La frustraci¨®n pol¨ªtica narcisista
Trump no podr¨¢ deportar a 11 millones de inmigrantes sin quebrar la econom¨ªa yanqui
Mi formaci¨®n como novelista me obliga a estudiar diversas personalidades, a interpretar el lenguaje corporal y a describir la evoluci¨®n de las facciones del rostro, entre otras curiosidades propias de mi profesi¨®n. En el caso de Donald Trump me llama la atenci¨®n la inmensa cantidad de frustraciones que enfrenta en el d¨ªa a d¨ªa al no poder imponer sus puntos de vista con un pu?etazo intimidatorio asestado encima de su lujoso escritorio de caoba en su oficina del Sal¨®n Oval. Imposible olvidar cuando Nikita Jruschov golpe¨® furioso, primero con los pu?os y luego con su zapato, el estrado desde donde daba un discurso de protesta en la ONU, en octubre de 1960.
Trump pasar¨¢ dif¨ªciles momentos de contenci¨®n desde que no puede patear en el trasero, por elemental decoro, a sus propios correligionarios republicanos, para ya ni hablar de los dem¨®cratas. Faltar¨ªan ¨¢rboles en Washington para colgar, a su gusto, a los directivos del FBI, de la CIA, a los editores de The New York Times, a los periodistas de las cadenas de radio y televisi¨®n, a los caricaturistas, a los geniales autores de memes, a Angela Merkel, a Fran?ois Hollande y, ?por qu¨¦ no?, a Enrique Pe?a Nieto, el insolente jefe de Estado mexicano que se niega a pagar el muro y se atreve a cancelarle entrevistas al ¡°amo del mundo¡±.
Trump pasar¨¢ momentos de contenci¨®n desde que no puede patear en el trasero a sus propios correligionarios republicanos
Trump est¨¢ a acostumbrado a imponer sus decisiones por medio de la violencia verbal a sus colaboradores, socios y hasta banqueros, a quienes intimida con sus actitudes, su voz y sus amenazas. Sabe que mientras m¨¢s crezca ¨¦l, m¨¢s se disminuir¨¢n los terceros en una confrontaci¨®n de negocios. S¨ª, pero ahora en la Casa Blanca la situaci¨®n es diferente desde que tiene que lidiar con un monstruo llamado oposici¨®n y otro, espantoso, conocido como instituciones republicanas. ?Conclusi¨®n? No poder hacer lo que le viene en gana constituye un escollo inadmisible para su personalidad narcisista, incapaz de resistir opiniones contrarias a la suya, desde que ¨¦l es titular inapelable de la verdad absoluta.
Cuando Eisenhower llevaba dos a?os en la Casa Blanca lleg¨® a confesar: ?Cu¨¢nto trabajo me ha costado aprender a ser presidente de Estados Unidos! Extra?aba, tal vez, la existencia de una escuela para presidentes, de modo que las consecuencias y los beneficios de tan dif¨ªcil e inoportuno aprendizaje, no los padecieran ni sus gobernados ni el mundo entero. ?En qu¨¦ universidad, si no en la despiadada pr¨¢ctica, podr¨ªa aprender Trump a seducir a su Congreso?
Trump advirti¨® en la campa?a: ?Acabar¨¦ de un plumazo con el Tratado de Libre Comercio con M¨¦xico! No ha podido ni podr¨¢ lograrlo, salvo una que otra adecuaci¨®n para salvar la fachada. La derogaci¨®n del tratado equivaldr¨ªa a darse un balazo en el paladar. ?Qu¨¦ sentir¨¢ un narcisista al tener que deglutir sus palabras en p¨²blico como si masticara un rat¨®n vivo y se lo tragara sin proferir queja alguna? Trump no podr¨¢ deportar a 11 millones de inmigrantes salvo que pretenda quebrar a la econom¨ªa yanqui; Trump miente al publicar el n¨²mero de empleos creados en los ¨²ltimos dos meses; falt¨® a la verdad al atacar a Barack Obama con la interceptaci¨®n de llamadas; enga?¨® al revelar el importe del famoso muro (ahora parece ser digital) ante la incapacidad de conseguir los recursos para su construcci¨®n; Trump minti¨® al se?alar que acabar¨¢ en 30 minutos con el ISIS y en otro tanto con los talibanes, al igual que prometi¨® someter a Corea del Norte, sin pensar que los chinos protestar¨ªan con la debida severidad.
Trump advirti¨®: ?Acabar¨¦ con el Tratado de Libre Comercio! No ha podido ni podr¨¢ lograrlo
Desde que Trump lleg¨® a la Casa Blanca ha recibido rechazo tras rechazo, derivados de las instituciones estadounidenses. Su mirada delata cansancio; el peso de su narcisismo, su peor enemigo, se evidencia en sus crecientes ojeras y en el notable envejecimiento dibujado en su rostro. S¨ª, lo evidente no requiere prueba, pero Trump no tiene imaginaci¨®n de las consecuencias que acarrear¨ªa el intento de construir su muro en territorio mexicano, obviamente por la fuerza. El rencor hist¨®rico de M¨¦xico se desbordar¨ªa en la frontera. Espero que alguien le explique que invadir un pa¨ªs no es lo mismo que construir un campo de golf en el Doral¡
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