Le Pen, la patrona de los perdedores de la globalizaci¨®n
La jefa del FN se erige como la protectora de la clase trabajadora frente a la inmigraci¨®n y las ¨¦lites
No es el eslogan oficial, pero s¨ª el que mejor define al partido y a la candidata. Lo corea el p¨²blico durante el ¨²ltimo mitin de Marine Le Pen, jefa del Frente Nacional, en Marsella, en el vivero de la extrema derecha que es el sureste de Francia. ¡°?Estamos en nuestra casa!¡±, gritan miles de personas esta noche en el ambiente febril de fin de campa?a. Es un regreso a las ra¨ªces, a los fundamentales, por usar el vocabulario de los propios l¨ªderes del FN, al mensaje que de verdad galvaniza a las bases: la mano dura con los inmigrantes y la protecci¨®n de las fronteras. ¡°Yo ser¨¦ la presidenta que os proteja¡±, promete.
Hay electricidad en la sala de conciertos donde se celebra la ¨²ltima kerm¨¦s frentista de la campa?a. Espont¨¢neamente el p¨²blico se arranca a cantar La Marsellesa. O vuelve, como un c¨¢ntico en un estadio de f¨²tbol, al on est chez nous: estamos en nuestra casa. Francia como un hogar al que "le han quitado las puertas y la ventanas¡±, dice Le Pen, y al que es necesario volver a poner un candado para impedir que entren ¡°los ladrones¡± o se transforme en un ¡°gran squat¡±, un gran terreno okupa.
Jean-Marie Le Pen, patriarca del partido y padre de Marine, con la que est¨¢ enemistado, podr¨ªa sentirse orgulloso. ¡°Lo que su padre dec¨ªa hace 40 a?os es lo que est¨¢ pasando ahora¡±, dice entre el p¨²blico Celia Gonfond, una mujer de Castell¨®n que se cas¨® con un camionero franc¨¦s hace cuatro d¨¦cadas y desde entonces vive en Francia. "Aqu¨ª se respetan las leyes de la Rep¨²blica. Yo me integr¨¦", explica. Y cuenta una an¨¦cdota: ¡°Una vez lo escuch¨¦ en la radio a uno que dec¨ªa: ¡®Yo no obedezco a la Rep¨²blica francesa, obedezco a Al¨¢¡±.
Llega Marine ¡ªas¨ª la llaman: ni el apellido ni el nombre del partido aparecen en la escenograf¨ªa del mitin¡ª y la sala estalla. ¡°He venido a Marsella para lanzar un mensaje de insurrecci¨®n nacional, una insurrecci¨®n de insumisos para devolver Francia a su pueblo¡±, anuncia. ¡°El sistema se est¨¢ desmoronando ante nuestros ojos¡±.
La candidata se presenta como la protectora ben¨¦vola del territorio, la seguridad y el estado del bienestar
Las elecciones del domingo se plantean como el ahora o nunca, la oportunidad para darle donde m¨¢s duele a ¡°las ¨¦lites¡±, a ¡°la oligarqu¨ªa¡±, a los ¡°inmigracionistas¡± y a los que ¡°est¨¢n sometidos a la Uni¨®n Europea¡±. En definitiva, a quienes, al contrario que ella, no colocan ¡°el inter¨¦s del pueblo franc¨¦s por encima de todo¡±.
?Carism¨¢tica? No. Lee sus discursos. Casi nunca se sale del gui¨®n. Le cuesta abandonar el tono crispado.
Pero nadie, con la excepci¨®n del izquierdista Jean-Luc M¨¦lenchon, tiene un mensaje tan di¨¢fano y contundente como el de Le Pen. Una palabra clave: protecci¨®n. Le Pen promete que proteger¨¢ a los franceses desamparados ante las fuerzas de la globalizaci¨®n y la inmigraci¨®n. Dice que proteger¨¢ la cultura francesa amenazada por una supuesta islamizaci¨®n. Y que proteger¨¢ el modelo franc¨¦s, un estado del bienestar en aparente peligro por los recortes que impone el neoliberalismo salvaje.
