Realismo puro y duro
Los halcones vuelven a definir la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos
Tanto en la academia como en la diplomacia, el debate sobre la pol¨ªtica exterior estadounidense ha estado marcado por oleadas. Una multiplicidad de temas con peso causal variable: las instituciones del liberalismo internacional, la consiguiente cooperaci¨®n, la ideolog¨ªa, la identidad, la burocracia, la normatividad prevaleciente y tantos otros. Las bibliotecas no pueden aburrir, hay para el gusto de cada lector.
Al final del d¨ªa, sin embargo, siempre se vuelve al realismo. Esa a?eja noci¨®n que dice que en un sistema internacional en anarqu¨ªa los Estados deben luchar por su supervivencia. Ello los convierte en entidades unificadas y racionales que maximizan su seguridad. Es decir, poder, para lo cual el uso de la fuerza no debe verse como una anomal¨ªa. Ni mucho menos, el gran General chino Sun Tzu hab¨ªa escrito algo parecido en el siglo V, A.C.
Desde luego, el valor anal¨ªtico de dichas proposiciones est¨¢ directamente correlacionado con el tama?o y el poder¨ªo militar de un Estado. En l¨ªnea con estas predicciones, todo presidente de Estados Unidos ha tenido as¨ª su bautismo de fuego. Ello literalmente, su propia crisis internacional que lo obliga a mostrarse certero y resoluto para graduarse de comandante en jefe; a¨²n si muchas veces exageradamente resoluto y no tan certero.
El bautismo de Trump ha sido este ¨²ltimo jueves, bombardeando la base de la Fuerza A¨¦rea siria de Shayrat desde la cual pocos d¨ªas antes hab¨ªan partido los ataques con armas qu¨ªmicas contra las fuerzas rebeldes y la poblaci¨®n civil. Las im¨¢genes de los ni?os muertos cuentan la tragedia. Y no fue la primera vez.
La decisi¨®n se tom¨® dos d¨ªas despu¨¦s de intentar una resoluci¨®n en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que fue bloqueada por Rusia. Los 59 misiles Tomahawk fueron justificados en defensa del inter¨¦s nacional y para impedir la proliferaci¨®n de armas qu¨ªmicas y cr¨ªmenes de guerra. De pronto se vio un gobierno emp¨¢tico y humanitario, sobre todo en las declaraciones de la embajadora ante Naciones Unidas Nikki Haley.
Por ello el ataque sorprendi¨® a propios y extra?os, dentro y fuera de Estados Unidos. Marca una diferencia con Obama, reticente a actuar militarmente en una guerra de seis a?os. Y tambi¨¦n distingue a Trump de s¨ª mismo, hasta ahora reacio a involucrarse directamente en dicho conflicto. No est¨¢ claro a¨²n si el ataque es el inicio de una estrategia integral para la regi¨®n.
La presente crisis internacional debe leerse en varias claves simult¨¢neas. Primero en t¨¦rminos de la conformaci¨®n del propio gobierno, tarea incompleta y con contradicciones en varias ¨¢reas. Tal vez una cierta coherencia est¨¦ tomando forma. La remoci¨®n del asesor Bannon del Consejo de Seguridad Nacional, y con ello la eliminaci¨®n de sus distracciones, permiti¨® a los profesionales del establishment tomar las riendas.
As¨ª, previo al ataque, Trump fue informado de las opciones militares por el Secretario de Defensa Mattis y el Consejero de Seguridad Nacional McMaster, ambos generales con experiencia en el Medio Oriente. Halcones los dos, pero que dan prioridad a la seguridad nacional en lugar de a la pretensi¨®n de reorganizar las instituciones y el perfil demogr¨¢fico del pa¨ªs.
Una segunda clave es que enfocarse en problemas concretos de la pol¨ªtica exterior, abandonando el constructivismo social neo-fascista de Bannon, le ha permitido a Trump verse presidencial precisamente en un momento de intensos cuestionamientos pol¨ªticos y legales a su gesti¨®n. Ello se observa en el apoyo que recibi¨® de parte de legisladores de ambos partidos, a¨²n de aquellos m¨¢s cr¨ªticos como los Republicanos McCain y Graham y el Dem¨®crata Cardin.
Y, precisamente, una tercera clave para leer este ataque tiene que ver con dichos cuestionamientos. Ya es f¨¢cil imaginar los tweets de Trump. Seguramente nos dir¨¢ el presidente en los pr¨®ximos d¨ªas que jam¨¢s podr¨ªa estar en colusi¨®n con Putin quien ataca a su aliado hist¨®rico en el Medio Oriente, el r¨¦gimen sirio de la familia Assad.
Si esa fuera la motivaci¨®n principal del bombardeo, neutralizar la presi¨®n del Congreso, la explicaci¨®n tendr¨¢ que ver menos con los actos de un estadista que con los nervios de un presidente en apuros. El jurado no ha emitido sentencia todav¨ªa.
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