Un peregrino de alquiler
Carlos Gil camina tres veces al a?o desde Lisboa a F¨¢tima para cumplir promesas ajenas por dinero
"Si hizo una promesa y no puede cumplirla, Carlos Gil caminar¨¢ por usted a F¨¢tima. Peregrinaci¨®n, 2.500 euros; oraci¨®n del rosario, 250 euros; ofrenda de una vela, 25 euros. Ll¨¢meme".
Nacido en Angola hace 52 a?os, Gil se ganaba la vida como agente inmobiliario en Cascais. "Llegu¨¦ a tener 42 vendedores a mi cargo, pero aguant¨¦ un a?o. El desgaste personal era excesivo y tampoco sirvo para liderar nada. La empresa actual me da flexibilidad para mis peregrinaciones". Tres veces al a?o camina de Lisboa a F¨¢tima (128 kil¨®metros) para cumplir las promesas de otras personas.
"No doy garant¨ªa ninguna; es una mera relaci¨®n de fe. Me telefonean, hablamos y, si creen en m¨ª, me hacen la transferencia bancaria y comienza la relaci¨®n"
"No se acumulan promesas, cada peregrinaci¨®n es para cumplir el deseo de una persona; en el caso de rosarios y velas, s¨ª. Yo no voy de turista ni de mendigo, ni oyendo m¨²sica; voy entregado absolutamente a Dios, rezando, solo, con mis pensamientos, que escribo en un breve diario que al final env¨ªo a mi cliente".
Gil camina sin c¨¢mara de fotos y con el m¨®vil desconectado. Sigue senderos alejados de las carreteras, parando en casas que le quieran dar cobijo. "A¨²n hoy se mantiene la tradici¨®n de que acoger al peregrino es un acto de misericordia. Llevo dinero en el bolsillo, pero a menudo salgo con 200 euros y regreso con 175".
En Internet se encuentran docenas de ofertas a precios m¨¢s econ¨®micos que las de Gil. "No voy a entrar en guerra de precios ni de garant¨ªas". No promete, como las nuevas ofertas, seguimientos online con GPS o Google Maps para garantizar el cumplimiento de la peregrinaci¨®n. "No doy garant¨ªa ninguna; es una mera relaci¨®n de fe. Me telefonean, hablamos y, si creen en m¨ª, me hacen la transferencia bancaria y comienza la relaci¨®n. Les mando un recibo y yo lo declaro a Hacienda, no hay nada oscuro".
El pago a terceros para cumplir promesas era pr¨¢ctica habitual en la Edad Media, pero hoy la Iglesia no lo aprueba. Con ocasi¨®n del centenario de F¨¢tima, el obispo de la regi¨®n reprob¨® "la transformaci¨®n de la devoci¨®n religiosa y de las expresiones de fe en productos comerciales y su aprovechamiento lucrativo".
"Estoy de acuerdo con la Iglesia, pero el mundo de las pasiones va m¨¢s all¨¢ del de la l¨®gica", dice Gil. "Cuando me llaman, yo les digo que hablen antes con el p¨¢rroco de su iglesia, despu¨¦s con su familia; lo m¨ªo es un servicio alternativo cuando los otros no han funcionado".
En sus 16 a?os de peregrinaje las demandas han variado mucho. "El primer cambio es en m¨ª mismo. Ya no me defiendo tanto, no me importa que crean que estoy loco; el segundo es el demandante, que no es solo cat¨®lico, el espectro es mucho m¨¢s amplio, creo que tiene m¨¢s que ver con eso del coaching, con la reafirmaci¨®n personal, con el compromiso. A m¨ª me da igual por lo que sea, no discrimino; no quiero escuchar sus razones; no soy qui¨¦n para juzgar si el motivo de la promesa es bueno o malo. La selecci¨®n es por el orden que llega la transferencia bancaria".
Aparte de F¨¢tima, le ha tocado ir a Santiago de Compostela, a Machu Pichu y al santuario angole?o de Muxima. "All¨ª fui en plena guerra civil. Cog¨ª el avi¨®n a Luanda y, antes de iniciar la ruta, llam¨¦ a mi cliente para informarle de que estaba ya en marcha, y ¨¦l me dijo que si estaba loco, que abandonara, que me iban a matar. Pagu¨¦ todos los peajes, comisiones y sobornos que me iban pidiendo, pero llegu¨¦ al santuario de Muxima y cumpl¨ª la promesa". Su pr¨®xima peregrinaci¨®n es en Brasil, "160 kil¨®metros de S?o Paulo a Nuestra Se?ora da Aparecida. Voy a cumplir la promesa de un portugu¨¦s que vivi¨® mucho tiempo en Brasil. En este caso la tarifa es muy diferente".
Cat¨®lico practicante, ayuda en la catequesis de su iglesia, en el coro y en las fiestas de la comunidad. En casa no tiene televisi¨®n ni radio ni m¨²sica ni peri¨®dicos. "Es mi forma de comprender el mundo. No quiero verlo por los ojos y los o¨ªdos de otros. S¨¦ que la gente llora con las im¨¢genes de Siria en la televisi¨®n; yo lloro por lo que le ocurra a mi vecina".
S¨ªguenos en Twitter y en Flipboard
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.