Nick Clegg: ¡°La izquierda tendr¨¢ que reinventarse¡±
Como l¨ªder del partido Liberal-Dem¨®crata logr¨® un ¨¦xito sin precedentes. Su pacto con Cameron le llev¨® a la vicepresidencia del Gobierno brit¨¢nico, antes de precipitar su ca¨ªda. Ahora planta cara al ¡®Brexit¡¯ duro
La pol¨ªtica en Occidente es un campo de batalla en el que, cada vez m¨¢s, se difuminan las categor¨ªas de derechas e izquierdas y cobra protagonismo el enfrentamiento entre los partidarios de subir los puentes levadizos y los defensores de mantenerlos abiertos, de sociedades abiertas o cerradas. Un pulso que abre inquietantes brechas entre j¨®venes y mayores, ciudades y campo, clases pr¨®speras y desfavorecidos. La trayectoria y discurso de Nick Clegg arroja luz sobre esta gran metamorfosis de la arena pol¨ªtica occidental. Su partido, el liberaldem¨®crata, es la voz m¨¢s expl¨ªcita en defensa de las sociedades abiertas en el Reino Unido contempor¨¢neo.
Clegg, de 50 a?os, lider¨® la formaci¨®n hacia un hist¨®rico ¨¦xito electoral en 2010 y fue vicepresidente del Gobierno brit¨¢nico hasta 2015 en coalici¨®n con los conservadores de David Cameron. Tras el desgaste de esa dif¨ªcil cohabitaci¨®n en plena resaca de la crisis econ¨®mica de 2008, sufri¨® en las legislativas de 2015 una dura derrota, por la que dimiti¨® como l¨ªder del partido. Pero mantuvo el esca?o en Westminster y, con su perfil cosmopolita y elaborada dial¨¦ctica, es uno de los referentes del ahora debilitado frente de quienes se oponen al Brexit duro de Theresa May.
La entrevista ¡ªconcedida en Madrid, donde Clegg acudi¨® para dar una conferencia en la Fundaci¨®n Rafael del Pino¡ª se celebra dos d¨ªas despu¨¦s del sorpresivo anuncio de elecciones anticipadas en su pa¨ªs. Clegg, que volver¨¢ a competir para obtener un esca?o, ofrece un an¨¢lisis inquietante del momento pol¨ªtico brit¨¢nico. ¡°La convocatoria es una maniobra para explotar la debilidad del partido laborista, con un l¨ªder, Jeremy Corbyn, con grandes problemas de credibilidad. Por otra parte, Theresa May sabe que pronto la realidad del Brexit va a remplazar la utop¨ªa del Brexit. As¨ª que para ella, es mejor convocar elecciones ahora que m¨¢s adelante. Busca una mayor¨ªa tan grande como para hacer lo que quiera. Un mandato para imponer cualquier Brexit. Intenta, con el apoyo muy agresivo de los intereses comerciales y de la prensa af¨ªn, no solo ganar el refer¨¦ndum sino tambi¨¦n destruir a la oposici¨®n¡±, argumenta Clegg. ¡°As¨ª que la clave de estas elecciones es m¨¢s que un debate sobre el Brexit, es qu¨¦ tipo de democracia queremos en Westminster. Estamos ante un momento importante para la cultura pol¨ªtica brit¨¢nica. ?Vamos a vivir en una sociedad con un partido y un primer ministro ¡ªacompa?ados por todos esos intereses poderosos¡ª que aniquilan a toda la oposici¨®n o vamos a recuperar las muy brit¨¢nicas tradiciones del debate, el equilibrio y la transparencia?¡±.
