Trump arremete contra Alemania y le acusa de da?ar la econom¨ªa de EEUU
El presidente estadounidense devuelve el golpe a Merkel con un tuit en el que responsabiliza a Berl¨ªn del d¨¦ficit comercial
La primera ley de Trump es: golpea siempre que puedas. Y la segunda: hazlo por Twitter. En 140 caracteres, el presidente de Estados Unidos ha dado hoy la raz¨®n al hist¨®rico veredicto de la canciller alemana, Angela Merkel. Washington ha dejado de ser un aliado y Europa debe empezar a tomar las riendas de su futuro. Una reflexi¨®n de profundidad mineral que en Trump suscit¨® este tuit: ¡°Tenemos un d¨¦ficit comercial MASIVO con Alemania, adem¨¢s ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deber¨ªan a la OTAN. Muy mal para USA. Esto va a cambiar¡±.
La respuesta muestra al desnudo la ideolog¨ªa de la Administraci¨®n estadounidense. Ya no hay intereses comunes por encima de los nacionales. Una clave que afecta a todo el ¨¢rbol de relaciones multilaterales. El acuerdo sobre cambio clim¨¢tico est¨¢ en duda, la estrategia de defensa mutua de Occidente depender¨¢ del gasto que cada uno haga y las alianzas se supeditan al beneficio propio, un elemento que en la visi¨®n de Trump no se puede disociar del apoyo a las ¨¢reas deprimidas por la globalizaci¨®n que le votaron frente a la dem¨®crata Hillary Clinton.
En este horizonte, el patriotismo econ¨®mico propugnado por el presidente y su estratega jefe, Steve Bannon, tiene en Alemania su blanco perfecto. La naci¨®n que resurgi¨® de las cenizas de la mano del Plan Marshall ve ahora c¨®mo su prosperidad desata los peores humores de su hermano trasatl¨¢ntico.
Alemania es el pa¨ªs con mayor super¨¢vit comercial del planeta (253.000 millones de euros el a?o pasado). La cifra saca de quicio a Trump y a su consejero comercial, el sulf¨²rico y extremista Peter Navarro. Para ellos representa, m¨¢s que un triunfo de un aliado, un fracaso propio. EE UU sufre un d¨¦ficit en su balanza de 470.000 millones (50.000 millones con Alemania). En su ardor proteccionista, Navarro ha llegado a acusar a Berl¨ªn de forzar un euro d¨¦bil para favorecer sus exportaciones y ha amenazado con imponer muros fiscales a los productos alemanes.
Ante este pulso, Merkel ha mostrado los dientes y su Gobierno lleg¨® a sugerir que estaba dispuesto a emprender una guerra comercial. La sangre no ha llegado al r¨ªo, pero el desencanto tampoco ha dejado de crecer. La visita de la canciller a Washington en marzo ya dio un anticipo de esta glaciaci¨®n. Merkel aterriz¨® con la idea de que era ¡°mejor hablar uno con otro, que uno de otro¡±. Bajo esta argumento, record¨® la larga amistad germano-estadounidense y los intereses compartidos. De nada sirvi¨®. El viaje se sald¨® sin avances y en la retina del mundo s¨®lo qued¨® una imagen: Trump evitando (o eso pareci¨®) dar la mano a la canciller.
La primera gira al exterior del presidente de Estados Unidos no ha estabilizado la relaci¨®n. Por el contrario, Trump ha salido al extranjero para demostrar que donde mejor se encuentra es en casa, ejerciendo de gran patriota econ¨®mico. Las cumbres de la OTAN en Bruselas y del G-7 en Taormina (Italia) han materializado este despegue. Como buena doctora en F¨ªsica, Merkel ha dado con la ecuaci¨®n que resume el cambio: ¡°Los tiempos en que los que pod¨ªamos depender completamente de otros, han terminado. Los europeos tenemos que pelear por nuestro propio destino¡±.
Trump ha validado esta conclusi¨®n. En su esquematismo, en su estocada de 140 caracteres, tira por la borda 70 a?os de amistad. Alemania ya no es un aliado fiel sino un deudor que se aprovecha de las debilidades americanas. Y ¨¦l, el presidente encargado de evitarlo y devolver lo perdido a Estados Unidos. Nadie sabe a¨²n c¨®mo. Pero pocos dudan de que ser¨¢ como le gusta a Trump: golpeando siempre que pueda.
Una actitud que en Alemania enciende pasiones, como demostr¨® ayer Martin Schulz, el candidato socialdem¨®crata que se enfrentar¨¢ a Merkel en las elecciones de septiembre. El cabeza de lista de la socialdemocracia (SPD) dijo que Trump es ¡°el destructor de los valores occidentales¡±. ¡°Destroza el respeto y la cooperaci¨®n de los pueblos basada en la tolerancia mutua¡±, afirm¨® Schulz, dejando claro que la animadversi¨®n al inquilino de la Casa Blanca es un asunto pr¨¢cticamente nacional y no patrimonio exclusivo de la canciller. ¡°Hay que interponerse en el camino de ese hombre y su ideolog¨ªa de desarrollo armament¨ªstico¡±, a?adi¨® el candidato del partido que ahora gobierna en coalici¨®n con la CDU de la canciller. Thomas Oppermann, el jefe del grupo parlamentario del SPD consider¨® que el tuit de Trump ¡°deja claro que considera a Alemania su adversario pol¨ªtico¡±.
Sigmar Gabriel, ministro de Exteriores alem¨¢n y tambi¨¦n socialdem¨®crata, trat¨® de calmar los ¨¢nimos y de inyectar algo de optimismo trasatl¨¢ntico en medio del fuego cruzado. ¡°Es verdad que atravesamos un momento dif¨ªcil entre EE UU y Alemania [¡] pero el v¨ªnculo con EE UU es m¨¢s antiguo y mayor que el conflicto actual y pienso que volveremos a tener buenas relaciones en un futuro¡±.
La canciller Merkel, que el domingo se desmarc¨® de su natural templanza en Baviera, durante un mitin de la CSU, se mostr¨® ayer algo m¨¢s comedida, pero evidenci¨® de nuevo que el v¨ªnculo trasatl¨¢ntico que une a Alemania -y por lo tanto a la UE- con Estados Unidos se debilita por momentos. Durante la visita del primer ministro indio, Narendra Modi, a Berl¨ªn, Merkel exhibi¨®, frente a la hostilidad hacia Trump, complicidad m¨¢xima con su hom¨®logo indio, en una escenificaci¨®n que roz¨® lo pueril. Coincidieron en lo prioritario de la lucha contra el cambio clim¨¢tico y la vigencia del Acuerdo de Par¨ªs del que Trump se desmarca y acordaron profundizar las relaciones comerciales, precisamente el ¨¢rea en la que EE UU acusa a Alemania de no jugar limpio. ¡°Tambi¨¦n volvi¨® a repetir que ¡°los europeos tenemos el destino en nuestras manos¡±, en una clara alusi¨®n a la neonata desconfianza hacia el aliado estadounidense.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.