Los correos de Clinton devoraron a Comey
El director del FBI se vio superado por un viejo caso alimentado por luchas de poder
La ca¨ªda en desgracia del director del FBI James Comey es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de un culebr¨®n judicial y pol¨ªtico, un prolongado torbellino burocr¨¢tico y de aroma a luchas de poder, que se remonta a una pol¨¦mica decisi¨®n tomada por Hillary Clinton antes de jurar su cargo en 2009 como Secretaria de Estado del primer gobierno de Barack Obama: instalar un servidor personal de correo electr¨®nico en su casa de Chappaqua, Nueva York, en lugar de una cuenta gubernamental protegida, para el env¨ªo y recepci¨®n de todos sus mensajes -tanto personales como oficiales-.
El esc¨¢ndalo explot¨® en marzo de 2015 por una revelaci¨®n del diario The New York Times seg¨²n la cual el comit¨¦ del Congreso encargado de investigar el ataque en 2012 al consulado de EE UU en Bengasi (Libia) protestaba porque no le resultaba posible confirmar si Clinton ¨CSecretaria de Estado durante dicho atentado¨C hab¨ªa entregado toda la informaci¨®n disponible, dado que la funcionaria hab¨ªa operado con un servidor privado. Clinton accedi¨® a entregar su correspondencia electr¨®nica pero borr¨® la que ella y sus ayudantes consideraron ¡°personal¡±. De los 60.000 mensajes que acumul¨® entre 2009 y 2013 como Secretaria de Estado, eliminaron unos 30.000 que definieron como privados.
Clinton sostuvo que hab¨ªa utilizado ese sistema ¡°por conveniencia¡±, para simplificar la recepci¨®n de correos y remitirlos todos a una sola cuenta, y para no tener que emplear dos tel¨¦fonos a la vez. ¡°Pens¨¦ que usar un solo dispositivo ser¨ªa m¨¢s simple, pero no funcion¨® as¨ª¡±, dijo. Luego se supo que, en realidad, hab¨ªa usado m¨¢s dispositivos. Los cr¨ªticos argumentaban que la poderosa l¨ªder dem¨®crata hab¨ªa utilizado ese sistema para tener un control absoluto sobre su correspondencia.
Su sistema casero de administraci¨®n de correos pod¨ªa haber violado la normativa existente para los funcionarios federales y fue investigado. En septiembre de 2015, Clinton presentaba disculpas p¨²blicas en su Facebook por haber usado una sola cuenta. ¡°S¨ª, deb¨ª haber usado dos direcciones de correo, una para asuntos personales y otra para mi trabajo en el Departamento de Estado. Lo siento y asumo toda la responsabilidad¡±. En de mayo de 2015 trascend¨ªa un informe del Departamento de Estado que atestiguaba que Clinton hab¨ªa infringido las normas al emplear un servidor privado.
El 5 julio de 2016, James Comey, nombrado director del FBI en 2013, anunciaba que cerraba su investigaci¨®n. La agencia conclu¨ªa que Clinton y sus ayudantes hab¨ªa actuado de forma ¡°extremadamente descuidada¡± al gestionar informaci¨®n oficial con un servidor privado, pero no consideraba que hubiera cometido un delito criminal. Al d¨ªa siguiente, el Departamento de Justicia informaba de que no se presentar¨ªan cargos criminales contra la exsecretaria de Estado por el uso de su servidor personal. Por entonces Hillary Clinton estaba ya en plena campa?a presidencial como candidata dem¨®crata, y el caso de los correos hab¨ªa sido el ariete que hab¨ªa lanzado una y otra vez contra ella el candidato republicano Donald Trump. Clinton pod¨ªa respirar.
Pero el culebr¨®n volvi¨® a dar un violento giro el 28 de octubre, a dos semanas de la votaci¨®n a la presidencia de EE UU del 8 de noviembre de 2016 y con Clinton favorita en los sondeos. De improviso, Comey envi¨® una carta a ocho congresistas explicando que el FBI estaba revisando nuevos correos relacionados con el dichoso servidor personal de Clinton. Estos correos se hab¨ªan descubierto en la investigaci¨®n de un caso separado sobre Anthony Weiner, exmarido de Huma Abedin, una exasesora de Clinton. Al anunciarse que el caso volv¨ªa a estar vivo, Trump lo celebr¨®: ¡°Esto lo cambia todo. Es la mayor historia desde el Watergate¡±. Sin embargo, el 6 de noviembre, a tres d¨ªas de las elecciones, Comey volv¨ªa a envainarse la espada e informaba de que el FBI hab¨ªa revisado los nuevos correos sin novedad. La agencia de investigaci¨®n manten¨ªa la misma conclusi¨®n que hab¨ªa alcanzado el pasado mes de julio y recomendaba no presentar cargos criminales contra Clinton.
Este martes, el fantasma de los correos de Clinton reapareci¨® para devorar a Comey. Trump le ten¨ªa guardado el pu?al desde que aquel 5 de julio de 2016, el ya exdirector del FBI cerr¨® por primera vez el caso. Ahora, con Comey a cargo de las pesquisas sobre la conexi¨®n de la campa?a de Trump con el Kremlin y tras su resbal¨®n al reconocer errores en su declaraci¨®n ante el Comit¨¦ Judicial del Senado sobre el caso de los correos, la Casa Blanca ha encontrado la ocasi¨®n de dictar sentencia. A sus 56 a?os de edad, James Brien Comey Jr. es, ya, un cad¨¢ver pol¨ªtico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Donald Trump
- Caso Comey
- Caso Flynn
- James Comey
- Caso emails Hillary Clinton
- Michael Flynn
- Ciberespionaje
- FBI
- Hillary Clinton
- Partido Dem¨®crata EE UU
- Seguridad nacional
- Filtraci¨®n documentos
- Estados Unidos
- Espionaje
- Polic¨ªa
- Delitos inform¨¢ticos
- Norteam¨¦rica
- Fuerzas seguridad
- Seguridad internet
- Defensa
- Partidos pol¨ªticos
- Delitos
- Internet
- Am¨¦rica
- Pol¨ªtica
- Edici¨®n Am¨¦rica