Emmanuel Macron, presidente en el Olimpo
El nuevo jefe de Estado refuerza en sus primeros pasos el aura mon¨¢rquica de la Rep¨²blica francesa
La metamorfosis fue r¨¢pida, cuesti¨®n de segundos. Ocurri¨® en la noche del 7 de mayo a las 20.00. A esta hora se confirm¨® que Emmanuel Macron hab¨ªa derrotado a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. El candidato se hab¨ªa transformado en presidente. El ciudadano, en jefe de Estado. El hombre de 39 a?os, que tres a?os antes era un desconocido, en monarca republicano. Con cada silencio y cada palabra, con cada gesto, Macron construye desde ese d¨ªa una presidencia ¡°jupiterina¡±, como ha dicho ¨¦l mismo, a imagen del dios romano elevado por encima de las contingencias terrenales.
La victoria de Macron en las elecciones presidenciales y su anticipada mayor¨ªa absoluta en las legislativas que se celebran este domingo han puesto en marcha la maquina de las comparaciones hist¨®ricas. Al nuevo presidente se le compara con Luis XIV, con Napole¨®n, con Napole¨®n III, con el general De Gaulle y con Fran?ois Mitterrand. La lista no es exhaustiva pero va acompa?ada de adjetivos m¨¢s o menos amables: imperial, mon¨¢rquico, absolutista. Todo traduce una realidad: desde Mitterrand, presidente entre 1981 y 1995, no ha habido otro que proyecte una imagen de concentraci¨®n de poder personal como Macron en las primeras semanas de su mandato.
Hay que entender los gestos iniciales de Macron como una refutaci¨®n del estilo presidencial de sus antecesores inmediatos. Una refutaci¨®n del conservador Nicolas Sarkozy el hiperpresidente, como le llamaban, presente a toda hora en las pantallas de televisi¨®n: un l¨ªder en agitaci¨®n permanente que fracas¨® en su voluntad de reformar el pa¨ªs. Y del socialista Fran?ois Hollande, su mentor pol¨ªtico y verdadero contraejemplo, con quien trabaj¨® en El¨ªseo, primero, y despu¨¦s desde el Ministerio de Econom¨ªa. All¨ª aprendi¨®, no lo que har¨ªa si un d¨ªa llegaba a ocupar su cargo, sino lo que no har¨ªa: convertirse en un ¡°presidente normal¡±, como aspiraba a ser Hollande. ¡°No se dio cuenta de que, en este cargo, y en Francia, la gente espera un rey, alguien con una especie de soberbia, que se eleve por encima de la m¨ºl¨¦e¡±, dec¨ªa hace unas semanas Fabrice Lhomme, coautor de ¡°Un presidente no deber¨ªa decir estas cosas¡¡±, un libro imprescindible sobre la presidencia de Hollande.
Macron es este presidente mon¨¢rquico que muchos franceses esperaban. Distante y solemne. Ol¨ªmpico. ¡°El maestro relojero¡±, en sus propias palabras. Es decir, el amo del tiempo, que no se deja arrastrar por lo anecd¨®tico de la pol¨ªtica. Es tambi¨¦n el ¡°presidente jupiterino¡±, t¨¦rmino acu?ado por el publicista Jacques Pilhan en los a?os ochenta para realzar la autoridad de Mitterrand. Un presidente, escribi¨® el periodista Fran?ois Bazin, bi¨®grafo de Pilhan, ¡°capaz, entre largas fases de silencio, de lanzar el rel¨¢mpago en el momento oportuno¡±. Y Macron quiere ser, finalmente, un presidente ¡°con un poco m¨¢s de verticalidad¡±, como explic¨® en una de las muchas reflexiones, previas a la victoria electoral, que demuestran que hab¨ªa calculado de antemano su acci¨®n presidencial.
Todo lo hab¨ªa teorizado Macron antes de llegar al cargo. En una entrevista con el periodista Eric Fottorino, publicada en el libro Macron por Macron, detall¨® cu¨¢l era en su opini¨®n la funci¨®n del presidente en la Rep¨²blica. ¡°Hay en el proceso democr¨¢tico y en su funcionamiento un ausente¡±, dijo. ¡°En la pol¨ªtica francesa, este ausente es la figura del Rey, de quien fundamentalmente pienso que el pueblo franc¨¦s no quiso la muerte. El Terror [las violentas purgas tras la Revoluci¨®n francesa] cav¨® un vac¨ªo emocional, imaginario, colectivo: ?el Rey ya no est¨¢! Despu¨¦s intentamos rellenar este vac¨ªo: fueron los momentos napole¨®nicos y gaullista, sobre todo. El resto del tiempo, la democracia francesa no rellena este espacio. Se ve bien con la interrogaci¨®n permanente sobre la figura presidencial, v¨¢lida despu¨¦s de la marcha del general De Gaulle. Despu¨¦s de ¨¦l, la normalizaci¨®n de la figura presidencial reinstal¨® una silla vac¨ªa en el coraz¨®n de la vida pol¨ªtica. Y, sin embargo, lo que esperamos del presidente de la Rep¨²blica es que ocupe esta funci¨®n¡±.
La habilidad de Macron ha consistido en transformar el sistema de partidos ¡ªtras las elecciones de este domingo los socialistas pueden quedar al borde de la extinci¨®n y la derecha de Los Republicanos gravemente debilitada¡ª sin tocar el sistema institucional de la V Rep¨²blica. Es m¨¢s, usando este sistema ¡ªlos poderes reforzados del presidente, o las elecciones por sistema mayoritario a dos vueltas¡ª como palanca. Al fundar al V Rep¨²blica, De Gaulle cort¨® un traje constitucional a la medida de sus ambiciones. Macron utiliza el mismo molde para dotarse de amplios poderes y para que Francia recupere la grandeur perdida.
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