La batalla por el Brexit obviamente marca la incipiente campa?a. Si el refer¨¦ndum de junio de 2016 trat¨® sobre la permanencia o abandono de la UE, el resultado de estas legislativas tendr¨¢ una influencia decisiva en la definici¨®n conceptual del acuerdo que buscar¨¢ el Reino Unido con los Veintisiete. ¡°Nosotros defenderemos dos ideas. La primera es que hay varios tipos de Brexit: duro, suave, r¨¢pido, lento. Diremos que elegir un modelo duro, radical, extremo, que represente una ruptura completa, no solo en las instituciones pol¨ªticas sino tambi¨¦n en las acad¨¦micas, aduaneras, etc¨¦tera, no es necesario y va a hacer mucho da?o a la sociedad brit¨¢nica. Segundo, vamos a decir que no puede ser que la decisi¨®n final sobre el acuerdo la tome solo May y un grupo de pol¨ªticos en Westminster. No, tiene que regresar al pueblo¡±, sostiene.
¡°La convocatoria de elecciones que ha hecho May es una maniobra para explotar la debilidad del partido laborista de Corbyn¡±
La cuesti¨®n de la celebraci¨®n de un segundo refer¨¦ndum toca una fibra muy profunda. El ex primer ministro laborista Tony Blair, entre otros, dio un paso al frente para agitar la idea, pero las fuerzas que propugnan esa hip¨®tesis parecen todav¨ªa muy d¨¦biles. ?Es realista pensar en la conformaci¨®n de una plataforma com¨²n, entre sociedad civil y pol¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de las l¨ªneas partidistas, que trabaje de forma coordinada en aras de un Brexit suave y de una consulta sobre el acuerdo final? ¡°No en estas siete semanas [hasta las elecciones del pr¨®ximo 8 de junio]. El mapa pol¨ªtico no cambiar¨¢. Pero en el largo plazo el panorama pol¨ªtico s¨ª. El laborismo cae por razones estructurales, mucho m¨¢s potentes que el liderazgo actual. La izquierda en Reino Unido tendr¨¢ que reinventarse en los pr¨®ximos a?os. Por otro lado, hay esta reencarnaci¨®n del grupo conservador, convertido en un partido nacionalista, m¨¢s ingl¨¦s y menos brit¨¢nico. Evidentemente las fuerzas que se oponen a ese proyecto no tienen alternativa: ?hay que cooperar!¡±, alega.
Clegg ofrece duras consideraciones sobre el partido conservador. ¡°Los tories son uno de los partidos m¨¢s exitosos del mundo democr¨¢tico porque les interesa el poder m¨¢s que cualquier otra cosa. Pueden decir una cosa y hacer otra sin problema. Los objetivos cambian, la clave es controlar el poder. Ellos est¨¢n dispuestos a considerar todo como un instrumento para mantenerse en el poder, incluido el futuro del pa¨ªs. Ahora afrontamos un riesgo de ruptura del Reino Unido, un gran riesgo para la econom¨ªa, una traici¨®n a las j¨®venes generaciones. Pero no les importa, mientras sigan en el poder, eso es lo que cuenta. Theresa May comparte esta cultura tory¡±.
¡ª?C¨®mo es ella en la acci¨®n de gobierno?
¡°Los ¡®tories¡¯ son uno de los partidos m¨¢s exitosos del mundo democr¨¢tico porque les interesa el poder m¨¢s que cualquier otra cosa¡±
¡ªComo uno se la imagina. Muy organizada, muy met¨®dica. Es excelente en entornos en los que controla todo. Ser ministra del Interior era perfecto para ella, instalada en el sector del Gobierno con la estructura jer¨¢rquica y la cadena de mando m¨¢s clara. Lo hizo bien. Pero no es una pol¨ªtica especialmente innovadora, ¨¢gil. No mostraba gran curiosidad por otras ¨¢reas fuera de sus responsabilidades. Y la realidad tiende a colocar a los pol¨ªticos frente a problemas que requieren agilidad. Hasta el momento ha podido controlar bastante todo en sus t¨¦rminos, pero eso no durar¨¢. No, sin duda, en las negociaciones con los Veintisiete. El gran problema es que tiene un m¨¦todo de trabajo bueno para Whitehall (cuerpo de administraci¨®n brit¨¢nico), pero no para las tareas que tiene por delante. Se necesita sutileza, agilidad, inteligencia emocional.
