Furia en el barrio argentino donde mataron a un ni?o de tres a?os por 12 d¨®lares
Los vecinos queman la casa del supuesto asesino, de 16 a?os. EL PA?S recorre el conurbano de Buenos Aires, devastado por la inseguridad
Llega la hora de la siesta en Villa Centenario y tres motocicletas, una roja, una negra y otra blanca, salen a recorrer el barrio. Comienza la loter¨ªa en la que un nutrido grupo de vecinos de Lomas de Zamora, (a una hora del obelisco de Buenos Aires) son los n¨²meros de una realidad que se ha transformado bruscamente. El pasado mi¨¦rcoles, Mart¨ªn Bustamante y su peque?o de tres a?os, Agust¨ªn, salieron a comprar una pizza a pocos metros de su casa. En el camino fueron sorprendidos por dos ladrones que salieron de atr¨¢s de un ¨¢rbol y a punta de pistola le robaron los 200 pesos (12 d¨®lares) que el hombre llevaba consigo. Uno de ellos, un menor de 16 a?os, mir¨® al hombre, le sonr¨ªo y antes de escapar en una motocicleta, abri¨® fuego. Agust¨ªn fue alcanzado por un proyectil que entr¨® por su espalda y lo mat¨®. ¡°Pap¨¢, me duele¡±, fueron sus ¨²ltimas palabras.
Ni el propio Mart¨ªn, trabajador en una empresa privada; ni su pareja J¨¦sica, ama de casa, tuvieron fuerzas suficientes para sumarse al grupo de vecinos que horas m¨¢s tarde reclam¨® por seguridad en la plaza del barrio. La pareja prefiri¨® quedarse con sus ni?as, una de seis a?os y la beb¨¦ y prepararse para el velatorio de Agust¨ªn. En la protesta, unas 200 personas se separaron del grupo para ir a la casa de los Heredia, ubicada a pocas cuadras. All¨ª vive el ¨²nico detenido por la polic¨ªa y quien Mart¨ªn reconociera como due?o de la sonrisa que nunca olvidar¨¢. Ya todos conoc¨ªan al menor y, tal como sucedi¨® en otros casos, la enfurecida masa incendi¨® la casa por completo. De no ser por el accionar de los bomberos, las llamas tambi¨¦n se hubiesen comido la vivienda de atr¨¢s, en la que vive Hugo V¨¢zquez, t¨ªo del menor detenido. Hoy, una patrulla policial custodia la chamuscada estructura.
En di¨¢logo con EL PA?S, el hombre admite que ¡°si el pap¨¢ de la criatura lo apunta y algunos vecinos vinieron a buscarlo, por algo es¡±. ¡°Me gustar¨ªa preguntarle a mi sobrino porque lo hizo¡±, dice Vazquez preocupado por la catarata de amenazas que ahora recibe el resto de la familia. ¡°Yo soy el hermano de la mam¨¢, que falleci¨® cuando ¨¦l ten¨ªa un a?o. Hace unos meses tuvo otra causa por portaci¨®n de arma de fuego y lo entreg¨® el padre que vive ac¨¢ con ¨¦l y con mi otro sobrino (pr¨®fugo de la polic¨ªa hasta el cierre de esta edici¨®n). Mi sobrino no necesita robar, quisiera preguntarle que pas¨®¡±, relata el hombre, visiblemente rendido por el suceso: ¡°Yo, como padre, tal vez har¨ªa lo mismo, ir¨ªa a quemarle la casa, pero s¨¦ que la familia de la criatura no fue, porque ellos no quer¨ªan eso. Los que lo hicieron fueron oportunistas¡±.
Cuando comienza la hora prohibida, de 14 a 17 y por la noche, las calles de Villa Centenario se convierten en un desierto. Los ni?os son retirados lo m¨¢s r¨¢pido posible de los colegios y hasta algunos colectiveros prefieren circular el barrio junto con otra unidad por si pasa algo. La seguridad es un bien preciado y poco importa que all¨ª est¨¦n ubicados los tribunales federales de Lomas de Zamora. Macarena, una de la maestras del peque?o Agust¨ªn en el jard¨ªn Yuyitos, revela que a la hora de la salida improvisan una barrera de cara a la puerta, ¡°para tener al padre de frente en el momento en que sale su hijo¡± y as¨ª evitar ser sorprendidas.
¡°Hacemos los mandados temprano¡±, suelta Mirtha, una vecina de 73 a?os que lleva 38 viviendo en el barrio. El miedo puede verse con solo caminar las solitarias veredas. Cuando el sol se eleva, proyecta en los caminos la sombra de miles y miles de rejas que ya forman parte del paisaje. Se suma el ladrido al un¨ªsono de cientos de perros, muchos de ellos grandes y feroces, que cumplen la doble funci¨®n de mascota y protecci¨®n. ¡°La gente honesta vive entre rejas y los delincuentes en la calle, estamos cansados. Yo misma ten¨ªa un rottweiler adiestrado que una vez sali¨® corriendo a dos ladrones que me esperaban detr¨¢s de una pared¡±, cuenta Mirtha, quien relata de memoria los ¨²ltimos hechos, desde simples arrebatos de m¨®viles con ladrones escondidos en las copas de los ¨¢rboles, hasta el asesinato de una anciana de 82 a?os a quien le entraron en la casa para robarle tan s¨®lo 28 pesos (menos de dos d¨®lares).
Cyntia Men¨¦ndez es la directora del Instituto Mario Madeddu, una escuela privada que desde hace cuatro a?os organiza junto al municipio corredores infantiles por calles y horarios determinados, con el objetivo de garantizar la seguridad de los chicos cuando vuelven a su casa. El terreno de la escuela est¨¢ pegado al del excentro ilegal de detenci¨®n denominado Pozo de Banfield, considerado la ¡°maternidad clandestina¡± de la ¨²ltima dictadura militar. Pero adem¨¢s es una vecina nacida y criada en Villa Centenario. ¡°Cuando ¨¦ramos chicos te robaban y listo, no sal¨ªan drogados a robar¡±, analiza la mujer, ¡°Ahora s¨ª, y a veces no son ni conscientes de lo que est¨¢n haciendo. A m¨ª me duele pensar que hay una generaci¨®n que est¨¢ perdida. No se cu¨¢nto podemos hacer por ellos y creo que es necesario trabajar con los hijos de estos chicos¡±.
"Tenemos barrios muy carenciados y las realidades se trasladan, pero no deja de ser algo que est¨¢ pasando en toda la Provincia". La docente no vive con miedo, pero advierte que ¡°hace dos a?os se ven a muchos mas pibes del barrio con consumos problem¨¢ticos, aunque esos no son los que delinquen, o por lo menos no lo hacen en este barrio¡±. En realidad se cruzan, y a la hora de las apuestas, ¡°los de ac¨¢ se van a robar all¨¢ y los de all¨¢ vienen para ac¨¢¡±.
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