Kony ya no interesa (ni a Justin Bieber)
EE UU abandona la búsqueda del sanguinario rebelde ugandés, protagonista de una de las grandes campa?as virales de la Red en 2012
"Estoy seguro de que no pueden matarle", decía el capitán Sunday allá por el a?o 2006 en uno de los últimos documentales sobre el líder rebelde ugandés Joseph Kony. Por los gestos, el guerrillero, nervioso y achispado en el filme de la productora Journeyman Pictures, parecía más hablar de un dios antes que de uno de los hombres más buscados de ?frica en los últimos 30 a?os. Pero nadie le ha quitado la razón a aquel capitán Sunday porque Kony, al frente del sanguinario Ejército de Liberación del Se?or (ELS), sigue vivo en algún remoto escondrijo entre Sudán del Sur, República Centroafricana y Congo. Esta semana, además, el cerca del centenar de boinas verdes estadounidenses (fuerzas especiales) destinados a la región para dar caza a Kony han iniciado el repliegue. También han empezado a desmantelar el contingente los 2.000 militares ugandeses que seguían la pista al ELS. Kony, a sus 56 a?os, al frente aún de unos 100 hombres, ya no interesa; no es una amenaza cinco a?os después de que la campa?a viral —quizá la primera gran campa?a viral de la Red—?lanzada por una organización norteamericana, Invisible Children, pusiera en el mapa al ya veterano integrista de los Diez Mandamientos bíblicos.
Precisamente bajo el sello de Invisible Children y la organización The Resolve existe un proyecto que monitorea los movimientos del ELS. Este es el último reportado, con fecha 23 de abril de 2017: "Fuerzas del ELS atacan la comunidad de Bangassou Zakara,a 25 kilómetros al norte de Zemio (República Centroafricana). Los asaltantes hablan acholi [lengua de la comunidad ugandesa en la que nació la guerrilla]. Llevan armas del tipo AK [fusiles automáticos]. Se llevaron comida y equipos de comunicación y secuestraron a seis civiles (dos mujeres y cuatro hombres)". Con este, serían ya casi medio centenar los ataques vinculados a los hombres de Kony en lo que va de a?o en la región, entre el sureste de República Centroafricana y el norte de Congo. Habrían muerto tres personas y otras 154 habrían caído apresadas.
Muestra de que la atención y el pavor que suscita Kony se ha desplomado, es que la propia organización The Resolve, una de las que más ha trabajado en informar en el último lustro sobre los rebeldes del místico y despiadado Kony, echó el cierre a finales del pasado mes de enero. No había mucho más que hacer. Según cifras de la ONU, los 30 a?os de guerra particular del ELS al Gobierno ugandés de Yoweri Museveni -la guerrilla defiende en un gobierno basado en la interpretación rigorista de los Diez Mandamientos bíblicos- han causado al menos 100.000 muertos. Alrededor de 60.000 personas han sido secuestradas. Muchos de ellos fueron ni?os convertidos en soldados a la fuerza, drogados para combatir y matar incluso a miembros de su familia. Y todo bajo el embrujo fundamentalista de los 10 mandamientos seguidos a cuchillo por la guerrilla.
Todo eso ya lo había hecho el ELS cuando Invisible Children llevó a Internet una campa?a (#Kony2012) sin duda efectista que apelaba a las redes sociales a dar a conocer al mundo al salvaje líder del ELS para ayudar así a su captura. El vídeo que acompa?ó a la iniciativa, simplista según reconocieron ONG pro derechos humanos, reporteros y analistas especializados en Kony, alcanzó pronto los más de 100.000 visionados en YouTube. Celebridades como Oprah Winfrey, Angelina Jolie y Lady Gaga amplificaron el impacto de la grabación. Pero el que sin duda se llevó la palma como portavoz improvisado fue el cantante Justin Bieber. Su mensaje para el hashtag #stopkony alcanzó los más de 27.000 retuits en muy poco tiempo.
De 2.000 a 100 rebeldes
Lo que muchos ciudadanos norteamericanos no sabían por entonces es que el presidente estadounidense Barack Obama había enviado ya en 2011 al primer grupo de asesores, fuerzas especiales, para colaborar con asistencia militar y tecnológica a la caza de Kony, liderada por el Ejército ugandés —Uganda es un notable aliado en la zona de Estados Unidos—, pero en la que también han participado con más o menos dedicación soldados congole?os, sursudaneses y centroafricanos. De aquellos 2.000 hombres que llegó a tener el ELS ahora solo quedan en torno al centenar. Muchos de ellos se mueven por el este de República Centroafricana, aprovechando la guerra desatada en 2012?entre milicias cristianas y musulmanas en ese paupérrimo país. Kony sigue desaparecido.
En el documental, Journeyman Pictures sitúa al líder del ELS y la cohorte que recibe a los reporteros en algún punto de la geografía de Uganda, según el mapa que extiende uno de los guerrilleros en plena selva. Corría el a?o 2006. Ocho después, la mayoría de los analistas consultados por este periodista durante un viaje a la capital de ese país, Kampala, situaban a Kony en Kafia Kingi, un pedazo de tierra entre el norte y sur sudaneses. Demasiado escurridizo y poco peligroso para la actual Administración norteamericana. Según una información de The New York Times, entre las preguntas hechas por el equipo de Donald Trump al Departamento de Estado en enero, antes de la toma de posesión, estaba la siguiente: "Hemos tratado de cazar a Kony durante a?os, ?merece la pena el esfuerzo? El ELS nunca ha atacado intereses estadounidenses, ?por qué nos importa? ?Merece la pena la enorme cantidad de dinero gastado?".
Se calcula, según recoge France Presse, que la misión de busca y captura de Kony, bajo sanciones de la ONU y el propio EE UU, ha costado a las arcas de Washington entre 600 y 800 millones de dólares. Pero sigue libre y reclamado por la justicia internacional. Todavía pesan en su contra los cargos presentados en 2005 por la Corte Penal Internacional para su detención: crímenes contra la humanidad, asesinato, violación, esclavitud y esclavitud sexual; crímenes de guerra, trato cruel de civiles, ataque intencionado y directo contra civiles, pillaje y reclutamiento forzoso de menores.
El capitán Sunday dice en el documental de Journeyman Pictures que Kony, su jefe, tiene tres almas. Cuando el reportero, escoltado por el entonces vicepresidente sursudanés Riek Machar —hoy en el exilio tras el duro conflicto en el joven Sudán de Sur—?se encuentra por fin en la selva con el sanguinario líder rebelde, vestido con una camiseta, un pantalón de camuflaje y unas botas de agua, Kony le dice ante la cámara que en verdad tiene muchas más almas. Y que cada una le dice qué hacer y adónde ir en cada momento. Sigue en paradero desconocido.
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