La violencia acorrala a los l¨ªderes del G20
Merkel anuncia compensaciones para los comerciantes y vecinos de Hamburgo afectados por la violencia de m¨¢s de 100.000 manifestantes
Unos 100.000 manifestantes han ocupado las calles de Hamburgo para protestar contra la cumbre del G20 durante toda la semana. Algunas marchas han derivado en una violencia sin precedentes, que ha obligado a los mandatarios a cambiar sus itinerarios, cancelar encuentros como el de la primera dama estadounidense, Melania Trump, quien qued¨® atrapada en su hotel por unas horas. La canciller alemana, Angela Merkel, cuestionada por la elecci¨®n de una ciudad grande y s¨ªmbolo de los movimientos antisistema, anunci¨® el s¨¢bado que compensar¨¢ inmediatamente a todos los comerciantes y vecinos de Hamburgo afectados por las protestas. La ciudad ha amanecido surcada de cicatrices despu¨¦s de otra noche de batalla campal.
La ¨²ltima gran manifestaci¨®n, la del cierre de la cumbre ¡°solidaridad sin fronteras¡±, se ha desarrollado de forma pac¨ªfica. 76.000 manifestantes seg¨²n los organizadores y 20.000 de acuerdo con las cifras policiales han vuelto a tomar las calles. Grupos ecologistas, feministas, indigenistas y todo tipo de ciudadanos de a pie se reunieron en el centro de la ciudad a partir de las 11.00 de la ma?ana en una ciudad desierta y tomada por la polic¨ªa y en un ambiente de tensi¨®n provocado por los altercados de los ¨²ltimos d¨ªas.
¡°El mundo arde¡±, rezaba el cartel que portaba Jannis en la manifestaci¨®n del s¨¢bado. A su vera Anil, sosten¨ªa otra pancarta que complementaba la de su amigo. ¡°Y vosotros sois el petr¨®leo¡±. ¡°Mire Siria, los intereses geopol¨ªticos del G20 solo contribuyen a incendiar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n¡±, argumentaba Anil, trabajador de una ONG de derechos humanos. ¡°El G20 no ha sabido mitigar los efectos del cambio clim¨¢tico, especialmente para los pa¨ªses m¨¢s pobres que son los que m¨¢s lo sufren a pesar de que hist¨®ricamente son los que menos han contribuido a crearlo¡±, a?ad¨ªa su amigo Jannis, que trabaja en proyectos de desarrollo sostenible y que ha participado en el foro social alternativo celebrado tambi¨¦n esta semana en Hamburgo. Junto a ellos, otros chicos desfilaban con un cartel en el que se le¨ªa: ¡°Si el clima fuera un banco, ya habr¨ªa sido rescatado¡±.
Organizaciones eclesi¨¢sticas han estado tambi¨¦n muy presentes en la marcha y han ofrecido apoyo log¨ªstico a los manifestantes durante estos d¨ªas. Las iglesias y sus terrenos han dado cobijo a los activistas llegados desde infinidad de pa¨ªses. Pilar Puertas, una doctorada latinoamericana de 60 a?os, sujeta un cartel en el que se lee: ¡°Esta econom¨ªa mata¡±. ¡°Es una cita del papa Francisco¡±, aclara Puertas. ¡°No estamos de acuerdo con estos l¨ªderes que no toman en cuenta a la gente y solo favorecen a los banqueros y a los grandes inversores.
Anke Selbmann pertenece a una red feminista y se lamenta de que el vandalismo antisistema monopolice la imagen de las protestas. ¡°Esta semana he conocido a gente muy constructiva. Yo, donde va el Black block [el temido bloque negro] simplemente no voy, me da miedo¡±, dice.
Selbmann se refiere a los 8.000 antisistema que la polic¨ªa calcula que no se han querido perder la cita de Hamburgo y muchos de los cuales han protagonizado duros choques con la polic¨ªa de la localidad, conocida en el resto del pa¨ªs por su pol¨ªtica de mano dura. Esta ciudad portuaria es un lugar de referencia para los grupos antisistema de toda Europa y miles de ellos han acudido a la llamada de la lucha contra los poderosos. Pero a¨²n as¨ª, la dureza de los choques dar¨¢ probablemente pie en los pr¨®ximos d¨ªas a un intenso debate pol¨ªtico en busca de responsabilidades por el caos que ha reinado en la ciudad. En total, en los ¨²ltimos tres d¨ªas, 143 activistas han sido detenidos y 200 polic¨ªas han resultado heridos, sin que haya trascendido la cifra de manifestantes lesionados.
El barrio de Schanzen, pr¨®ximo a la cumbre y donde estall¨® la noche del viernes la batalla campal, presentaba el s¨¢bado un reguero de cicatrices de guerra urbana. Coches quemados, escaparates rotos y aceras levantadas daban testimonio de la dureza del combate urbano. En el barrio huele todav¨ªa a neum¨¢ticos quemados y el asfalto est¨¢ ennegrecido y salpicado de boquetes. Las lunas de algunos comercios est¨¢n rotas. Otros, como un supermercado o una farmacia han sido saqueados. En el cielo, el sonido del rotor de los helic¨®pteros es continuo. Por las calles circulan blindados y decenas de furgones policiales que van y vienen a toda prisa y con las sirenas ululando a todo volumen.
En un restaurante asi¨¢tico, los empleados tratan de reparar un cristal que ha quedado hecho a?icos. ¡°Nos fuimos a las 22.00 de la noche y todo estaba bien. Esta ma?ana, nos hemos encontrado con esto. Ya estamos hablando con el seguro¡±, explica uno de los empleados. A su alrededor, c¨¢maras de televisi¨®n, vecinos y curiosos toman im¨¢genes para inmortalizar las noches de miedo y violencia que ha vivido Hamburgo.
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