Las dos caras de la moneda ¡®Brexit¡¯
El pesar de unos y la satisfacci¨®n de otros se mezclan en un ambiente general de "la vida sigue"
¡°Todav¨ªa tengo que hacerme a la idea, vaya d¨ªa horrible, lo que de verdad me gustar¨ªa es estar ahora muy lejos, en un lugar remoto...¡±. Vicky confiesa su aprensi¨®n ante lo inexorable del Brexit, mientras despacha las lubinas y lenguados de Cornualles que cada mi¨¦rcoles vende en un mercado callejero del norte de Londres. Una de sus clientas asiente en silencio, pero nadie abre la boca. Los ingleses no son muy dados a este tipo de expresiones p¨²blicas ¨Cal menos que medien varias pintas de cerveza ya entrada la tarde en el pub-, y mucho menos en el d¨ªa D que se?ala la cuenta atr¨¢s para la salida del Reino Unido de Europa. El comentario de la pescadera es una de las pocas excepciones a lo largo de una jornada que discurre como cualquier otra cita semanal en el Farmer?s Market de Swiss Cottage. O en cualquier otro punto de la ciudad.
Todo el mundo sabe que en ese mismo momento, al filo del mediod¨ªa, la primera ministra Theresa May est¨¢ proclamando el adi¨®s a la UE desde la tribuna del Parlamento. Pero el brit¨¢nico es un pueblo pragm¨¢tico, muy contenido en el caso de los ingleses (no tanto escoceses ni galeses) y, bajo esa p¨¢tina de imperturbabilidad y del esp¨ªritu de que ¡°la vida sigue¡±, est¨¢ en realidad a verlas venir. Para bien o para mal despu¨¦s de que el Reino Unido haya decidido ¡°adentrarse en lo desconocido¡±, en expresi¨®n del titular de portada de The Guardian ilustrado con un puzle del mapa europeo en el que las casillas de estas islas han sido desplazadas, dejando un enorme hueco.
El vecino del puesto de Vicky, que vende carne de su granja de Leicestershire (centro de Inglaterra) aparece como la otra cara de la moneda con su enorme sonrisa. Se le nota radiante, pero cuando le preguntamos por el Brexit despacha el asunto con un ¡°es una gran oportunidad¡±. Punto. S¨®lo a base de insistencia conseguimos que Mike nos cuente por qu¨¦ est¨¢ al 100% con la decisi¨®n de May: ¡°Los brit¨¢nicos no firmamos (la adhesi¨®n, en 1973) para cumplir las ¨®rdenes de los bur¨®cratas de Bruselas, lo ¨²nico que quer¨ªamos era el mercado ¨²nico¡±.
La inquietud ante el impacto econ¨®mico que pueda tener la salida precisamente de ese mercado europeo ¡°es cosa de los londinenses, porque a nosotros, la gente del campo, nos gusta la idea de ir solos, a nuestro aire, y estamos seguros de que saldremos adelante¡±, sostiene en l¨ªnea con la optimista y un tanto arrogante proclama servida en primera p¨¢gina del Daily Mail (¡°!Libertad!¡±).
¡°Los brit¨¢nicos tienen la gran ventaja de la libra, eso lo saben bien tantos franceses que est¨¢n hartos de Europa pero atados al euro¡±, asiente Pierre, que lleva muchos a?os en Londres al frente de su puesto de quesos y embutido de su pa¨ªs de origen. Al parisino no le gusta c¨®mo ha evolucionado la UE en los ¨²ltimos a?os (¡°somos demasiados, no ten¨ªa que haber entrado todo el bloque del este¡±) y considera que acuerdos comerciales como el reci¨¦n cerrado con Canad¨¢ anuncian una invasi¨®n de productos extranjeros en detrimento de los locales. Los j¨®venes italianos que venden productos de su tierra en el mercadillo prefieren no hacer comentarios. Como muchos ciudadanos comunitarios residentes en el Reino Unido est¨¢n en una actitud de cuerpo a tierra. Quienes regentan otros chiringuitos expresi¨®n de la multiculturalidad ¨Cel puesto de falafel, el de platillos jamaicanos o el de fideos tailandeses- no muestran la m¨¢s m¨ªnima curiosidad: el asunto no va con ellos.
¡°No tienes que preocuparte de nada, nosotros los franceses, los espa?oles o los italianos no vamos a tener ning¨²n problema, s¨®lo hay que arreglar lo del permiso de residencia¡±, me asegura un convencido Pierre. Mucho menos optimista se muestra una catalana que trabaja en la otra punta de la ciudad como gestora de inversi¨®n en la City ¨Cpide que no se reproduzca su nombre- a la hora de explicar el estado de ¨¢nimo entre sus colegas. ¡°Hoy es un d¨ªa triste para la City. El Brexit plantea muchas dudas sobre la condici¨®n de Londres como centro financiero, porque los bancos y gestoras de fondos usamos un 'pasaporte' que nos permite operar en Europa. No se sabe si este 'pasaporte' se mantendr¨¢, y su ausencia har¨ªa ilegal la venta de muchos productos en Europa, con la consiguiente ca¨ªda de beneficios, y la necesidad de ampliar las oficinas en otros pa¨ªses de la UE.
Ahora todo depende de lo que negocien¡±. El Times, un diario que nunca ha sido filoeuropeo pero que al tiempo ha defendido la necesidad de la permanencia en la Uni¨®n (un ¡°no nos gusta pero la necesitamos¡±, resumir¨ªa su posici¨®n) resum¨ªa ese sentir con una advertencia en su portada: ¡°Los ojos de la historia nos vigilan¡±.
Muy lejos del mundillo financiero, Mike recoge sus b¨¢rtulos al principio de la tarde con la convicci¨®n de que el d¨ªa de ma?ana y los siguiente no van a ser muy diferentes para ¨¦l. Si acaso se sentir¨¢ todav¨ªa m¨¢s orgulloso de su britishness. Para Vicky, hija de una familia de activistas pro-UE que desmiente la noci¨®n de la eurofobia un¨¢nime entre los pescadores (¡°la cuesti¨®n de las cuotas no es s¨®lo europea¡±), ha sido una jornada nefasta. A sus treinta y pocos a?os encarna el rostro m¨¢s abierto de los j¨®venes brit¨¢nicos, aquellos que quieren vivir y viajar por una Europa sin fronteras. Como ella misma, que cuando puede se escapa a Espa?a para disfrutar de su pasi¨®n por el f¨²tbol y la buena comida, y que ayer no quer¨ªa estar en el epicentro del terremoto del Brexit, sino tom¨¢ndose unas navajas en Cal Pep de Barcelona.
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