministro turco haga campa?a en R¨®terdam a favor de Erdogan
Si el Gobierno no consigue frenar el viaje, la decisi¨®n recaer¨¢ sobre alcalde de la ciudad portuaria, que debe evitar posibles altercados
El Gobierno holand¨¦s de centro izquierda est¨¢ buscando la forma de impedir, por medios jur¨ªdicos, la visita del ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, a R¨®terdam, prevista para el pr¨®ximo 11 de marzo. Unos 312.000 holandeses son de origen turco y disponen de doble pasaporte, y el pol¨ªtico pretende hacer campa?a entre ellos en favor del refer¨¦ndum que aumentar¨¢ los poderes del presidente de su pa¨ªs, Recep Tayyip Erdogan. De ganar el s¨ª, se convertir¨ªa tambi¨¦n el primer ministro y podr¨ªa gobernar por decreto. La pretensi¨®n supone un choque de valores democr¨¢ticos para un pa¨ªs de la UE como Holanda. Y tambi¨¦n la repulsa del arco pol¨ªtico nacional ante la influencia que pretende ejercer Cavusoglu sobre unos ciudadanos que ¨¦l considera propios, aunque hayan nacido y residan en otro pa¨ªs, han llevado al primer ministro, Mark Rutte, a advertirle a Turqu¨ªa que su ministro no es bienvenido.
Rutte habla en todo momento de ¡°nuestros ciudadanos¡± para referirse a sus compatriotas de ascendencia turca. Cavusoglu hace otro tanto, y apela a la libertad de expresi¨®n para poder convencerles de las ventajas de una consulta en la que pueden votar. Lodewijk Asscher, l¨ªder socialdem¨®crata holand¨¦s, ha repudiado de inmediato la alusi¨®n a dicho derecho fundamental de la siguiente manera: ¡°Los compatriotas del ministro turco viven en Turqu¨ªa, y all¨ª, la libertad de expresi¨®n puede mejorar mucho¡±, ha se?alado. Si los juristas consultados por el Ejecutivo holand¨¦s no encuentran la forma de impedir la visita, la decisi¨®n final quedar¨¢ en manos del alcalde socialdem¨®crata de R¨®terdam, Ahmed Aboutaleb. Para ello, sin embargo, deber¨¢ constatar antes que los ¨¢nimos est¨¢n demasiado alterados y puede haber manifestaciones y des¨®rdenes p¨²blicos en la ciudad portuaria durante la visita.
El roce diplom¨¢tico entre Holanda y Turqu¨ªa pone de manifiesto las consecuencias pol¨ªticas de la inmigraci¨®n, y el vac¨ªo legal que no permite afrontarlas adecuadamente. Si un pa¨ªs pretende cultivar en beneficio propio a los ciudadanos de otro, apelando a su identidad cultural, no hay normas locales o convenios internacionales que puedan contrarrestarlo. En el caso de Turqu¨ªa, Holanda ya choc¨® con Ankara poco despu¨¦s del intento de golpe de Estado de julio de 2016. En febrero de 2017, el ministerio holand¨¦s de Justicia confirm¨® que al menos una veintena de personas hab¨ªan perdido su pasaporte turco, supuestamente requisado por el consulado de Turqu¨ªa. Para recuperarlo, deb¨ªan demostrar en Ankara (adonde viajar¨ªan con un permiso temporal) que no eran seguidores de Fethullah G¨¹llen, el cl¨¦rigo acusado por el Gobierno de organizar la intentona golpista. El temor de los afectados era acabar en la c¨¢rcel si se trasladaban a Turqu¨ªa.?
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