Argentina entrega ¡°certificados de vivienda¡± a 1,5 millones de personas de villas miseria
El Gobierno de Macri les dar¨¢ los documentos para acceder a agua, luz y cloacas de forma legal
No aparecen en los mapas urbanos, no figuran sus calles, las ambulancias se pierden al intentar llegar, no pagan agua ni luz. Para muchos no existen. Pero si se pusieran juntas, las llamadas ¡°villas miseria¡±, los poblados chabolistas de Argentina, ocupar¨ªan 330 kil¨®metros cuadrados, m¨¢s espacio que la ciudad de Buenos Aires. El Gobierno de Mauricio Macri, apoyado sobre el terreno por organizaciones sociales cercanas al Papa Francisco, ha elaborado un gran censo para entregarles a todos, por primera vez, un ¡°certificado de vivienda¡±, un paso previo a llegar a un t¨ªtulo de propiedad en el futuro. Con ¨¦l podr¨¢n hacer contratos de agua, luz, y otros servicios. El censo ha encontrado 4.100 asentamientos en todo el pa¨ªs donde viven casi 1,5 millones de personas. Y es preliminar.
La imagen de la villa 31, la m¨¢s emblem¨¢tica de Buenos Aires, que empez¨® en los a?os 30, tras el crack del 29, se ampli¨® en los 90 y se dispar¨® desde el desastre de 2001, es una de las cosas que m¨¢s impacta a los extranjeros cuando llegan desde el aeropuerto a La Recoleta, el barrio m¨¢s caro de la ciudad, a pocos metros. Pero la 31, donde viven 40.000 personas, es solo una parte muy peque?a del problema de las villas miseria, una muestra de pobreza estructural que descoloca en un pa¨ªs que lleg¨® a ser uno de los m¨¢s ricos del planeta.
El Gobierno de Macri, muy criticado por los movimientos sociales, se puso esta vez de acuerdo con organizaciones como Techo, Confederaci¨®n de Trabajadores de la Econom¨ªa Popular, Barrios de Pie, Corriente Clasista y Combativa y les financi¨® para hacer un gran censo y dar el salto al reconocimiento definitivo de esas 400.000 familias que viven entre cables de luz arremolinados ¨Ctodos tomando la corriente de forma ilegal- calles de barro sin cloacas, con muy mal olor y graves problemas de higiene.
Estos n¨²meros han quedado registrados en un decreto presidencial, que garantiza a todos ese ¡°certificado de vivienda¡± que har¨¢ que existan para el Estado y podr¨¢ en el futuro llegar a un t¨ªtulo de propiedad. ¡°Vamos poco a poco porque hay muchas tierras que son propiedad de municipios, de provincias, de empresas p¨²blicas. Pero es el primer paso para llegar en el futuro a entregar cientos de miles de t¨ªtulos de propiedad¡±, explican en la Casa Rosada. En la 31 ya se est¨¢ avanzando para entregar t¨ªtulos de propiedad pagados con cr¨¦ditos.
"Se trata de un documento que legaliza nuestro domicilio y reconoce nuestro derecho a la ciudad. A acceder a la red p¨²blica de agua, electricidad y cloacas. Adem¨¢s, nos permite exigir transporte, alumbrado p¨²blico, escuelas, hospitales, recolecci¨®n de residuos, centros art¨ªsticos y deportivos; todos los servicios necesarios para un buen vivir. Hasta ahora, parece que nosotros vivimos en los barrios, pero nuestros derechos no. El Certificado de Vivienda Familiar es el primer paso en un largo camino hacia la integraci¨®n plena de nuestros barrios. Esta es una reivindicaci¨®n que se inscribir¨¢ entre las grandes conquistas de nuestro pueblo. Pero esto reci¨¦n empieza", explican las asociaciones en un comunicado.
Es una batalla hist¨®rica, que tambi¨¦n fue clave en Brasil, donde Lula prometi¨® t¨ªtulos de propiedad para todos aunque luego en la realidad tuvo tantos problemas legales que el proyecto se qued¨® a medias. Con este tipo de decisiones el Ejecutivo macrista busca tambi¨¦n que dejen de clasificarle dentro de la derecha latinoamericana, algo que ¨¦l siempre rechaza. "La precariedad en la tenencia del suelo incide negativamente en la calidad de vida de las personas, limitando el acceso a la infraestructura y a los servicios p¨²blicos, lo que contribuye a la generaci¨®n de situaciones de pobreza, marginaci¨®n y fragmentaci¨®n social", admite el decreto firmado por Macri.
Las villas miseria empezaron con la industrializaci¨®n, cuando miles de campesinos llegaron a las ciudades. Pero era un fen¨®meno peque?o que se ha disparado en los ¨²ltimos a?os. De hecho, de los 4.100 asentamientos relevados, 749 se crearon despu¨¦s de 2010, una etapa en la que Argentina estaba creciendo, lo que muestra la enorme desigualdad de un pa¨ªs con m¨¢s de un 30% de pobreza.
