Am¨¦rica Latina, al desnudo
El convulso mes de abril ha desmostrado que la regi¨®n se encuentra en un momento de crisis y transici¨®n, con una coyuntura econ¨®mica complicada
Entre el pasado 30 de marzo y el 2 de abril, Am¨¦rica Latina gener¨® un vendaval de noticias que ocuparon el centro de atenci¨®n no solo regional, sino tambi¨¦n mundial: la crisis institucional en Venezuela, los disturbios en Paraguay, la tragedia humanitaria en Colombia, la movilizaci¨®n liderada por uribismo en ese mismo pa¨ªs y, por ¨²ltimo, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador. Aunque cada uno de estos hechos respond¨ªa a din¨¢micas propias de cada naci¨®n, tambi¨¦n es verdad que todos estos sucesos desnudaron muchas de las asignaturas pendientes que arrastra la regi¨®n y que se alzan como sus principales retos a corto y medio plazo.
La crisis pol¨ªtica y social en Venezuela y sus secuelas refleja las grandes dificultades por las que atraviesan los heterog¨¦neos reg¨ªmenes que tan de moda estuvieron hace una d¨¦cada, los conocidos, acertadamente o no, como ¡°socialismo del siglo XXI¡±. Tanto los Gobiernos que m¨¢s claramente se adecuan a esa definici¨®n como sus aliados (el kirchnerismo argentino) y los situados en la izquierda moderada (el hegem¨®nico PT de Lula da Silva, por ejemplo) han entrado en una etapa de reflujo y decadencia. Desde 2015 la regi¨®n ha dado sobradas pruebas de ello: ese a?o la oposici¨®n antichavista de la Mesa de Unidad Democr¨¢tica gan¨® la mayor¨ªa en la Asamblea venezolana y el kirchnerismo perdi¨® las presidenciales. En 2016 Evo Morales vio frustradas sus expectativas de reelecci¨®n al ser derrotado en un refer¨¦ndum sobre la reforma constitucional, mientras que Dilma Rousseff perd¨ªa la presidencia v¨ªa impeachment y el PT se hund¨ªa en los comicios locales sacudido por la corrupci¨®n.
En 2017, Nicol¨¢s Maduro intenta acabar con las competencias de la Asamblea opositora mientras desata la represi¨®n de las protestas en las calles. A la vez ha comprobado que se encuentra aislado a escala regional: ya no existe aquel antiguo eje chavista que cubr¨ªa Latinoam¨¦rica. La victoria del corre¨ªsta Len¨ªn Moreno en Ecuador parecer¨ªa mostrar que ¡°el socialismo del siglo XXI¡± resiste a esa decadencia y que el reflujo se ha detenido. Sin embargo, el c¨®mo se ha producido ese triunfo arroja nuevos datos que confirman la marea baja: el corre¨ªsmo ha pasado de ganar en primera vuelta y por amplio margen en 2009 y 2013, a verse obligado a disputar una segunda vuelta e imponerse por poco m¨¢s de dos puntos a la alternativa anticorre¨ªsta encabezada por Guillermo Lasso.
La crisis venezolana y la fuerte polarizaci¨®n ecuatoriana son reflejo de unos pa¨ªses en los que las hegemon¨ªas incontestables son una rara avis (sobrevive apenas el orteguismo en Nicaragua) o se han acabado (recu¨¦rdese que en 2011 Cristina Kirchner se impuso en primera vuelta y lo hizo por 37 puntos de diferencia). Ahora, en Am¨¦rica Latina, la gobernabilidad es m¨¢s compleja, como evidencian los choques de poderes y las crisis institucionales en Venezuela, pero tambi¨¦n las tensiones entre el Congreso fujimorista y la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski en Per¨², o entre el Ejecutivo de Mauricio Macri y el fraccionado Legislativo argentino.
Es m¨¢s complejo gobernar Am¨¦rica Latina porque la situaci¨®n econ¨®mica ya no es de bonanza (como durante la d¨¦cada dorada 2003-2013) y eso tiene un correlato social: aumento del malestar, sobre todo entre unas clases medias m¨¢s empoderadas y movilizadas en pos de elevar sus condiciones de vida (infraestructuras m¨¢s modernas, mejor transporte, salud, educaci¨®n, seguridad¡). Los Estados latinoamericanos, ineficaces e ineficientes y con menores recursos, a duras penas pueden canalizar las presiones que reciben de esas sociedades crecientemente mesocr¨¢ticas. Prueba palpable de esa ineficacia e ineficiencia es lo ocurrido en Colombia (y desde comienzo de a?o en Per¨²): el desastre humanitario provocado en Mocoa deja en evidencia a unas Administraciones p¨²blicas, en este caso municipales y provinciales, que se ven desbordadas por los asentamientos ilegales que proliferan en los cauces de los r¨ªos, y a un Estado ausente, incapaz de poner en marcha pol¨ªticas para prevenir, o al menos aminorar, los efectos de las lluvias torrenciales.
