?Qui¨¦n se atrevi¨® a profanar la tumba de Tito?
Una casa de subastas espa?ola retira unas p¨¢ginas arrancadas del libro de condolencias del pante¨®n del m¨ªtico presidente de Yugoslavia ante la sospecha de que eran robadas
La memoria de un pa¨ªs que ya no existe, la gran Yugoslavia de Josip Broz Tito, no est¨¢ a la venta. Una casa de subastas se ha visto obligada a retirar de la puja internacional unas p¨¢ginas arrancadas del libro de condolencias del pante¨®n de Belgrado en el que fue enterrado el mariscal que derrot¨® al fascismo y desafi¨® a Stalin. La sospecha es que son robadas, y el gran enigma est¨¢ en qui¨¦n se atrevi¨® a hacer tal cosa con los recuerdos de un mito.?
La subasta, celebrada este fin de semana en Marbella, habr¨ªa pasado casi desapercibida de no ser por que uno de los lotes inclu¨ªa una tanda dedicada al hombre que desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte a los 87 a?os gobern¨® de forma personalista una uni¨®n de nacionalidades e idiomas que, sin ¨¦l, se precipit¨® de forma tr¨¢gica a la extinci¨®n. La serie inclu¨ªa las dedicatorias p¨®stumas y los elogios encendidos que personajes tan distintos del siglo pasado como Olof Palme, Nicolae Ceausescu, Gorbachov o Mobutu le dedicaron al padre de la Yugoslavia socialista.
El destino de estas p¨¢ginas era caer en manos de alg¨²n coleccionista privado pero un medio regional,?Antidot, vio la puja en Internet y rastre¨® su procedencia. Las firmas deber¨ªan estar encuadernadas, efectivamente, en el lugar al que pertenecen, un libro en el que durante a?os expresaron su p¨¦same los visitantes de La Casa de las Flores, donde est¨¢ la tumba de Tito. Despu¨¦s el ejemplar fue trasladado a un museo anexo, el de Historia de Yugoslavia, donde fue guardado en un dep¨®sito de documentos. En teor¨ªa, ah¨ª estaba a salvo.
?C¨®mo salieron de all¨ª? Nadie lo sabe. La sospecha es que el robo lo perpetr¨® un empleado del museo, pero todav¨ªa es una conjetura, no es algo demostrado. De una manera u otra, la reliquia acab¨® en manos de Francisco Pi?eiro, responsable de International Autograph Auction (IAA) Europe, una prestigiosa casa de subastas. Un cliente cuyo nombre no puede revelar por contrato ("alguien de mucho prestigio") le dej¨® los documentos en dep¨®sito hasta que se verificara su autenticidad. Una vez demostrada, la empresa los puso a la venta, sin prever la tormenta que se iba a desatar en los Balcanes.
D¨ªas despu¨¦s de sacarlos a subasta en su p¨¢gina web, Pi?eiro recibi¨® un correo elctr¨®nico desde Serbia donde le alertaban de que podr¨ªan tratarse de unos objetos robados. "Como siempre que ocurre algo as¨ª, les ped¨ª que me enviaran m¨¢s informaci¨®n. Es un caso que podr¨ªa derivar en un proceso de disputa de propiedad (dispute of ownership). Necesitaba la denuncia y la descripci¨®n de lo robado, no puedo d¨¢rselos al primero que se me presente diciendo que son suyos. Pero no recib¨ª nada", cuenta Pi?eiro.
No lo recibi¨® porque no exist¨ªan. En Belgrado nadie se hab¨ªa dado cuenta del robo, o si alguien lo sab¨ªa no lo hab¨ªa querido dar a conocer. Al hacerse p¨²blica la puja, las autoridades serbias comenzaron un proceso diplom¨¢tico en el que involucraron a la embajada y a la polic¨ªa. En un arrebato de yugonostalgia, los medios serbios ha llegado a comparar este peque?o expolio con el que sufrieron los griegos con las piezas del Parten¨®n expuestas en el British Museum.
Dos d¨ªas antes de que se celebrara, pese a que no hab¨ªa recibido ning¨²n requerimiento oficial, la casa de subastas IAA decidi¨® retirar el lote de quien estuvo casi 40 a?os en el poder . "Decidimos retirarlas por no afectar nuestro buen prestigio y nombre", explica Pi?eiro. La realidad es que las p¨¢ginas a subasta no tienen un gran valor econ¨®mico. El precio de salida de cada una de ellas rondaba los 120 euros.?
Hubiera sido m¨¢s f¨¢cil y barato para los bur¨®cratas serbios pujar en p¨²blico por los documentos y devolverlos a casa antes que iniciar un litigio internacional, pero el honor est¨¢ en juego. La casa de subastas, a menos que un juez dicte lo contrario, est¨¢ obligada a reintegrarle las p¨¢ginas a su actual due?o, ese alguien "de mucho prestigio". El misterioso coleccionista, seg¨²n Pi?eiro, no tiene ning¨²n temor y asegura que le compr¨® las firmas a otro "personaje conocido en Serbia" que aseguraba que le pertenec¨ªan. El caso est¨¢ en el aire. ??
Los yugoslavos fueron criados en el culto a la personalidad de Tito. Los ni?os escrib¨ªan en el colegio redacciones sobre ¨¦l, recitaban poemas en su honor y corr¨ªan carreras populares que llevaban su nombre. Su foto en uniforme colgada de todos lados. Nadie pod¨ªa imaginar una vida sin Tito, y ni el propio Tito pod¨ªa imaginarlo al final de sus d¨ªas. Poco antes de su muerte, con una pierna amputada y los ri?ones da?ados, los m¨¦dicos que le trataron le vieron hacer planes futuros. Ahora ya no existe, ni ¨¦l ni su pa¨ªs, para nostalgia de algunos y el alivio de otros pero lo que es seguro es que su legado no sale a subasta. Los recuerdos de Tito no se mercadean.
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