Reacci¨®n en cadena
Los derechos humanos o los compromisos internacionales parecen hoy un valor ¡®vintage¡¯
Ning¨²n Gobierno del mundo estaba preparado para el desaf¨ªo que viene. M¨¢s de cincuenta a?os de teor¨ªas, instituciones, pr¨¢cticas y leyes que parec¨ªan inamovibles son refutadas cada semana. Nadie estaba preparado para que, de pronto, el crecimiento y la pol¨ªtica fueran en sentido contrario a la globalizaci¨®n.
Ahora la ONU, la Uni¨®n Europea, la OTAN y el TLC son instituciones y pactos bajo amenaza, pese al tono moderado de Donald Trump en su primera intervenci¨®n ante el Congreso como presidente de Estados Unidos. Dijera lo que dijera, el magnate no ha dejado de cuestionarlas, igual que su relaci¨®n bilateral con el otro coloso econ¨®mico, China. Entonces, ?qu¨¦ pueden hacer los Gobiernos, c¨®mo establecer las prioridades y para qu¨¦ deben prepararse?
Cada vez que Trump insiste en subrayar su programa electoral, votado por su pueblo, desata una reacci¨®n en cadena que llena de confusi¨®n al mundo y lo pone en un extra?o impasse, incapaz de reaccionar para responder y adecuarse a un escenario en el que "Am¨¦rica es lo primero". Ahora la industria de EE UU tendr¨¢ que emplear estadounidenses como mano de obra porque los inmigrantes est¨¢n siendo deportados y aquellos que se enriquecieron con la globalizaci¨®n tendr¨¢n que pagar m¨¢s impuestos si quieren producir en el exterior. En ese sentido, los Gobiernos europeos tambi¨¦n tendr¨¢n que prepararse para un panorama que va m¨¢s all¨¢ del Brexit porque esa decisi¨®n ha sido un terremoto, especialmente en algunos pa¨ªses del Este que ya empiezan a cuestionar la idea europea.
Estas reacciones afectan a todos y a todo. Y con independencia de los m¨²ltiples y falsos movimientos en las bolsas de valores, tras comprobar que Trump puede sonar durante una hora frente al Congreso como el presidente de la primera potencia mundial y no como un especulador pendenciero, la verdad es que todas las estructuras est¨¢n cuestionadas en este momento.
Ahora el mundo tiene que empezar por mirarse a s¨ª mismo y despu¨¦s observar lo que quede del naufragio de las instituciones con las que crecimos y con las que, en alg¨²n momento, las democracias se consolidaron. Estamos ante un fen¨®meno sin precedentes en el que, por una parte, todos somos hijos de la globalizaci¨®n y, por otra, el futuro empieza por mirarse el ombligo y olvidar que formamos parte de una comunidad internacional.
En medio de todo eso, hay asuntos como los derechos humanos, las conquistas civilizatorias de los ¨²ltimos cien a?os y la capacidad de asumir los compromisos nacionales e internacionales que hoy aparecen como un valor vintage en esta nueva era trumpista en la que prima el rugido de lo elemental, es decir, que cada tribu y cada manada deben proteger a sus miembros, olvid¨¢ndose de los dem¨¢s.
El Gobierno de Washington ya est¨¢ cuarteado. Y adem¨¢s ese extra?o cuento del t¨ªo Vlad¨ªmir va dibujando una relaci¨®n con Rusia en la que todos los d¨ªas aparece implicado un miembro del Gabinete. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que en los pr¨®ximos meses los datos y las investigaciones sobre el esc¨¢ndalo de lo que se dijo o se acord¨® con los altos funcionarios del imperio de Putin ser¨¢n un elemento definitorio de la pol¨ªtica internacional.
Por el momento, ser¨¢ necesario comprarse un espejo en el que mirarse y saber qu¨¦ significa ahora que Francia sea primero, que Espa?a sea primero, que Reino Unido sea primero, que M¨¦xico sea primero y que China sea primero. Y qu¨¦ significa descubrir que el mundo que conformaron las potencias ganadoras y del que han sido administradores y beneficiarios ya no es interesante, resulta aburrido o no forma parte de los objetivos de esa rara excentricidad de la historia llamada Trump.
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