Adi¨®s al Brexit duro
May se revel¨® como una l¨ªder nada ¡°fuerte¡± ni ¡°estable¡±, sino floja y vol¨¢til, aunque desp¨®tica
?Por qu¨¦ Theresa May ha hecho el negocio de las cabras en esta elecci¨®n? Por culpa suya, ¨²nicamente suya. Porque ha formulado propuestas retr¨®gradas, como el impuesto sobre la demencia, un copago sanitario a los jubilados del que responder¨ªan hasta con su vivienda. Porque, bajo el lema tautol¨®gico y vac¨ªo de que ¡°Brexit is Brexit¡±, ha enarbolado una de sus versiones posibles, la m¨¢s dura y extremista, renegando del mercado interior (y de la uni¨®n aduanera) que el Reino Unido tanto contribuy¨® a configurar; y vehiculada adem¨¢s en tono agresivo contra los inmigrantes y los socios europeos.
Y porque se revel¨® como una l¨ªder nada ¡°fuerte¡± ni ¡°estable¡± ¡ªcomo recoge ?el propio manifiesto electoral tory!¡ª, sino floja y vol¨¢til, aunque desp¨®tica, con ocasi¨®n de los dos atentados terroristas: centrifug¨® responsabilidades propias (era la ministra de Interior que con David Cameron recort¨® dotaciones policiales) hacia la sociedad, presuntamente permisiva con el terrorismo. Y anunci¨® limitaciones a los derechos fundamentales.
Con estas habilidades logr¨® que le saliera el mal tiro de las elecciones por la culata de su propio poder, ahora jibarizado, como el de todos los eurohostiles. Pretend¨ªa arrasar logrando cien diputados m¨¢s y se ha quedado con bastantes menos. Ni siquiera logr¨® apropiarse de la fuerza del siniestro UKIP, que ahora felizmente se evapora al menos por un rato largo.
Y le costar¨¢ formar Gobierno. Deber¨¢ contar en todo caso con los unionistas del Ulster (a¨²n peores en est¨¢ndares de extremismo). Pero bajo tortura: el pacto individualizado de cada medida y de cada ley. Y al precio de rebajar el Brexit de duro a blando, pues los correosos herederos de Ian Paisley tendr¨¢n como prioridad que la frontera con la vecina Rep¨²blica de Irlanda sea tambi¨¦n muy blanda: algo obligado por sus propios ciudadanos, los primeros interesados en mantener las actuales relaciones comerciales, escolares y personales con el Eire.
Theresa May se ha hecho un cameron, un arturmas, llam¨® a elecciones para ir a por lana y obtuvo unos resultados que la dejan trasquilada. Con la convocatoria pretend¨ªa (aunque impl¨ªcitamente) cubrir el d¨¦ficit democr¨¢tico del refer¨¦ndum, pues la ajustada victoria brexitera de hace un a?o no alcanz¨® ni la mayor¨ªa cualificada (del 55%) prescrita internacionalmente para el refer¨¦ndum de independencia de Montenegro: el esperado gran triunfo electoral deb¨ªa vigorizar esa exigua mayor¨ªa. Buscaba vitaminar la versi¨®n m¨¢s extremista del Brexit, para la que no dispon¨ªa de mandato terminante e indubitado. Y ansiaba aumentar su poder y su control de los conservadores d¨ªscolos, tanto para aparentar m¨¢s potencia hacia afuera, frente a Bruselas en la inminente negociaci¨®n; como para consolidarse hacia dentro, cercenando a la oposici¨®n laborista y eliminando toda contestaci¨®n.
Nada de todo eso ha ocurrido. El desastre es apocal¨ªptico. Ser¨¢ degustado con fruici¨®n en las capitales del continente. El Brexit duro queda tocado de muerte. Y Theresa May es una sombra de s¨ª misma. Sombra, nada m¨¢s.
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