Tragedia, retos
En un viraje decisivo,el Gobierno est¨¢ hoy a la cabeza de la reacci¨®n ante al desastre peruano
La noticia ya dio la vuelta al mundo: un Ni?o sui generis que est¨¢ afectando al Per¨² y, en menor medida, al Ecuador. Lluvias inclementes durante varias semanas que han generado -s¨®lo en el Per¨²- ya al menos 78 muertos, 20 desaparecidos, 100.000 damnificados y m¨¢s de 130.000 viviendas afectadas. Imposible hablar de otro tema hoy.
Para quienes hemos vivido previos Ni?os en el Per¨², el de este a?o -lo llaman ¡°el Ni?o costero¡±- es el de m¨¢s amplio impacto geogr¨¢fico pues, a diferencia de los de 1983 y 1998, ha cubierto pr¨¢cticamente todas las ciudades grandes y medianas del territorio peruano.
Los especialistas no se ponen de acuerdo a¨²n si estamos frente a un desastre ¡°natural¡± c¨ªclicamente inevitable o si, como parece, estamos, m¨¢s bien, ante una muestra m¨¢s del calentamiento global por los gases de efecto invernadero. Todav¨ªa no est¨¢ claro por cu¨¢nto tiempo m¨¢s se extender¨¢ esta tragedia y cu¨¢ntas v¨ªctimas y da?os adicionales generar¨¢, pero lo que ya viene ocurriendo permite compartir algunas reflexiones.
La primera es que parte de los efectos m¨¢s letales del desastre viene siendo por viviendas construidas en quebradas de zonas como Chosica en donde se cont¨® con inaceptables autorizaciones por autoridades locales para construir viviendas en zonas inundables o de huaicos. Un tema de fondo: aunque parezca incre¨ªble una ciudad con 10 millones de habitantes como Lima carece de un plan de ordenamiento territorial.
La segunda, que si bien el lado ¡°malo¡± emergi¨® tangencialmente en algunos poblados y en nauseabundos mensajes en redes sociales, la constante y destacable conducta de los m¨¢s, es la que cuenta. La solidaridad de muchos, el valor de sacrificados polic¨ªas que han ofrendado su vida para salvar a alguien de un r¨ªo torrentoso, efectivos del Ej¨¦rcito y de la marina e integrantes de brigadas de defensa civil que avisaban de un desborde en marcha arriesgando su propia vida, como se vio en un dram¨¢tico reportaje en la ciudad costera de Trujillo.
La tercera es el impacto severo en la econom¨ªa nacional. Ya con el ¡°efecto Odebrecht¡± la par¨¢lisis de un par de ¡°megaobras¡± de infraestructura anunciaba la reducci¨®n en un punto del crecimiento del PIB previsto para este a?o. La tragedia le restar¨¢ probablemente otro punto m¨¢s de manera que la optimista previsi¨®n de inicios de a?o de crecer cerca de 4% en el 2017 se reducir¨¢ a menos del 2%.
La cuarta: la tragedia en curso y sus posibles efectos pol¨ªticos. ?Qu¨¦ estaba pasando hasta antes del diluvio? Pues, un Gobierno -el de Pedro Pablo Kuczynski- estaba en una suerte de ¡°ca¨ªda libre¡± arrastrado a un escaso 29% de respaldo con s¨®lo siete meses de gesti¨®n gubernamental. Las primeras reacciones frente al desborde la naturaleza -algo tard¨ªas y vacilantes- anunciaban un poco de ¡°m¨¢s de lo mismo¡±. Eso, sin embargo, ha cambiado.
En un viraje decisivo el Gobierno est¨¢ hoy ostensiblemente a la cabeza de la reacci¨®n frente al desastre y sus integrantes se multiplican para estar presentes en los diferentes rincones del pa¨ªs. Quienes han intentado desde fuera del Gobierno aprovechar del contexto para introducir discursos o mensajes politiqueros est¨¢n siendo repudiados. Hay algo de ¡°respuesta nacional¡± que la gente esperaba y que el Gobierno ha empezado a catalizar y liderar. La visibilidad de los ministros en el terreno, la intervenci¨®n ¡°personalizada¡± de Kuczynski en los ¨²ltimos d¨ªas con un discurso ¡°nacional¡± -y el mensaje #UnaSolaFuerza como encabezado de los tuits presidenciales- y las respuestas que la gente empieza a ver, probablemente tengan un impacto importante. Acaso, no pondr¨¢n al Gobierno en una ¡°cresta¡± de la popularidad, pero s¨ª podr¨ªan levantarlo y, lo que es m¨¢s importante, articular la apremiante necesidad de la gente de un discurso nacional, no confrontativo y articulador que en el fondo de sus entra?as la mayor¨ªa reclama.
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