Theresa May pone a prueba la m¨¢quina de ganar ¡®tory¡¯

La idea era que Theresa May llegara a Bruselas a negociar el Brexit, el pr¨®ximo 19 de junio, arropada por una victoria contundente y fresca. Como el duque Wellington en Waterloo, solo que 200 a?os despu¨¦s y 20 kil¨®metros m¨¢s al norte. Pero el general ya lo advirti¨® al contemplar las cuantiosas bajas en sus propias filas: ¡°Despu¨¦s de una batalla perdida, lo m¨¢s triste es una batalla ganada¡±.

Todos los sondeos publicados hasta la fecha dan a Theresa May como ganadora de las elecciones generales del pr¨®ximo jueves. Pero todos coinciden tambi¨¦n en que su margen con los laboristas no ha hecho m¨¢s que estrecharse. Su marcha triunfal se ha convertido en un sprint final atropellado. De confirmarse la tendencia, la de May ser¨¢ una victoria amarga.

Los tories son una aut¨¦ntica m¨¢quina de poder. En el siglo XX Reino Unido ha tenido un primer ministro del Partido Conservador durante 57 a?os, veinte m¨¢s que los de Gobiernos laboristas, lo que convierte a los tories en una de las formaciones pol¨ªticas m¨¢s exitosas del mundo occidental. El partido es un instrumento para ocupar el poder, identificando antes y mejor que sus rivales qu¨¦ es lo que quieren los votantes.

En el logro del objetivo final, no debe interponerse la consistencia ideol¨®gica. Lo dijo hace mucho tiempo William Harcourt, l¨ªder del Partido Liberal a finales del siglo XIX: ¡°Los conservadores nunca han defendido una causa sin traicionarla al final¡±. En 2005, en medio de una de las mayores temporadas alejado del poder, el partido necesitaba un l¨ªder moderno y liberal para atraer el voto de la burgues¨ªa urbana desencantada con el Nuevo Laborismo. Lo encontr¨® en David Cameron. En 2107, en cambio, lo que conviene es un conservadurismo para la clase trabajadora. Meritocracia, dureza con la inmigraci¨®n y un Estado fuerte, para atraer a los votantes de un UKIP en ca¨ªda libre y, de paso, a alg¨²n laborista cr¨ªtico con el nuevo rumbo del partido. El problema es que Theresa May, la acr¨®bata que deb¨ªa hacer girar todos esos platos en el aire, est¨¢ fallando.

Su ventaja en las encuestas se ha reducido a la mitad y su popularidad como l¨ªder se desploma. No ha ayudado el desastre de un programa electoral que tuvo que ser rectificado a los cuatro d¨ªas. La campa?a parece haber expuesto todas las debilidades de May y, por el contrario, todas las fortalezas de su rival Jeremy Corbyn. ¡°Las expectativas puestas en Corbyn eran incre¨ªblemente bajas, pero adem¨¢s lo ha hecho muy bien. Sus valoraciones han mejorado mucho y las de May no han hecho m¨¢s que empeorar¡±, asegura John Curtice, experto en comportamiento electoral de la universidad de Strathclyde.

Se trata de un aut¨¦ntico error de c¨¢lculo para un partido que quiso plantear la campa?a como una elecci¨®n binaria entre dos l¨ªderes. ¡°Son las primeras elecciones de May y est¨¢ sucediendo que, a medida que la gente la conoce m¨¢s, convence menos¡±, explica Matthew Goodwin, profesor de pol¨ªtica de la universidad de Kent. ¡°No se desenvuelve bien. Se muestra evasiva, ansiosa, nerviosa, poco disciplinada en el mensaje. Aunque gane, si no lo hace por un margen suficiente le va a costar mucho mantener su poder en el partido¡±.

La m¨¢quina de ganar tory necesita un liderazgo fuerte. Pocos partidos han sido tan despiadados con sus l¨ªderes. De los 21 que ha tenido desde 1834, solo dos ¨Clord Salisbury (1902) y Stanley Baldwin (1937)- han dejado el puesto en el momento en que ellos quisieron. La estabilidad del partido, y la suya propia como l¨ªder, fueron las que llevaron a May a anunciar el adelanto electoral, despu¨¦s de haberlo descartado insistentemente.

El momento era el adecuado. Para el partido, se entiende. Los sondeos le daban ventajas de cerca de 20 puntos sobre los laboristas. El hundimiento del UKIP ofrec¨ªan una oportunidad demasiado buena como para desaprovecharla. Una mayor¨ªa m¨¢s amplia liberar¨ªa a May de cors¨¦ de un pu?ado de sus propios diputados, radicales antieuropeos, que podr¨ªan haberle hecho la vida imposible, como se la hicieron a John Major o, m¨¢s recientemente, al propio Cameron. Pero algo se torci¨® y, cuando la campa?a se ha centrado en una sola persona, resulta f¨¢cil buscar culpable.

En los cuatro d¨ªas que quedan, la m¨¢quina tory tratar¨¢ de no salirse del carril marcado: una l¨ªder s¨®lida para afrontar el enorme reto que tiene ante s¨ª el pa¨ªs. Al fin y al cabo, May sigue siendo la favorita. Pero solo una victoria muy contundente podr¨¢ evitar que su liderazgo y su proyecto, en el pa¨ªs y en el partido, no resulten definitivamente tocados por la campa?a. ¡°La palabra tory hab¨ªa dejado de ser t¨®xica en algunos sitios donde antes lo era¡±, explica Tony Travers, de la London School of Economics. ¡°May, por su perfil, ten¨ªa m¨¢s f¨¢cil penetrar en esos lugares con un mensaje m¨¢s social, y extend¨ªa el alcance potencial del partido. Apela a los votantes de clase obrera. Trata de abarcar desde el centro del laborismo hasta el centro del UKIP. Eso es un espectro tremendamente amplio. ?Ser¨¢ capaz de satisfacer a todos despu¨¦s de las elecciones? La respuesta es no. Sobre todo ahora que su liderazgo est¨¢ m¨¢s cuestionado en el partido¡±.