¡°La gran explosi¨®n llego despu¨¦s de 2001, pero las personas de las villas son j¨®venes ¨Cel 38% tiene menos de 35 a?os y apenas hay mayores de 65- que van teniendo hijos y ellos a su vez forman otras familias que hacen m¨¢s villas, por eso crece a partir de 2010. Lo que hay es una pobreza estructural que se va consolidando, la Universidad Cat¨®lica ya dijo que hay 1,5 millones de pobres m¨¢s desde que lleg¨® el nuevo Gobierno¡±, se?ala Walter C¨®rdoba, responsable de Barrios de Pie en Buenos Aires. ¡°Es muy importante este registro¡±, a?ade C¨®rdoba. ¡°En los mapas oficiales no figuran las ¨¢reas de estos barrios. Ahora se les reconoce y podr¨¢n acceder a servicios. Estos certificados de vivienda no son transferibles. As¨ª se lucha tambi¨¦n contra las mafias que controlan los alquileres. Hasta ahora ni los nombres de los barrios se reconoc¨ªan. No creemos que sea el momento de dar la propiedad porque mientras no haya servicios ser¨ªa como lavarse las manos¡±, remata. A partir de ahora empieza la parte m¨¢s lenta, pero las villas miseria argentinas ya existen, por decreto, y con certificado de vivienda.
¡°Podemos pagar, sobre todo si es legal¡±
Cada noticia que los medios publican acerca del proceso de urbanizaci¨®n de villas y asentamientos retumba primero en los barrios. En este caso, los titulares se han metido con un tema crucial: el reconocimiento legal de la residencia. Una recorrida de EL PA?S por la Villa 31, la m¨¢s emblem¨¢tica de Buenos Aires, revela que si bien pocos vecinos saben que recibir¨¢n un certificado de vivienda, la propuesta es acogida con entusiasmo. ¡°Me gustar¨ªa que me den el t¨ªtulo de propiedad y estoy dispuesto a pagar por ¨¦l. En la villa podemos pagar pero deber¨¢ ser una tasa c¨®moda porque hay que pensar en la canasta de alimentos, que cada vez se encarece m¨¢s¡±, dice Nicol¨¢s Gonz¨¢lez, un t¨¦cnico industrial nacido en Bolivia hace 59 a?os y que pas¨® desempleado el ¨²ltimo mes y medio.
¡°Hace 26 a?os que vivo en la villa y yo ac¨¢ tuve que comprar mi propiedad y arreglarla. Llevo invertidos medio mill¨®n de pesos (unos 31.000 d¨®lares) en materiales y generar¨ªa mucha confianza que nos reconozcan eso¡±. Nicol¨¢s vive en una de esas casas ¨¢rbol, que se montan una arriba de la otra y se accede a las habitaciones mediante una escalera caracol. ¡°Uno puede pagar y sobre todo si es legal, con agua, cloaca y cable sin necesidad de colgarse ilegalmente¡±, imagina el hombre. Elizabeth coincide; tiene 23 a?os y lleva a su hija dormida en brazos. Se dirige a una de las salidas de la villa surcando un callej¨®n angosto y por momentos inundado: ¡°No estar¨ªa mal que titulen en favor de los vecinos actuales, porque podr¨ªamos vivir mejor y beneficiar¨ªa la seguridad del barrio porque se terminar¨ªa uno de los negocios del barrio¡±.
Los anuncios sobre titularizaci¨®n y los censos oficiales que se han realizado en la 31 s¨®lo alentaron la llegada de nuevos pobladores que s¨®lo extendieron las fronteras del barrio y entorpecieron el proceso de urbanizaci¨®n. Es por ello que muchos temen que la entrega de t¨ªtulos generar¨ªa una corrida inmobiliaria de aquellos que llegaron primero y se apuraron en hacer ¡°la losa¡±, como se llama a la construcci¨®n del piso de piedra originario de toda construcci¨®n. La entrega de un certificado de vivienda antes de la titularizaci¨®n parece ser la soluci¨®n para que se reconozca a los vecinos originales.
Santiago Legu¨ªa tiene 51 a?os y vive hace cuatro en la 31. Reci¨¦n se recupera de una fractura en su cervical, producto de un accidente que sufri¨® gracias a la inseguridad estructural del barrio. Ingresando a su casa, ubicada unos cuantos metros arriba, cay¨® desplomado al suelo y qued¨® inconsciente. No fue el ¨²nico contratiempo que debi¨® atravesar: en los ¨²ltimos a?os fue despedido dos veces por reducci¨®n de personal de los talleres textiles en los que trabajaba. Hoy hace changas dentro del barrio y suplica que ¡°ojal¨¢ se acuerden de todos los vecinos de la villa y no s¨®lo de los que son conocidos de los referentes¡±.
El hombre que tambi¨¦n es padre de dos hijos peque?os empez¨® pagando 1.000 pesos (61 d¨®lares) por el arriendo de una pieza dentro de la villa. Hoy abona 2.000 (unos 124 d¨®lares). ¡°?A qui¨¦n no le gustar¨ªa tener su t¨ªtulo de propiedad en esta ciudad?¡±, se pregunta el hombre nacido en Per¨² al ser consultado por este diario. ¡°Me sentir¨ªa m¨¢s tranquilo porque hoy siento que pago un alquiler que no me redit¨²a nada a futuro. Es justamente el futuro lo que tendr¨ªamos garantizado si nos convertimos en due?os¡±. Es as¨ª como la villa abandonar¨ªa por fin una emergencia que se extiende desde hace m¨¢s de un siglo.
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