Los idus de Marzo europeos
Los partidos insurgentes libran un radical ataque al orden pol¨ªtico liberal; los grupos que lo defienden no hallan ni estrategia ni unidad
Llegan los idus de Marzo, y el proyecto europeo tiene el flanco expuesto a dos peligrosas cuchilladas. El d¨ªa 15 ¨Clos idus- Holanda acude a las urnas en una cita en la que el partido populista y xen¨®fobo de Geert Wilders tiene opciones para llegar el primero; y Fran?ois Fillon, candidato a la presidencia de los eur¨®filos conservadores franceses, ser¨¢ imputado formalmente por un turbio caso de nepotismo.
Las dos circunstancias invitan a una reflexi¨®n cuyo punto de partida es que, como en el c¨¦lebre d¨ªa del 44 A. C., est¨¢ en gestaci¨®n un radical ataque pol¨ªtico (por supuesto, esta vez, democr¨¢tico y non-violento). Entonces, contra el reci¨¦n nombrado dictator perpetuo, Julio C¨¦sar; hoy, contra el sistema que ha regido las suertes de Europa desde la posguerra. Bruto, Cassio y compa?¨ªa pretend¨ªan, seg¨²n la interpretaci¨®n mayoritaria, frenar la deriva autocr¨¢tica cesarista y regresar a los m¨ªticos viejos valores de la rep¨²blica; Wilders, Le Pen y compa?¨ªa, revertir la din¨¢mica globalizadora/integradora e iniciar un retorno hacia los Estados-naci¨®n. Unos y otros, insurgentes contra las din¨¢micas contempor¨¢neas en nombre de un idealizado pasado.
Subestimar a estas alturas la capacidad de estos insurgentes de asestar pu?aladas pol¨ªticas letales es m¨¢s de cretinos que de optimistas. Son un manipulo pol¨ªtico temible: determinado, a menudo carism¨¢tico, y dotado de toneladas de munici¨®n explosiva. Tienen enfrente partidos en el poder carcomidos por corrupci¨®n end¨¦mica y nepotismo; desgastados por gestiones que han objetivamente dejado atr¨¢s importantes sectores de la ciudadan¨ªa y con el onus de explicar cosas incomprensibles para los ciudadanos de a pie, como los copiosos rescates bancarios que fueron de la mano de dur¨ªsimos recortes en las prestaciones sociales. El desprestigio de la clase dirigente y la ira popular son tales que ni siquiera la acalorada llamada del establishment pol¨ªtico y econ¨®mico brit¨¢nico casi entero logr¨® evitar el Brexit. Es probable que precisamente esa llamada acabara de convencer a muchos ciudadanos a levantar el dedo medio con la papeleta.
Frente a ese grupo aguerrido, con objetivos y mensajes claros, se halla un conjunto muy desdibujado. En el mejor de los casos, sus propuestas -la Europa a varias velocidades o el ¨¦nfasis en la Defensa- parecen meras curas vitam¨ªnicas para un enfermo con un c¨¢ncer muy agresivo. No inspiran. En el peor, se observan se-dicentes defensores del orden liberal que parecen defender m¨¢s el sistema en s¨ª ¨Cy sus sillones- que sus valores. A menudo, para frenar la hemorragia de votos, sus integrantes abrazan ideas de los insurgentes: pero para eso siempre mejor la versi¨®n original.
Un punto de partida m¨¢s inteligente para no sucumbir ante el asalto insurgente parecen los pasajes del Libro Blanco de la Comisi¨®n Europea en los que se reconocen sin ambages los graves errores del pasado reciente.
En esta gran batalla, la tradicionalmente abierta y liberal Holanda es un paso importante, justo antes de la cumbre de Roma, de las elecciones francesas, y con las alemanas a la puerta.
Las victorias del Brexit, Trump y el ¡®no¡¯ al acuerdo con las FARC sugieren que el viento de la historia sopla a favor de los insurgentes. Pero es preciso recordar que, pese a lograr asesinar a Julio Cesar, los insurgentes no pudieron revertir el rumbo pol¨ªtico que se ven¨ªa gestando en Roma desde hac¨ªa d¨¦cadas: lo que vino despu¨¦s no fue el regreso a los viejos valores republicanos, si no la entronizaci¨®n imperial de Octaviano/Augusto. Nunca se sabe lo que va a ocurrir tras un choque radical.
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