Rusiagate: as¨ª se gest¨® el nombramiento del fiscal especial
El fiscal general adjunto devolvi¨® el golpe a Trump y s¨®lo aviso a la Casa Blanca media hora antes de la designaci¨®n
Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s. Estados Unidos ha visto esta semana c¨®mo el sistema que Donald Trump tanto denost¨®, mostraba su vitalidad y le situaba en una encrucijada hist¨®rica. Con el nombramiento de un fiscal especial, el futuro del presidente abandonaba los c¨®modos pasillos de la Casa Blanca y pasa a depender de un hombre conocido por su integridad y sangre fr¨ªa. Se llama Robert Mueller, tiene 72 a?os y fue director del FBI de 2001 a 2013. En sus manos est¨¢ investigar el Rusiagate, la madre de todos los esc¨¢ndalos de la era Trump.
Trump est¨¢ empezando a conocer sus propios l¨ªmites. Tras una campa?a desmesurada, el multimillonario republicano ha necesitado s¨®lo cuatro meses para darse de bruces con la divisi¨®n de poderes y tener que enfrentarse no a funcionarios sumisos, sino a un investigador especial, una figura excepcional y dotada de enorme poder.
La elecci¨®n corri¨® a cargo del fiscal general adjunto, Rod J. Rosenstein, y, como muestra de independencia, no fue comunicada a Trump hasta 30 minutos antes de hacerse p¨²blica. Rosenstein avis¨® al consejero legal de la Casa Blanca y este directamente a Trump. Inmediatamente, el presidente convoc¨® en el Despacho Oval a sus m¨¢ximos asesores. El m¨¢s beligerante fue su yerno, Jared Kushner, el mismo que una semana antes hab¨ªa apostado por el pol¨¦mico despido del director del FBI, James Comey.
El presidente, siempre seg¨²n los medios estadounidenses, se mostr¨® inusualmente tranquilo y opt¨® por la calma. La Casa Blanca emiti¨® un escueto comunicado en el que evit¨® enjuiciar el nombramiento. Pero la paz no dur¨® mucho. A la ma?ana siguiente, Trump volvi¨® a ser ¨¦l mismo y entr¨® en combusti¨®n.
El hombre que nadie vio venir
Rod J. Rosenstein es el hombre al que nadie vio venir. Con m¨¢s de 27 a?os de experiencia en el Departamento de Justicia, a este graduado en Harvard siempre se le consider¨® m¨¢s un t¨¦cnico que un pol¨ªtico. Un funcionario cercano a los republicanos, que nunca dejaron de promocionarle, pero neutral en sus juicios. Prueba de ello fue su reciente nombramiento como fiscal general adjunto. Tras ser elegido por Donald Trump, recibi¨® el respaldo del 94% de los senadores.
Esta vitola independiente fue sabiamente administrada por el presidente. Cuando quiso eliminar al inc¨®modo director del FBI, James Comey, us¨® un destructivo informe suyo para despedirlo. Su participaci¨®n en esta ejecuci¨®n pol¨ªtica sorprendi¨® en medios jur¨ªdicos. No casaba con su personalidad. Apenas una semana despu¨¦s, Rosenstein ha devuelto el golpe y puesto a Trump ante un fiscal especial.
¡°Con todos los actos ilegales que tuvieron lugar en la campa?a de Clinton y la Administraci¨®n Obama, jam¨¢s se nombr¨® un fiscal especial¡±, lanz¨® en un primer tuit. Y 15 minutos despu¨¦s, remat¨®: ¡°Esta es la mayor caza de brujas a un pol¨ªtico en la historia americana¡±.
La contenci¨®n se hab¨ªa roto. Y la primera advertencia a Mueller y al Departamento de Justicia hab¨ªa sido enviada. El presidente les recib¨ªa como la v¨ªctima de una persecuci¨®n.
¡°No hubo connivencia, pero s¨®lo puedo hablar por m¨ª¡±
"No y no". Donald Trump ha decidido fortificarse ante el esc¨¢ndalo de la trama rusa. Primero se considera v¨ªctima de una "caza de brujas", luego niega cualquier acusaci¨®n y finalmente deja a sus colaboradores, esos 17 asesores que tuvieron contactos con Mosc¨², en manos del destino. "No hubo connivencia m¨ªa ni de mi campa?a, pero solo puedo hablar por m¨ª: con Rusia, cero", afirm¨® el presidente de Estados Unidos en una conferencia de prensa en la que intent¨® pasar de puntillas sobre el terremoto que ha agitado la Casa Blanca y marcar¨¢ su mandato.
