El viaje de la muerte de Valeria en la ruta 40
El padre de la v¨ªctima cuenta desde su casa los detalles del brutal crimen de una ni?a de 11 a?os que ha escandalizado a M¨¦xico
Lo que iba a ser un trayecto de cinco minutos por carretera, se convirti¨® en un desaf¨ªo macabro: encontrar a contrarreloj la camioneta que llevaba a Valeria. Por una avenida amplia circulaban cientos de combis, todas iguales, blancas, con unos detalles amarillos en el port¨®n, algunas m¨¢s viejas y destartaladas, otras que disimulaban mejor sus defectos. La mayor¨ªa vac¨ªas. Imposibles de diferenciar a simple vista. De aquello se percat¨® Sergio Guti¨¦rrez m¨¢s tarde, cuando subi¨® a su ¨²nica hija a una de ellas, no sab¨ªa que no volver¨ªa a verla hasta el d¨ªa siguiente. La ni?a de 11 a?os apareci¨® asesinada y abandonada en el interior de uno de esos veh¨ªculos, con signos de violencia sexual y asfixia.
Valeria le hab¨ªa dado el tel¨¦fono a su padre porque sab¨ªa que hab¨ªa muchas posibilidades de que la asaltaran en esa combi. En el municipio de Nezahualc¨®yotl, en el Estado de M¨¦xico, es realmente complicado dar con alguien a quien no le hayan robado en el transporte p¨²blico alguna vez. Pero en esta entidad, la m¨¢s poblada del pa¨ªs y tambi¨¦n de las m¨¢s violentas, quien no dispone de coche debe elegir entre caminar por zonas peligrosas o subirse a una camioneta. En este caso, de la ruta 40. No hay m¨¢s opciones, y las dos conllevan un alto riesgo. Precisamente por el miedo a que un hombre armado suba y se lo lleve todo ¡ªa veces la vida de alg¨²n pasajero¡ª muchas de esas furgonetas van vac¨ªas.
El pasado 8 de junio, tambi¨¦n lo iban. Excepto una con dos parches azules del mec¨¢nico y un cartel de propaganda electoral pegado en el cristal trasero. En esa viajaba solo Valeria. Su padre recuerda exactamente c¨®mo iba vestida aquella tarde: "Llevaba una blusita azul marino, con un detalle de un cupcake, un pantalon de mezclilla, chamarra azul turquesa, unos tenis grises. Y su mochila naranja fluorescente, que era inconfundible".
Valeria hab¨ªa preparado la mochila como cada jueves para pasar el fin de semana en la casa de su padre. Guti¨¦rrez y su actual esposa la recogieron de casa de su madre en bicicleta. Para que ella no caminara por la avenida principal, un trayecto de un kil¨®metro y medio, la sub¨ªa siempre a una de esas camionetas y los dos la segu¨ªan en la bici. Esa tarde la combi aceler¨®. Y como si se tratara de una trampa, decenas de camionetas iguales a la de su hija se agruparon en un sem¨¢foro, seg¨²n cuenta el padre a este diario. En un momento de aquella l¨ªnea recta perdi¨® a aquella combi.
Y comenz¨® a pedalear sin descanso. Aunque quer¨ªa convencerse de que aquella furgoneta har¨ªa las paradas previstas, que su hija se bajar¨ªa en la que quedaba cerca de casa, algo le ol¨ªa mal. Buscaba a trav¨¦s de los cristales de otras camionetas aquella mochila naranja. No estaba. Sigui¨® buscando, corriendo, sudando fr¨ªo. Su mujer fue a casa, pensando que la ni?a llegar¨ªa antes que ellos. Pero ¨¦l par¨® a dos patrullas, se mont¨® a una de ellas, que era de un vecino polic¨ªa, accedi¨® a las c¨¢maras de seguridad p¨²blica del Gobierno, unas apuntaban a otro lado y otras no funcionaban. Valeria se hab¨ªa esfumado. Y ¨¦l no pod¨ªa hacer nada.
