Al rescate del hemisferio
La deriva autoritaria de medio continente
En diciembre de 2004 Cuba y Venezuela fundaron ALBA. La Alianza Bolivariana fue concebida como un acuerdo alternativo al libre comercio promovido por Bush. Fue un gesto simb¨®lico y estrat¨¦gico de largo alcance: ¡°la tumba del ALCA¡±, seg¨²n dijo Ch¨¢vez en Mar del Plata. Venezuela se presentaba como un poder regional.
?ALBA tuvo su complemento en Petrocaribe, fundado en junio de 2005. Era un ambicioso mecanismo de subsidios petroleros, el cual sigue existiendo aunque m¨¢s modestamente por la ca¨ªda de precios. El poder del Estado venezolano en la regi¨®n se hizo de este modo muy tangible: energ¨ªa m¨¢s barata a cambio de apoyo pol¨ªtico.
En 2008 se firm¨® en Brasilia el tratado de Unasur, completado en 2011 al incluir a los 12 pa¨ªses sudamericanos. Su origen se remonta a la primera cumbre de presidentes convocada por F. H. Cardoso en 2000. Cardoso promov¨ªa un regionalismo abierto, es decir, construir instituciones destinadas a equilibrar asimetr¨ªas estructurales y al mismo tiempo fortalecer el marco normativo democr¨¢tico.
Con Lula continuaron estos principios, excepto que la idea inicial de contener a la Venezuela de Ch¨¢vez se fue diluyendo gradualmente. Con Dilma Rousseff en la presidencia, y en buena parte debido a la creciente influencia del Foro de S?o Paulo, Brasil se acerc¨® al bolivarianismo. Ello se hizo m¨¢s evidente todav¨ªa cuando Samper asumi¨® la secretar¨ªa general en 2014.
En 2010 fue creada la CELAC, comenzando a funcionar luego de la cumbre de diciembre de 2011 en Caracas. Sin sede ni demasiado diagrama organizacional, y con prop¨®sitos difusos, CELAC se cre¨® sobre la simple idea de oponerse a la influencia de Estados Unidos en Am¨¦rica Latina. Canad¨¢ tambi¨¦n fue excluido, presumiblemente por representar ambas naciones la Am¨¦rica anglosajona.
Nunca fue explicada la presencia de las naciones caribe?as que s¨ª son parte del bloque, siendo que¡ªal igual que Canad¨¢, de hecho¡ªel jefe de Estado de muchas de ellas reside en Londres: la reina Isabel II. Pero el caribe anglo es cliente de Petrocaribe, algunos se han enterado reci¨¦n hoy. En definitiva, CELAC fue pensada para que Cuba baje la l¨ªnea intelectual, Venezuela financie y juntos retomen la antigua ret¨®rica del antiimperialismo.
CELAC tambi¨¦n fue concebida como rival y sustituta de la OEA, con frecuencia retratada como cautiva de Washington. Rafael Correa siempre fue el m¨¢s locuaz sobre este punto, proponiendo una ruptura con la organizaci¨®n y la CIDH, y la creaci¨®n de un sistema de fiscalizaci¨®n de derechos humanos exclusivamente latinoamericano. Alternativa dif¨ªcil de poner en pr¨¢ctica desde la CELAC, por cierto, dada la ausencia de cl¨¢usula democr¨¢tica en dicho bloque.
La OEA justamente estaba bajo Insulza entre 2005 y 2015, quien hizo lo posible por convertir a la organizaci¨®n en marioneta de Caracas, en lugar de Washington. Es decir, la debilit¨®, desfinanci¨®, se apart¨® de sus principios fundantes¡ªla democracia y los derechos humanos¡ªy obstaculiz¨® el cumplimiento de su misi¨®n. Nada m¨¢s recordar las presiones de Ch¨¢vez¡ªy luego de Dilma Rousseff¡ªa la CIDH y de qu¨¦ lado ca¨ªa el entonces Secretario General durante dichos conflictos.
