Mar¨ªa Eugenia Vidal, ?la Thatcher argentina?
La gobernadora de Buenos Aires abre una guerra a muerte con los sindicatos de maestros que marcar¨¢ todas las dem¨¢s
Pr¨¢cticamente un a?o entero, entre el 6 de marzo de 1984 y el 3 de marzo de 1985, aguantaron los mineros brit¨¢nicos un pulso en forma de huelga contra Margaret Thatcher. Pero perdieron, y esa derrota convirti¨® a la primera ministra en la hero¨ªna del liberalismo. Desde entonces en cada pulso sindical en todo el planeta se recurre a ese ejemplo. Argentina vive estos d¨ªas uno muy intenso y la protagonista, del lado del poder pol¨ªtico, tambi¨¦n es una mujer: Mar¨ªa Eugenia Vidal, la gobernadora de Buenos Aires, la provincia m¨¢s poblada, m¨¢s rica, m¨¢s corrupta, m¨¢s compleja. El coraz¨®n del peronismo. Y enfrente tiene a los poderosos sindicatos de maestros p¨²blicos, peronistas y cercanos a Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, la expresidenta. A los macristas no les gustan los debates ideol¨®gicos y menos que se les asocie con la derecha. Thatcher, adem¨¢s, no tiene buena prensa en Argentina desde la guerra por el control de las Islas Malvinas, en 1982. Pero esta batalla podr¨ªa convertir a Vidal en la Thatcher del macrismo, la ¨²nica que consigui¨® vencer un pulso a los sindicatos peronistas.
Vidal es la pol¨ªtica mejor valorada de Argentina, por encima de su propio jefe, Mauricio Macri. Logr¨® arrebatar Buenos Aires al peronismo, una haza?a impensable. Y ahora se enfrenta con toda la dureza posible a una huelga de maestros que parece el momento clave del Gobierno de Macri despu¨¦s de 15 meses en el poder. Cuatro millones de ni?os que acuden a la escuela p¨²blica llevan casi dos semanas sin clase, mientras las privadas arrancan sin problemas. Los padres est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s desesperados y la presi¨®n crece. A esas escuelas acude no solo la clase media, sino sobre todo los ni?os m¨¢s pobres, con lo que no solo est¨¢n perdiendo clase, tambi¨¦n el comedor donde se alimentan a diario. Por eso la presi¨®n hacia el Gobierno para que negocie un mejor aumento de sueldo con los maestros es cada d¨ªa mayor. Pero tambi¨¦n los sindicatos reciben cr¨ªticas y tienen sus debates internos. Ambos parecen dispuestos a aguantar hasta el final y la batalla se recrudece. De momento el Gobierno lo ha intentado sin ¨¦xito con medidas legales. Ahora parece dispuesto a sacar la artiller¨ªa en modo de informaci¨®n interna de las finanzas de los sindicatos.
La sensaci¨®n de que esta guerra es a todo o nada se ha instalado en la pol¨ªtica argentina. El Gobierno ve detr¨¢s a Kirchner y sostiene que utilizan esta huelga para intentar derribarlo, como hicieron los sindicatos peronistas con los radicales Ra¨²l Alfons¨ªn en 1989 y Fernando De la R¨²a en 2001. ¡°Macri no es De La R¨²a, no lo conocen. Es muy duro. Y Mar¨ªa Eugenia est¨¢ decidida a llevar adelante esta cruzada. Esto es una batalla pol¨ªtica, Baradel [jefe del sindicato de maestros de Buenos Aires] est¨¢ muy vinculado a Cristina Kirchner. Vamos a aguantar¡±, explica un miembro del Gobierno que est¨¢ al corriente de las negociaciones. La batalla, lejos de suavizarse, se recrudece.
La situaci¨®n econ¨®mica, que est¨¢ tardando en recuperarse mucho m¨¢s de lo que preve¨ªa el Gobierno, hace que los sindicatos vean d¨¦bil a Macri. Y ¨¦l necesita una demostraci¨®n de fuerza. La guerra con los maestros parece el escenario elegido para una batalla tal vez inevitable en un a?o electoral ¨Chay comicios en octubre para renovar buena parte del Parlamento- y con el peronismo en plena pelea para ver qui¨¦n se hace con el liderazgo.
En Argentina hay otro componente inesperado: el trotskismo tiene m¨¢s fuerza que en otros pa¨ªses, y presiona dentro de los sindicatos. El propio Baradel tiene una batalla interna con los trotskistas que le empujan para que sea a¨²n m¨¢s duro.
La decisi¨®n final la tiene Macri. Vidal, con una provincia pr¨¢cticamente quebrada que est¨¢ endeud¨¢ndose para sobrevivir, insiste en que no puede ofrecer m¨¢s que el 18% de aumento (los maestros piden un 35%, en un pa¨ªs que tuvo el a?o pasado un 40% de inflaci¨®n y este se espera que supere el 20%). Si al final del a?o la inflaci¨®n es superior a ese 18% -todo parece indicar que ser¨¢ as¨ª- promete compensarles. Para pagar m¨¢s ahora, tendr¨ªa que ayudarle el Gobierno nacional, en manos de su jefe. Pero Macri tambi¨¦n parece dispuesto a dar esta pelea hasta el final para mostrarle a los sindicatos qui¨¦n controla el pa¨ªs.
Toda la pol¨ªtica argentina est¨¢ concentrada en esta batalla. El lunes Rogelio Frigerio, ministro de Interior y hombre clave del macrismo, recib¨ªa a un grupo de corresponsales. Lleg¨® tarde porque estaba con Macri hablando de los maestros. Termin¨® y se volvi¨® otra vez al despacho presidencial, justo encima del suyo, para seguir con el ¨²nico tema del momento en Argentina. Los macristas buscan f¨®rmulas pol¨ªticas para debilitar a su rival y forzarle a ceder. Hasta ahora, Macri hab¨ªa buscado pactos con todos, hab¨ªa evitado huelgas en su primer a?o de mandato, decidi¨® no hacer reformas duras. Se llam¨® ¡°gradualismo¡±. ¡°El gradualismo no es una opci¨®n, es una necesidad en un pa¨ªs con estos problemas de inflaci¨®n, de d¨¦ficit, de pobreza¡±, aseguraba Frigerio a los corresponsales.
Las cosas est¨¢n cambiando. Tanto el presidente como Vidal parecen dispuestos a aguantar un pulso clave. Los maestros tambi¨¦n. El resultado marcar¨¢ un momento en el que por primera vez el Gobierno tiene que salir a decir que aguantar¨¢n hasta el final de la legislatura. Porque ya hay quien lo duda.
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