El Ej¨¦rcito mexicano condena a 26 a?os de c¨¢rcel a ocho militares torturados por sus compa?eros
La justicia militar considera que los condenados colaboraron con Los Zetas. Agentes ministeriales castrenses los torturaron durante tres d¨ªas cuando los detuvieron
La justicia militar mexicana ha condenado a ocho militares a 26 a?os de prisi¨®n por colaborar con el Cartel de Los Zetas. El presidente y los vocales del consejo de guerra han obviado los alegatos del abogado defensor, que ped¨ªa, ante todo, la anulaci¨®n de la mayor¨¬a de evidencias con que contaba la fiscal¨ªa. Seg¨²n explic¨® el letrado durante el consejo, agentes de la polic¨ªa judicial militar torturaron a sus compa?eros durante tres d¨ªas, oblig¨¢ndoles a reconocer su colaboraci¨®n con el grupo criminal. El abogado apoy¨® su teor¨ªa en las declaraciones de los acusados, las conclusiones del experto que mand¨® el propio Ej¨¦rcito despu¨¦s de que los nueve denunciaran la tortura y en dos informes de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, CNDH.
En el caso de dos de los condenados, el teniente S¨®crates L¨®pez y el subteniente Francisco Javier Soto, la Secretar¨ªa de la Defensa reconoci¨® la tortura e incluso lleg¨® a indemnizarles por ello. Jos¨¦ Miguel Vivanco, director para las Am¨¦ricas de Human Rights Watch, ha declarado que "resulta inconcebible que Soto y S¨®crates obtuvieran indemnizaciones por las torturas de que fueron objeto en sus d¨ªas detenidos por el Ej¨¦rcito, y a¨²n as¨ª hayan sido condenados. No tiene precedente en la regi¨®n... Como si las torturas no tuvieran relevancia".
Respecto a otros cuatro condenados, la CNDH reconoci¨® en su d¨ªa que hab¨ªan sido v¨ªctimas de tratos inhumanos y degradantes y la secretar¨ªa se comprometi¨® a proporcionarles atenci¨®n m¨¦dica.
El perito de la fiscal¨ªa militar, que declar¨® ante el consejo esta semana, reconoci¨® secuelas de tortura en los nueve, adem¨¢s de diferentes niveles de s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico.
El caso viene de hace seis a?os. El 13 de marzo de 2011, agentes de la polic¨ªa judicial militar llegaron a la sede del 69 Batall¨®n de Infanter¨ªa, con base en Coahuila, en el norte de M¨¦xico. Detuvieron a 15 militares. De acuerdo a sus testimonios, los judiciales les torturaron. Quer¨ªan que confesaran su colaboraci¨®n con Los Zetas. Amarrados, con los ojos vendados, recibieron patadas y pu?etazos durante tres d¨ªas. Les taparon la cara con bolsas para dejarles sin aire. En el caso del teniente S¨®crates, la golpiza fue tal que tuvieron que trasladarle al hospital, desmayado. El subteniente Soto ha recordado esta semana durante el consejo que llegaron a amenazarle con violar y descuartizar a su hija y a su esposa si no confesaba.
De los 15, ocho enfrentaron el juicio esta semana. Los otros siete esperan su turno. Otro, el teniente Juli¨¢n Castilla, absuelto este domingo, fue detenido en Chiapas en 2011. La fiscal¨ªa lo acusaba de lo mismo que a sus compa?eros: antes de Chiapas, hab¨¬a estado en Coahuila. El consejo ha decidido dejarlo libre.?
Los principales apoyos de la fiscal¨ªa han sido las declaraciones de dos testigos, integrantes de Los Zetas. Detenido en 2011, el primero, alias El Gerry, declar¨® ante la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica, PGR, que los militares colaboraban con ellos, pas¨¢ndoles informaci¨®n por tel¨¦fono, mediante mensajes o llamadas, a cambio de dinero. El Gerry neg¨® sin embargo su propia declaraci¨®n poco tiempo despu¨¦s, alegando que los agentes de la PGR le hab¨ªan torturado para que los incriminara. El segundo, alias El Guacho, explic¨® que los militares les ayudaban a cambio de dinero y alud¨ªa a una lista en que aparec¨ªan sus nombres y las cantidades que cobrabran. La defensa ha insistido durantre el consejo en las incoherencias entre el contenido de la lista y las declaraciones de El Guacho.
El otro argumento de la fiscal¨ªa era el ramillete de declaraciones de los acusados que, como ya han explicado y tratado de probar ellos mismos, se obtubvieron mediante tortura.
Vivanco ha se?alado que "por triste y escandaloso que parezca el proceso y la sentencia, no debe sorprendernos. Las t¨¦cnicas de investigaci¨®n en el ¨¢mbito civil -y peor en el militar- son tan primarias que usualmente recurren a los apremios, incluyendo la tortura, para arrancar confesiones y as¨ª dar por resuelta una investigaci¨®n. Este caso", ha a?adido, "es un excelente ejemplo de ello".
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