Clegg muestra su inquietud ante la brecha generacional que se ensancha con el Brexit que empuja May. ¡°El 70% de los j¨®venes entre 18 y 24 votaron por un futuro diferente del que van a tener con May. Por eso soy pesimista en el medio plazo. En el largo, no creo posible que en una democracia madura las viejas generaciones impongan su visi¨®n de futuro a las j¨®venes que no la votaron y no la quieren. No es sostenible. La cuesti¨®n pol¨ªtica es c¨®mo mantener la energ¨ªa y la participaci¨®n de los j¨®venes. El peligro m¨¢s grande es que no participen¡±.
La fractura generacional es una de las fallas expuestas por el gran reflujo antiglobalizaci¨®n ¡ª contrario al libre comercio y a la inmigraci¨®n¡ª de los ¨²ltimos a?os, y del que el Brexit y la victoria de Trump son dos grandes s¨ªmbolos. La brecha entre urbes por un lado, y campo y periferias por otro tambi¨¦n es grave. Pero Clegg considera que la clave de la b¨®veda es la cuesti¨®n econ¨®mica ¡ªy en concreto la crisis de 2008¡ª. ¡°Creo que es imposible exagerar el impacto de esa crisis. Sin ella, no tendr¨ªamos a Trump como presidente de EE UU y, probablemente, los brit¨¢nicos no habr¨ªan apoyado el Brexit. Ese colapso dej¨® a millones de personas leg¨ªtimamente furiosas. Con raz¨®n. Hay gente de mi circunscripci¨®n que en la campa?a del refer¨¦ndum me dec¨ªa: ¡®Nick, yo no voy a votar por el status quo. Los pol¨ªticos dicen que nos estamos recuperando, pero yo lo estoy pasando mal, estoy cobrando menos dinero y han pasado 9 a?os desde la crisis. ?Tenemos que continuar en esta senda? No¡¯. Entiendo totalmente estos argumentos. Hay otras fuerzas de espectro m¨¢s largo como la revoluci¨®n tecnol¨®gica, la inseguridad del mercado laboral, el fin de la Guerra Fr¨ªa que acab¨® con las viejas certezas ideol¨®gicas que estabilizaban la pol¨ªtica. Pero seguimos en la era pol¨ªtica de la poscrisis 2008¡±.
Un a?o despu¨¦s de aquella debacle, poco antes de que Clegg liderara su partido hacia un gran ¨¦xito, los liberaldem¨®cratas alemanes tambi¨¦n lograron un excelente resultado en las legislativas, con un 14,6%. Y ellos tambi¨¦n formaron una con los conservadores, y acabaron triturados en las siguientes elecciones. Varios factores contribuyeron: el abrazo del oso de un socio mayoritario, la dif¨ªcil gesti¨®n de tiempos de crisis, pero tambi¨¦n la percepci¨®n de que las concesiones naturales en una coalici¨®n eran una traici¨®n a los principios. ¡°La cuesti¨®n es c¨®mo formaciones socialmente progresistas ¡ªque por definici¨®n tienen ideales frente a la realpolitik de los conservadores¡ªpueden abrirse camino en gobiernos de coalici¨®n, alcanzar acuerdos sin luego fustigarnos, sin quedarnos paralizados pregunt¨¢ndonos si somos suficientemente puros¡±, dice Clegg. Esta es una cuesti¨®n clave en tiempos de creciente fragmentaci¨®n parlamentaria en muchos pa¨ªses del arco occidental, en los que las formaciones progresistas sufren un declive. Las tradicionales categor¨ªas pol¨ªticas se difuminan y se antoja cada vez m¨¢s necesario hallar nuevas f¨®rmulas de cooperaci¨®n entre nuevas pol¨ªticas.
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