La Virgen divide Montevideo
Los partidarios de la laicidad bloquean un proyecto para instalar una efigie mariana en el paseo mar¨ªtimo de la capital uruguaya
La Iglesia cat¨®lica uruguaya ha decidido mantenerse firme en su proyecto de instalar una estatua de la Virgen Mar¨ªa en la rambla de Montevideo, el largo paseo mar¨ªtimo de la capital. A pesar del sonoro fracaso de la iniciativa en 2016, una nueva campa?a en las redes sociales muestra que el tema no est¨¢ zanjado. Personalidades, artistas e intelectuales aparecen en un v¨ªdeo auspiciado por la Iglesia y argumentan a favor del proyecto, que dorm¨ªa en un caj¨®n. Despu¨¦s de un a?o de debates que concluyeron cuando no se alcanzaron los votos suficientes para su aprobaci¨®n en la Junta Departamental, el Parlamento montevideano, este organismo tiene previsto someter hoy el tema a votaci¨®n.
La importancia de la Virgen como modelo femenino, la tradici¨®n de devoci¨®n mariana en toda Latinoam¨¦rica o el valor art¨ªstico de las representaciones de la madre de Jes¨²s aparecen como razones a favor de la estatua en este tercer v¨ªdeo sobre el tema publicado por la Iglesia cat¨®lica. Sin embargo, en el pa¨ªs m¨¢s laico de Latinoam¨¦rica, que separ¨® el Estado de la Iglesia en 1917, para muchos la estatua equivale a la invasi¨®n de la religi¨®n en un espacio p¨²blico y, por lo tanto, atenta contra la neutralidad del Estado.
Los ediles del izquierdista Frente Amplio (FA) hab¨ªan bloqueado la iniciativa a finales de 2016, pero el debate ha dividido a todos los partidos uruguayos. En la izquierda, el actual intendente de Montevideo, Daniel Mart¨ªnez, fue el primero en dar luz verde a la instalaci¨®n de la estatua de 3,8 metros en un punto estrat¨¦gico de la rambla, cerca del Puerto del Buceo.
Algunos ediles del Frente Amplio se mostraron favorables, ya que, a lo largo de sus 22 kil¨®metros de recorrido, la rambla tiene todo tipo de monumentos conmemorativos y las estatuas de Confucio, Isabel la Cat¨®lica, Sim¨®n Bol¨ªvar, Gandhi y hasta Yemany¨¢, la diosa del mar de varios cultos venidos de ?frica. El exintendente de Montevideo Mariano Arana, figura destacada de la izquierda, se declar¨® a favor de la estatua, defendiendo el respeto a todas las creencias.
Sin embargo, la oposici¨®n se configur¨® pronto con argumentos filos¨®ficos y legales. Otro peso pesado de la pol¨ªtica uruguaya, el expresidente Julio Mar¨ªa Sanguinetti, se manifest¨®, en una carta, en contra del proyecto que convertir¨ªa este espacio p¨²blico ¡°en un ¨¢mbito religioso, transformado pr¨¢cticamente en una iglesia al aire libre¡±.
Sanguinetti, del conservador Partido Colorado, asegur¨® que la estatua atentaba contra la imparcialidad del Estado. Al final, la postura consensuada del FA fue oponerse a la Virgen, tambi¨¦n para evitar una escalada de peticiones similares de otras religiones. Por su parte, la Federaci¨®n de Iglesias Evang¨¦licas de Uruguay denunci¨® el car¨¢cter proselitista de la instalaci¨®n de la estatua. Los evang¨¦licos, que en los ¨²ltimos a?os han visto aumentar su influencia en Uruguay, no utilizan im¨¢genes en sus templos y, por ello, tambi¨¦n han protestado contra la presencia de una cruz en un barrio de Montevideo, monumento que se levant¨® con motivo de la visita de Juan Pablo II en 1987.
La reacci¨®n del cardenal uruguayo Daniel Sturla fue en¨¦rgica y se centr¨® en un ataque contra el tradicional laicismo uruguayo, al que acus¨® de ¡°dogm¨¢tico y anticuado¡±. Sturla ha marcado una l¨ªnea entre la ¡°laicidad¡±, que supone una separaci¨®n del Estado y la Iglesia, y el ¡°laicismo¡±, que considera esencialmente anticlerical.
Pocos cat¨®licos
Laicos, cat¨®licos y evang¨¦licos han dejado patente la pugna por el espacio p¨²blico, y especialmente por la rambla, el paseo predilecto de los montevideanos, un espacio donde a diario se hace deporte (en sus m¨¢rgenes se practica el f¨²tbol), se toma mate entre amigos y se producen encuentros de pareja.
La Iglesia cat¨®lica quiere convertir esa estatua de la Virgen en un lugar de rezos y de encuentro de los fieles. En los ¨²ltimos 20 a?os cerca del 50% de los creyentes uruguayos ha abandonado las iglesias. El 38% de los uruguayos declara no practicar ninguna religi¨®n y los cat¨®licos no superan el 41% de la poblaci¨®n, una de las cifras m¨¢s bajas de Latinoam¨¦rica.
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