El caso de Valeria, de 11 a?os, ha indignado a un pa¨ªs que mira al Estado de M¨¦xico, pegado a la capital, como un lugar desbordado por la inseguridad y los feminicidios. Donde millones de familias viven con el miedo a que a sus madres, hijas o hermanas les ocurra algo parecido a lo de Valeria.
En M¨¦xico han matado a casi 30.000 mujeres en 15 a?os, esto es, m¨¢s de cinco al d¨ªa, seg¨²n las cifras del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF). Y el Estado de M¨¦xico, con 15 millones de habitantes, que abraza desde el norte al Distrito Federal, ha sido se?alada por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica como la entidad m¨¢s letal de todas. En lo que va de a?o, las diferentes fiscal¨ªas municipales de la entidad han registrado hasta 1.153 casos de violaciones y otros delitos sexuales, m¨¢s de tres al d¨ªa. Todo ello, teniendo en cuenta que las propias autoridades reconocen que s¨®lo el 10% de los delitos se denuncia, la cifra real con los casos en los que nadie dice nada podr¨ªa resultar escalofriante. El fin de semana en el que muri¨® Valeria, cuatro mujeres m¨¢s fueron asesinadas en distintas poblaciones de la misma entidad.
"Nosotros hicimos lo elemental que debi¨® hacer la Polic¨ªa", explica Guti¨¦rrez roto, desde su casa en Nezahualc¨®yotl. En la mesa principal han colocado un altar con decenas de rosas blancas, flores Acapulco y una foto de ella con el birrete de graduaci¨®n de su escuela. "La ceremonia iba a ser ahora y tenerla que vestir as¨ª para sepultarla, pues, fue muy duro", cuenta el padre.
Valeria dorm¨ªa con su padre y su mujer en una habitaci¨®n del piso de arriba de jueves a domingo, donde ahora est¨¢ llorando su perro Eddy, un cachorro al que no le gusta que lo encierren. En una mesita al lado de la cama hay un cenicero que rebosa cigarros consumidos desde hace d¨ªas. Y sobre una de las repisas, cuelgan dos monos. "Le encantaban los changos. Yo la llamaba mi mono beb¨¦", apunta Guti¨¦rrez.
Tres d¨ªas despu¨¦s de que sacaran el cuerpo de su hija de la furgoneta abandonada, un hombre fue detenido. Jos¨¦ Octavio S¨¢nchez, de 43 a?os, era seg¨²n los testimonios del due?o de la unidad, el que manejaba ese d¨ªa la combi. Llevaba ocho d¨ªas haci¨¦ndolo, y no contaba con un permiso ni licencia para conducir. Hab¨ªa restos de ADN en el cuerpo de la ni?a. Lo ingresaron el lunes en una prisi¨®n de ese municipio y el mi¨¦rcoles apareci¨® ahorcado. La Fiscal¨ªa descart¨® que alguien del penal tratara de vengar la muerte de Valeria y est¨¢n investigando un suicidio. Aunque muchos dudan de la versi¨®n oficial, el informe forense no muestra signos de violencia en su cuerpo y apunta a que muri¨® solo por el ahorcamiento.
Las autoridades han suspendido las 380 unidades de la ruta 40. El caso de Valeria ha evidenciado tambi¨¦n las irregularidades de un transporte p¨²blico que funciona sin control, seg¨²n han reconocido las autoridades estatales. Se ha descubierto que muchas de ellas son demasiado viejas para circular, no tienen los permisos necesarios y los conductores no cumplen con los requisitos m¨ªnimos.
Guti¨¦rrez llora sin pesta?ear, sus ojos son un grifo abierto: "Una parte de mi quisiera descansar. Solo me fluyen las l¨¢grimas pero no puedo llorar. No puedo aceptar la p¨¦rdida, tengo atrapado ese sentimiento. No puedo liberarme del dolor. El dolor se ha quedado aqu¨ª dentro"
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