Todo esto promete Marine Le Pen, y as¨ª sintoniza con una clase obrera que hace cuarenta a?os habr¨ªa votado al Partido Comunista y que hoy, lo que queda de ella, puede lanzarse en brazos del Frente Nacional.
La l¨ªder de FN llama a una ¡°insurrecci¨®n¡± en las urnas ante ¡°un sistema que se desmorona"
En 1981 el PCF ya hac¨ªa campa?a contra la inmigraci¨®n, ¡°esta esclavitud moderna¡± que provocaba un aumento del paro y una degradaci¨®n de las condiciones laborales. ¡°Hay que parar la inmigraci¨®n, la legal y la clandestina¡±, dec¨ªa su l¨ªder, el prosovi¨¦tico Georges Marchais. A los comunistas de entonces se les acusaba de ser ¡°el partido de Mosc¨²¡±, etiqueta que ahora recibe el FN de Le Pen, la candidata m¨¢s pr¨®xima al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin.
La evoluci¨®n del FN es sutil, y, pese a las tensiones, no supone una ruptura con el partido que fund¨® el padre. S¨ª, Marine Le Pen se apropia de las banderas del laicismo y el feminismo como arma ret¨®rica contra el islam. O se postula como aut¨¦ntica defensora de los valores republicanos de los que el partido original recelaba. La pol¨ªtica econ¨®mica de este partido, alineado en los ochenta con el liberalismo de corte reaganiano, tiene hoy un aire de familia con el populismo de izquierdas. Pero la especificidad de Le Pen es que conecta esta pol¨ªtica de izquierdas con la pol¨ªtica de la preferencia nacional: derechos sociales amplios, s¨ª, pero s¨®lo para los franceses.
Gonfond, la inmigrante de Castell¨®n, cuenta que, para obtener su pensi¨®n de jubilaci¨®n, despu¨¦s de trabajar 34 a?os en Francia, tuvo que llevar una carpeta llena de documentos, y se queja de que inmigrantes reci¨¦n llegados cobran la misma pensi¨®n sin haber trabajado y sin pasar por la burocracia que a ella se le exigi¨®. ¡°Y cuando vamos a la farmacia, pagamos los medicamentos. ?Y ellos, los clandestinos, no?¡±
Estado del bienestar y pol¨ªtica de inmigraci¨®n: todo est¨¢ conectado, y aqu¨ª, nada ha cambiado. El FN sigue siendo el FN.
Prueba decisiva para la l¨ªder del Frente Nacional
Con la ventaja en los sondeos reducida, tras una campa?a desdibujada y marcada por los asuntos judiciales que tambi¨¦n a ella le persiguen, Marine Le Pen recupera el discurso contra la inmigraci¨®n que est¨¢ en el ADN del partido. Gira a la derecha para cubrir todos los flancos.
Su ¨²ltima propuesta estrella: una moratoria a la inmigraci¨®n en cuanto gane las elecciones, una medida con ecos del cierre de las fronteras del presidente estadounidense Donald Trump tras llegar al poder en enero.
Las elecciones del 23 de abril y el 7 de mayo son la prueba quiz¨¢ definitiva para ella. Su hora de la verdad.
En 2011 tom¨® las riendas de partido fundado por su padre, el viejo caudillo ultra Jean-Marie Le Pen. Se enfrent¨® a ¨¦l y se enemistaron. Entonces ella puso en marcha una operaci¨®n cosm¨¦tica para modernizar al FN. Se trataba de desdemonizarlo, limpiar sus aristas m¨¢s desagradables, todo aquello que le convierte en un partido paria, relegado en los aleda?os de la vida democr¨¢tica. En 2012 se present¨® a las presidenciales, sin ¨¦xito.
Los sondeos prev¨¦n que el todos contra Le Pen frustrar¨¢ sus aspiraciones en la segunda vuelta. Pero seguramente haya ganado la batalla de las ideas: la salida de la UE o la identidad francesa dominan la campa?a.
Un nuevo fracaso puede ser el fin de su carrera pol¨ªtica y la apertura de una batalla interna entre los partidarios de modernizar el partido, convertirlo en una formaci¨®n m¨¢s soberanista que de extrema derecha, y el ala ultra.
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