La p¨¦rdida del esca?o de Nick Clegg empa?a el leve avance de los liberal dem¨®cratas

Un desenlace agridulce engloba los resultados de los liberal dem¨®cratas brit¨¢nicos, el ¨²nico gran partido del espectro n¨ªtidamente europe¨ªsta y sin las fisuras que dividen a la militancia laborista. La insignia de tono naranja lo hizo bien, si nos atenemos tanto a los resultados que le procuran una ganancia de cuatro diputados como al vaticinio de los sondeos de que no iban a poder exprimir la causa anti-Brexit para lograr grandes r¨¦ditos. El elector calcula su sufragio, y muchos proeuropeos que no conf¨ªan en el liderazgo de Corbyn optaron por darle su voto para neutralizar a May y convencidos de que, en cualquier caso, el l¨ªder laborista nunca resultar¨ªa vencedor.

Esa premisa le cost¨® muy cara al Partido Liberal Dem¨®crata, cuyo l¨ªder, Tim Farron, consigui¨® retener el esca?o por tan solo 777 votos. El ¨¦xito del exministro de la cartera Negocios sir Vince Cable, al recuperar el acta de diputado que le arrebataron los tories hace dos a?os, ha alimentado adem¨¢s las especulaciones sobre su pretensi¨®n de desafiar el liderazgo de Farron.

Pero el titular del d¨ªa en el bando de los libdems?fue la inesperada derrota de su anterior l¨ªder, Nick Clegg, uno de los pol¨ªticos m¨¢s articulados de la escena brit¨¢nica, y ahora sobrepasado por el rival laborista en la circunscripci¨®n que consideraba asegurada en Sheffield. Clegg ha achacado el rev¨¦s a sus posiciones proeuropeas, pero la lectura de los analistas apunta a su papel de n¨²mero dos de David Cameron a ra¨ªz del pacto de los liberal dem¨®cratas con los conservadores para formar gobierno en 2010. Una de sus promesas electorales de entonces hab¨ªa sido congelar las tasas universitarias. Su cesi¨®n y r¨²brica de un astron¨®mico aumento de las matr¨ªculas, una vez en el Gabinete, no le ha sido perdonada.