El sue?o de la reunificaci¨®n languidece en Corea del Sur
Las nuevas generaciones de surcoreanos est¨¢n tan emocionalmente desconectadas con Corea del Norte que recelan de una eventual uni¨®n
La reunificaci¨®n de la pen¨ªnsula coreana es algo a lo que aspiran tanto el r¨¦gimen comunista del norte como la democracia liberal del sur, seg¨²n recogen sus respectivas constituciones. La actual tensi¨®n entre ambos pa¨ªses hace imposible pensar en que esta uni¨®n vaya a suceder pronto, con lo que el asunto se trata como una misi¨®n a largo plazo. El tiempo, sin embargo, juega en contra de este objetivo al menos en Corea del Sur, donde los j¨®venes parecen ya haber pasado p¨¢gina del cap¨ªtulo norcoreano.
"Lo que me importa es poder conseguir un trabajo con un buen sueldo que me permita vivir. Para m¨ª [Corea del Norte] es como si no existiera. No me interesa la unificaci¨®n, somos muy distintos", asegura Yoon Young-ju, de 20 a?os y estudiante de Econom¨ªa en la Universidad de Yonsei, en Se¨²l. Su opini¨®n, entre la indiferencia y el hast¨ªo, est¨¢ en l¨ªnea con lo que muestran las encuestas: si a principios de siglo casi un 80% de los surcoreanos ve¨ªan la uni¨®n con el norte como algo "muy necesario", este porcentaje se sit¨²a actualmente en el 40%. Y entre los m¨¢s j¨®venes apenas llega al 20%. La desconexi¨®n es tal que cabe la posibilidad de que, de llegar este momento crucial, la mayor¨ªa de la sociedad lo rechace.
Las dos Coreas est¨¢n divididas por una frontera artificial situada en el paralelo 38 desde 1953, despu¨¦s de tres a?os de guerra y tras la firma de un armisticio que nunca desemboc¨® en un tratado de paz. La historia de un pueblo que hab¨ªa convivido durante siglos qued¨® abruptamente truncada. Pero de esto hace ya casi siete d¨¦cadas. Las viejas generaciones van cediendo el paso a j¨®venes que han crecido en una sociedad que casi nada tiene que ver con la que se criaron sus abuelos y sin v¨ªnculos emocionales con el norte. Del alrededor de diez millones de familias que quedaron separadas en un lado y otro de la pen¨ªnsula en 1953, ahora solamente permanecen unas 140.000.
La esperanza de una reunificaci¨®n en la pen¨ªnsula se aviv¨® durante el mandato de Kim Dae-jung, presidente surcoreano entre 1998 y 2003, que abog¨® por una pol¨ªtica de acercamiento al pa¨ªs vecino. De esa ¨¦poca surgieron los grandes proyectos de cooperaci¨®n econ¨®mica conjunta y hasta una hist¨®rica cumbre entre ambos l¨ªderes. Pero el aumento de la tensi¨®n por el programa nuclear norcoreano y casi una d¨¦cada de ejecutivos conservadores en el sur que han optado por la mano dura ha derribado cualquier esperanza de reconciliaci¨®n a corto plazo. El nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, es partidario de volver a abrir la puerta al di¨¢logo y la administraci¨®n dedica muchos recursos para educar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la reunificaci¨®n, pero estos esfuerzos no parecen surtir efecto de momento.
"Los j¨®venes no est¨¢n interesados ni en el pasado, ni en la historia, ni en resolver la cuesti¨®n norcoreana", reconoce a este peri¨®dico Lee Kwan-sei, vicepresidente del Institute for Far Eastern Studies (IFES) de la Universidad de Kyungnam durante un encuentro con periodistas extranjeros invitados por Korea Foundation, un organismo vinculado al Ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano. El centro en el que trabaja este experto tiene una rama de estudios de Corea del Norte que naci¨® durante el periodo de acercamiento entre ambos pa¨ªses, un programa hoy en horas bajas por la poca demanda.
M¨¢s all¨¢ del poco v¨ªnculo emocional y la disparidad de sistemas pol¨ªticos, otro elemento clave que provoca el recelo entre los j¨®venes es el coste de una posible unificaci¨®n. Los estudios al respecto arrojan cifras muy dispares debido al uso de distintas metodolog¨ªas y la opacidad que rodea los datos norcoreanos. Pero dos puntos se dan por seguros: se tratar¨ªa de un coste inmenso a corto plazo y Corea del Sur es quien deber¨ªa asumirlo.
Se¨²l ha estudiado detenidamente el caso alem¨¢n a la hora de buscar v¨ªas para plantear el suyo si llega el momento. Pero el punto de partida actual es muy distinto: cuando Alemania se reunific¨®, el PIB per c¨¢pita de la parte occidental era 1,5 veces superior al de la oriental. En la pen¨ªnsula coreana, en cambio, hay que multiplicar por 22. Y si entonces hab¨ªa casi cuatro alemanes en el oeste por cada uno de los que viv¨ªan en el este, la ratio en la pen¨ªnsula es de dos surcoreanos por cada norcoreano.
La posibilidad de tener que sacrificarse para ayudar al vecino escuece en un pa¨ªs donde el gasto social representa solamente el 10,4% del PIB -la cifra m¨¢s baja de entre todos los miembros de la OCDE- y la desigualdad es la m¨¢s alta del continente. "Bastante trabajo tenemos para llegar a fin de mes como para preocuparnos de otros. El Gobierno deber¨ªa primero atajar los graves problemas de esta sociedad antes de ayudar a Corea del Norte", afirman tajantes Seon y Kim, una pareja de treinta?eros que viven en la capital.
"Los diplom¨¢ticos tenemos que ser optimistas y creer que finalmente podremos lograr la reunificaci¨®n, pero el cu¨¢ndo y el c¨®mo es otra historia", reconoce Ko Yunju, subdirector del Departamento de Asuntos norcoreanos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur.
Los expertos abogan por una apertura del r¨¦gimen norcoreano como soluci¨®n al distanciamiento entre ambos pa¨ªses. "Creo que si favorecemos los intercambios culturales, acad¨¦micos, culturales o econ¨®micos, el inter¨¦s en Corea del Norte aumentar¨¢. Los j¨®venes se dar¨¢n cuenta de que la reunificaci¨®n puede traerles beneficios", explica el profesor Lee. Adem¨¢s, apunta, el fin del aislacionismo podr¨ªa estimular r¨¢pidamente la econom¨ªa norcoreana, con lo que ante una futura unificaci¨®n el coste no ser¨ªa tan grande. "Corea del Norte tiene recursos naturales y mano de obra abundantes, mientras que el sur el capital y la alta tecnolog¨ªa. Los beneficios econ¨®micos de esta sinergia ser¨¢n enormes", dice.
La joven Yoon sigue sin verlo claro al ser preguntada sobre el potencial de una Corea unificada. "Estos beneficios ser¨¢n principalmente para dos grupos: la poblaci¨®n norcoreana y las ¨¦lites del sur. Quiz¨¢ es ego¨ªsta decirlo, pero tengo la sensaci¨®n de que pagaremos la fiesta de otros".
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