La Ciudad de M¨¦xico se llena de ¡®roomies¡¯
El alto costo de las rentas dispara el n¨²mero de personas que buscan una vivienda compartida
Donde cabe uno viven dos¡ o tres. Eso es lo que piensan cientos de miles de j¨®venes y no tan j¨®venes en la Ciudad de M¨¦xico que migran hacia un modelo compartido de vida y de vivienda. Deseos de independencia, conocer nuevas personas y recuperar el tiempo perdido en los traslados al trabajo son algunas de las razones que orillan a una nueva generaci¨®n de capitalinos a abandonar el nido familiar.
Para la mayor¨ªa, sin embargo, los motivos son menos rom¨¢nticos. Un 65,7% lo decide para reducir costos y tener un mejor nivel de vida a precios m¨¢s asequibles, seg¨²n un estudio de la consultora Atlantia Search. La ecuaci¨®n es simple. El ingreso promedio de los capitalinos ha crecido en los ¨²ltimos cinco a?os a una tasa de un 1,4% anual, mientras que las rentas han subido un 3,3% durante el mismo periodo, seg¨²n datos oficiales.
El aumento es m¨¢s escandaloso si se toma como referencia los portales privados de bienes ra¨ªces. El alquiler de un departamento en la capital val¨ªa en octubre de 2013 poco m¨¢s de 11.600 pesos (unos 580 d¨®lares) y actualmente se cotiza como media en 19.000 pesos (unos 950 d¨®lares), seg¨²n el sitio especializado Propiedades.com. Es un alza de m¨¢s del 63% en poco m¨¢s de cuatro a?os. Esto supone un escenario desalentador para un trabajador que gana alrededor de 9.000 pesos al mes (450 d¨®lares) y a¨²n m¨¢s complejo para una profesionista capitalina, cuyos ingresos no superan los 7.000 pesos (350 d¨®lares) en promedio, seg¨²n la Secretar¨ªa del Trabajo.
"Hay m¨¢s demanda que oferta, por cada seis personas que quieren un lugar hay una que est¨¢ buscando un compa?ero de piso", se?ala Pamela Olvera, cofundadora de Dada Room, una plataforma digital que funciona como una celestina entre personas que quieren compartir una vivienda. La empresa, con presencia en seis pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, ten¨ªa 35.000 usuarios en 2013, ahora rebasa los 500.000 y la gran mayor¨ªa son chilangos.
"Nuestra comunidad ha crecido, pero atribuimos este crecimiento al fen¨®meno que se vive en las grandes urbes como la Ciudad de M¨¦xico", agrega. Es un mercado en ciernes. El estudio de Atlantia, comisionado por Dada, establece incluso que seis de cada 10 personas llegan a un nuevo sitio por recomendaciones boca a boca, el 40% por redes sociales y menos de una quinta parte lo hace por plataformas digitales.
Los factores econ¨®micos se han combinado tambi¨¦n con un cambio de valores. Solo un 15% de los mexicanos cre¨ªan a principios de los ochenta que la independencia era una cualidad que deb¨ªa inculcarse en los j¨®venes, ese porcentaje roza el 40% actualmente, seg¨²n la Encuesta Mundial de Valores. La idea de salir de casa de los padres casado y con el sueldo para mantener una familia ha dejado de ser una prioridad para gran parte de la generaci¨®n millennial.
Esa revoluci¨®n cultural choca con los requisitos que se solicitan cuando se negocia un contrato de compraventa o alquiler para una sola persona: tener un aval, una antig¨¹edad considerable en un puesto de trabajo e ingresos estables y considerables. Existe la dificultad a?adida de que en M¨¦xico no existe ninguna clase de est¨ªmulo ni apoyo econ¨®mico del Gobierno para que los j¨®venes salgan del nido familiar, como s¨ª sucede en algunos pa¨ªses europeos.
Las antiguas tendencias urban¨ªsticas tambi¨¦n han alentado un esquema compartido. Las viviendas de dos o tres habitaciones, pensadas para un modelo de familia que proliferaba en los setentas y ochentas, cuando la tasa de natalidad en el pa¨ªs rebasaba los seis y los cuatro hijos por mujer, se adaptan mucho mejor a compartir un apartamento que a habitarlo de forma individual.
"La ¨²ltima vez que busqu¨¦ un roomie, las personas se abalanzaban, se peleaban literalmente por pasar el casting", afirma el veracruzano Iv¨¢n Romero, de 32 a?os, que se mud¨® a la Ciudad de M¨¦xico hace cuatro a?os y comparte un apartamento con dos personas en la c¨¦ntrica colonia Narvarte. Romero ha tenido 10 compa?eros de piso en los ¨²ltimos cuatro a?os y admite que, aunque la basura, los platos sucios y las parejas par¨¢sito de sus inquilinos han sido un reto, vivir en un sitio cercano a su trabajo y con una calidad de vida razonable no hubiera sido posible de haber vivido solo.
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