Cristina Kirchner, la candidata de Macri
Un conjunto importante de electores vot¨® por ¨¦l como una forma de repudiar a su antecesora
La escena pol¨ªtica argentina ha adquirido, desde el triunfo de Mauricio Macri en 2015, numerosos rasgos de atipicidad. Entre ellos est¨¢n las peculiaridades del actual proceso electoral. Muy pocas veces unos comicios de renovaci¨®n legislativa, en los que no est¨¢ en disputa el control del Poder Ejecutivo, resultaron tan decisivos. Y tambi¨¦n muy pocas veces el destino de la pol¨ªtica depende tanto del resultado de un solo distrito: la provincia de Buenos Aires.
Estas singularidades tienen una explicaci¨®n. Macri debe demostrar que su llegada al poder, hace dos a?os, no se debi¨® a factores aleatorios. Aquel triunfo fue bastante extra?o. Mar¨ªa Eugenia Vidal, la candidata de Cambiemos, que es la coalici¨®n oficialista, gan¨® la gobernaci¨®n bonaerense en una competencia que coincidi¨® con la primera vuelta presidencial. Esa victoria fue tan impactante que determin¨® que Macri, que en el primer turno hab¨ªa salido segundo frente al candidato kirchnerista, Daniel Scioli, venciera en el segundo turno. Un consenso generalizado atribuye el ¨¦xito de Vidal a la imagen de su adversario, An¨ªbal Fern¨¢ndez, salpicada por el narcotr¨¢fico.
La provincia de Buenos Aires es decisiva no solo porque all¨ª est¨¢ radicado el 38% de los votantes del pa¨ªs. Se trata de un feudo que para el peronismo siempre ha sido inexpugnable. Solo sali¨® derrotado all¨ª en 1983, con la llegada de Ra¨²l Alfons¨ªn a la presidencia. La segunda vez fue con Vidal. Por eso la pregunta de este a?o es la siguiente: ?sabr¨¢n Macri y su alianza, de nuevo, hacer el truco? ?O hab¨ªan ganado por casualidad? Para los peronistas, perder dos veces seguidas Buenos Aires ser¨ªa como para los republicanos perder dos veces Texas.
Otro motivo por el cual estas legislativas bonaerenses son tan importantes es que en ellos competir¨¢ Cristina Kirchner como candidata a senadora. Es el ¨²nico distrito, salvo la despoblada Santa Cruz, donde persiste el kirchnerismo. En las dem¨¢s provincias los peronistas cambiaron de piel y adoptaron, sobre todo en materia econ¨®mica, un discurso pr¨®ximo al de Macri. Quiere decir que en Buenos Aires se decide el potencial que conserva el populismo.
El resultado que obtenga la se?ora de Kirchner permitir¨¢ calibrar qu¨¦ nivel de renovaci¨®n fue capaz de producir el peronismo para competir contra Cambiemos en las presidenciales de 2019. En Buenos Aires habr¨¢ tres listas ligadas a ese partido. La de la expresidenta; la de Sergio Massa, su exjefe de Gabinete, que la enfrent¨® con ¨¦xito en las legislativas de 2013; y la de Florencio Randazzo, quien fue, hasta el ¨²ltimo d¨ªa, su ministro del Interior.
La posici¨®n de Cristina Kirchner en el tablero es de un gran beneficio para Macri. El solo hecho de que ella se postule ayuda al Gobierno. El presidente lleg¨® al poder gracias a un balotaje en el cual un conjunto muy importante de electores vot¨® por ¨¦l como una forma de repudiar a su antecesora. El rechazo se debi¨®, antes que nada, a la corrupci¨®n del kirchnerismo. Cambiemos sostuvo esa polarizaci¨®n ¨¦tica para fidelizar a su base, en especial durante un trance en que las prestaciones de la econom¨ªa no entusiasman. La participaci¨®n de la expresidenta en el torneo exacerba esa din¨¢mica.
El otro favor que la se?ora de Kirchner hace a Macri es fragmentar m¨¢s al peronismo. Esta fuerza, que ya estaba dividida en dos por la secesi¨®n de Massa, se parti¨® en tres. Sobre todo, porque ella se neg¨® a competir en una primaria con Randazzo. Esa dispersi¨®n del peronismo es invalorable para los candidatos de Cambiemos.
Cristina Kirchner est¨¢ instalada en una ecuaci¨®n que constituye, de por s¨ª, un activo para Macri. Tiene un poder suficiente, derivado de su consenso interno, como para bloquear la renovaci¨®n del peronismo. Pero tiene un poder insuficiente, derivado de su desprestigio externo, como para llevar al peronismo a la victoria en 2019. Hay varios l¨ªderes que cuentan con aquella potencialidad y esta limitaci¨®n. Entre ellos, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, en Brasil, y el socialista Pedro S¨¢nchez, en Espa?a.
La gravitaci¨®n de la expresidenta sobre el electorado proclive al peronismo se debe a que nadie le arrebat¨® todav¨ªa la bandera de la reivindicaci¨®n social. El rechazo que provoca fuera de esa base se debe a que, sobre todo para los sectores medios, su liderazgo equivale a autoritarismo y corrupci¨®n.
Si Macri tuviera la capacidad de dibujar los resultados que le convienen, decidir¨ªa que la se?ora de Kirchner saliera segunda en octubre. Y que, sobre esa base, se lanzara a competir con ¨¦l para dentro de dos a?os. Para Macri ser¨ªa la candidata m¨¢s f¨¢cil de vencer en un balotaje. El costo de este dise?o es que este a?o ella se convertir¨ªa en senadora y, por lo tanto, obtendr¨ªa fueros parlamentarios. Dicho de otro modo: no ir¨ªa presa. Para much¨ªsimos seguidores del presidente se afianzar¨ªa la sensaci¨®n de impunidad que reina en el pa¨ªs.
El otro perjuicio para el Gobierno es que la vigencia de Cristina Kirchner deja abierta la inc¨®gnita sobre un eventual revival populista. Quiere decir que, una vez que hayan pasado las elecciones, Macri deber¨¢ cambiar de socio. Buscar la complicidad de los peronistas enemistados con la expresidenta para acordar con ellos las reformas econ¨®micas que demuestren que la modernizaci¨®n est¨¢ asegurada. El presidente devolver¨ªa las gentilezas recibidas. Confirmar¨ªa que es la encarnaci¨®n del ajuste neoliberal que describe, y necesita, el kirchnerismo.
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