Un Estado que fracasa igualmente a la hora de brindar seguridad a sus ciudadanos: el incremento de los robos y cr¨ªmenes y, sobre todo, el aumento de la sensaci¨®n de inseguridad hieren la legitimidad de unas instituciones desbordadas, cuyas actuaciones oscilan entre la ¡°mano dura¡± y la ¡°mano blanda¡± pero sin un plan a largo plazo. El asesinato este mes del jugador de la selecci¨®n de f¨²tbol de Panam¨¢ Am¨ªlcar Henr¨ªquez, en Col¨®n, es un buen ejemplo de c¨®mo la inseguridad y la sensaci¨®n de inseguridad se retroalimentan y acaban socavando al Estado.
Las instituciones son d¨¦biles, fallan y a menudo est¨¢n sumidas en la corrupci¨®n o captadas por el crimen organizado. Y es en esos casos cuando emergen los personalismos, como en el Paraguay de Horacio Cartes, donde el oficialismo trata de recurrir a la reelecci¨®n presidencial. Lo hace forzando los l¨ªmites de lo legal y lo constitucional, ¡°en medio del partido¡±, y desatando una ¡°rebeli¨®n¡± popular. En Latinoam¨¦rica la regla general es que el ciudadano no cree en un Estado, el cual o bien no funciona adecuadamente, o bien es prisionero de determinados intereses. Esto golpea en la l¨ªnea de flotaci¨®n a los partidos tradicionales y permite el ascenso de otras fuerzas que levantan la bandera electoral de la lucha contra la corrupci¨®n. La movilizaci¨®n encabezada por el uribismo en Colombia el 1 de abril pone sobre la mesa uno de los temas que est¨¢ marcando todas las citas electorales (y lo seguir¨¢ haciendo en el futuro): la corrupci¨®n, cuyo ejemplo m¨¢s prominente, a nivel continental, es el caso Odebrecht. Las nuevas clases medias piden transparencia y tienen menor tolerancia hacia la corrupci¨®n, mucho m¨¢s en una coyuntura de lento crecimiento o crisis.
Todos estos acontecimientos nos hablan de una Am¨¦rica Latina en transici¨®n que, mientras no acometa reformas profundas en los terrenos pol¨ªtico, social y econ¨®mico, se ver¨¢ amenazada por nuevas crisis institucionales y de gobernabilidad y la emergencia de renovados populismos, producto de una sociedad que descree en sus instituciones. La receta es relativamente f¨¢cil de describir pero compleja de llevar a cabo, sobre todo, si no existe voluntad y fortaleza pol¨ªtica. Los pa¨ªses de la regi¨®n, en l¨ªneas generales, no han avanzado en la construcci¨®n de Estados capaces de atender las demandas sociales en salud, educaci¨®n y seguridad. La econom¨ªa ha crecido a un ritmo muy alto, sobre todo entre 2003 y 2008, gracias al tir¨®n de las materias primas. Sin embargo, ese crecimiento no se bas¨® en una apuesta por la productividad y la competitividad, ni por la diversificaci¨®n de las exportaciones. El reto de regresar a los altos crecimientos de hace un cuatrienio pasa por priorizar e invertir en capital humano (educaci¨®n), f¨ªsico (infraestructuras) y en innovaci¨®n para ser m¨¢s productivos y competitivos. En materia social, Am¨¦rica Latina ha visto c¨®mo se reduc¨ªa la pobreza en estos a?os, pero las nuevas clases medias son en gran parte vulnerables en caso de crisis o estancamiento econ¨®mico de larga duraci¨®n, como ocurre actualmente.
En definitiva, el mejor ant¨ªdoto para defender la democracia contra los populismos y los movimientos demag¨®gicos de izquierdas y derechas es un Estado eficaz y eficiente que impulse pol¨ªticas p¨²blicas que combatan la pobreza y la desigualdad y amparen un desarrollo econ¨®mico innovador y con una matriz diversificada. Esa es la agenda urgente que la regi¨®n tiene por delante, ante la cual es un lujo perder los trenes que pasan. M¨¢s que nunca, parafraseando a Jos¨¦ Ortega y Gasset, cabe decir: ¡°Latinoamericanos, a las cosas¡±.
Rogelio N¨²?ez Castellano es subdirector de Infolatam e Investigador del IELAT (Universidad de Alcal¨¢).
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