Al otro lado del tablero se mantuvo el silencio. La decisi¨®n de Rosenstein ser¨¢ analizada durante d¨¦cadas. Bajo la lupa de la actualidad fue un movimiento de supervivencia. El fiscal adjunto, un jurista de larga trayectoria y respetado por ambos partidos, hab¨ªa quedado malparado con el despido de Comey. Su escrito contra el director del FBI por su actuaci¨®n en el cierre del caso de los correos de Hillary Clinton fue blandido por su jefe, Jeff Sessions, y por Trump para justificar la destituci¨®n. Un cese que se entendi¨® como la eliminaci¨®n simple y dura de un personaje inc¨®modo y que hab¨ªa mostrado su independencia en la investigaci¨®n m¨¢s explosiva para la Casa Blanca: determinar si el equipo electoral del republicano se coordin¨® con el Kremlin en su campa?a contra la dem¨®crata Hillary Clinton.
Esta maniobra ofendi¨® a Rosenstein, quien pidi¨® que se hiciera p¨²blico que su informe respond¨ªa a la petici¨®n de un superior, no a una iniciativa propia. De poco sirvi¨®. Su nombre hab¨ªa quedado manchado.
Los dem¨®cratas aumentaron la presi¨®n contra el Departamento de Justicia. Y muchos republicanos, aunque sin poner el altavoz, expresaron sus miedos ante el despido en plena investigaci¨®n de un director del FBI, una figura blindada con un mandato de 10 a?os. Las posteriores revelaciones de que Trump hab¨ªa intentado presionar a Comey para que cerrase la investigaci¨®n en el caso del general Michael Flynn, el personaje principal de la trama rusa, no hicieron sino aumentar la tensi¨®n.
Frente a este vendaval, Rosenstein se aprovech¨® de una excepcionalidad administrativa para resarcirse. Su jefe, el halc¨®n Sessions, amigo personal de Trump, est¨¢ inhabilitado en todo lo tocante al caso ruso, debido a que minti¨® en el Senado sobre sus conversaciones con el embajador de Rusia en Washington. Este vac¨ªo convierte a Rosenstein en el m¨¢ximo responsable del Departamento de Justicia en esta trama. Y como tal, tiene autoridad para nombrar un fiscal especial.
Con este poder en la mano, Rosenstein dio el paso y eligi¨® a un peso pesado. Un hist¨®rico de cuya capacidad para resistir presiones nadie duda. Ya lo hizo con George W. Bush, cuando en 2004, junto con Comey, en aquel momento fiscal general adjunto, se neg¨® a autorizar un programa de espionaje masivo.
¡°Mi decisi¨®n no supone reconocer ning¨²n delito ni que se vaya a perseguir a nadie. Lo que he determinado es que dadas las circunstancias excepcionales, el inter¨¦s p¨²blico requiere que ponga las investigaciones bajo la autoridad de alguien que tenga cierto grado de independencia de la cadena de mando normal. Un investigador especial es necesario para que el pueblo americano tenga total confianza¡±, afirm¨® Rosenstein.
El extraordinario anuncio permiti¨® al Departamento de Justicia, y sobre todo a Rosenstein, recuperar moment¨¢neamente su credibilidad y envi¨® un mensaje de tranquilidad al FBI, donde el despido de Comey fue interpretado como una injerencia insostenible.
Con Mueller al frente de la investigaci¨®n, la trama rusa entra en una nueva fase. Aunque estar¨¢ bajo el mando del fiscal general adjunto, posee mayor autonom¨ªa que cualquier integrante del ministerio p¨²blico. Para avanzar en sus pesquisas, puede pedir recursos adicionales, emitir citaciones y presentar cargos penales. En ese caso, incluso tiene la capacidad de dirigir la acusaci¨®n. Es una maquinaria que, activada de forma correcta, es imparable. Aunque de momento no hay ninguna prueba que incrimine al presidente ni a su equipo, la amenaza es mayor que nunca. De ah¨ª la furia de Trump y de ah¨ª que sus propios consejeros le hayan recomendado contratar un abogado externo. Un nuevo cap¨ªtulo en la turbulenta historia de la presidencia Trump se ha abierto.
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