Es curioso, la literatura sobre regionalismo postula que la densidad institucional es propicia para una integraci¨®n profunda y con arreglo a normas. A mayor numero de instituciones se refuerza el multilateralismo y, con este, la voz de los mas d¨¦biles. O sea, cuantos m¨¢s jugadores jueguen, m¨¢s nivelada estar¨¢ la cancha. A menudo los europe¨ªstas ilustran la noci¨®n con el diagrama de Euler de la integraci¨®n continental.
No es esta una proposici¨®n v¨¢lida para el hemisferio americano, sin embargo. La densa sopa de letras de la integraci¨®n hemisf¨¦rica en este siglo es producto del petr¨®leo por encima de 100 d¨®lares y, como tal, est¨¢ dise?ada para servir el inter¨¦s del principal proveedor del mismo, un pa¨ªs con un gobierno perpetuado en el poder. Pi¨¦nsese en el efecto cascada de esta normatividad no democr¨¢tica.
Este proceso hist¨®rico es esencial para entender las relaciones internacionales de la regi¨®n y, ergo, el supuesto fracaso¡ªy enfatizo ¡°supuesto¡±¡ªde la reciente Asamblea General de la OEA en Canc¨²n. Muchos observadores internacionales, la prensa y no pocos cancilleres regresaron frustrados de dicha asamblea. Se sienten enga?ados¡ªrehenes, dijo alguno¡ªde un pu?ado de min¨²sculas islas caribe?as firmemente alineadas con Caracas. Pues es cierto, pero no pueden culparse mas que a s¨ª mismos por no haber hecho la tarea a tiempo.
Tendr¨ªan que haber tenido en cuenta la historia de la sopa de letras contada aqu¨ª arriba, y al mismo tiempo evitar una estrategia diplom¨¢tica destinada al fracaso. La reuni¨®n de cancilleres no fue parte de la Asamblea, sino la continuaci¨®n de aquella reuni¨®n que se llev¨® a cabo en mayo a solicitud de la entonces canciller argentina Malcorra. Seg¨²n se comenta en Buenos Aires, una sobreactuaci¨®n¡ªa la postre, infructuosa¡ªcon el solo objetivo de redimirse frente a un gobierno exasperado por sus idas y vueltas con Caracas.
Los cancilleres aceptaron esta idea de manera acr¨ªtica. Pasaron por alto que, usualmente, las reuniones de consulta requieren dos tercios de los votos para aprobar una resoluci¨®n. Ello mientras que la Asamblea General, la cual tambi¨¦n cuenta con la presencia de cancilleres, requiere mayor¨ªa simple para el mismo prop¨®sito. Se sab¨ªa que el umbral era demasiado alto y, adem¨¢s, al llegar a Canc¨²n el canciller de Argentina era otro.
Haga la cuenta el lector: 23 votos o 18. Como resultado, la propia estrategia escogida para censurar a Maduro le entreg¨® a este el mapa de salida: empate t¨¦cnico. Si fue accidental, solo un verdadero amateurismo diplom¨¢tico podr¨ªa explicarlo. Si fue deliberado, mejor no hablar. En cualquier caso, regresar de la cumbre culpando a la OEA es una obvia manera de endosarle a otro la responsabilidad de los fracasos propios.
Vuelva el lector a la aritm¨¦tica. Durante m¨¢s de una d¨¦cada se construy¨® el poder regional del chavismo, cristalizado en una densa red de alianzas y organizaciones. Solo dos a?os atr¨¢s lleg¨® Almagro a la OEA, quien en completa soledad comenz¨® a hablar de democracia y derechos humanos en una organizaci¨®n, y un hemisferio, que los ten¨ªa olvidados. Los cancilleres que dec¨ªan hace un par de meses que Almagro era demasiado extremo, hoy dicen que la OEA no hace lo suficiente.
Parad¨®jico, pero no es m¨¢s que un reconocimiento para Almagro, cuyo liderazgo evidentemente les ha abierto los ojos. En hora buena. Ahora solo les resta una dosis de agallas y comenzar a alinear sus palabras con acciones, es decir, con pol¨ªtica. Hacen falta m¨¢s estadistas, pues la tarea es gigantesca y es colectiva: rescatar a medio continente de su deriva autoritaria.
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