Venezuela, volver a d¨®nde, volver a qu¨¦
En el ¨²ltimo a?o y medio han llegado a Espa?a 29.000 venezolanos. Son parte de la llamada ¡°oleada de la desesperaci¨®n¡± que ha huido del pa¨ªs
Domenico Chiappe (44 a?os, periodista, nacido en Per¨², criado en Caracas) deja caer la mirada cuando se le pregunta si imagina su regreso a Venezuela, su pa¨ªs, de donde falta desde hace tres a?os. ¡°?Volver? ?Volver a d¨®nde? ?Volver a qu¨¦?¡±. Y a?ade: ¡°En todo caso, los h¨¦roes se quedaron adentro¡±. No tienen forma de salir. Y sufren, como han sufrido los que se han ido, pobreza, desabastecimiento y miedo.
En el ¨²ltimo a?o y medio han llegado a Espa?a 29.000 venezolanos, y aqu¨ª viven ya m¨¢s de 300.000, seg¨²n el Observatorio de la Voz de la Di¨¢spora Venezolana, que analiza los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica de Espa?a (INE). Tom¨¢s P¨¢ez, soci¨®logo de origen canario, coordinador del estudio La voz de la di¨¢spora venezolana (Catarata, 2015), llama a la avalancha del ¨²ltimo bienio ¡°la oleada de la desesperaci¨®n¡±.
Se van, dice P¨¢ez, ¡°porque no les alcanza con el sueldo, porque no tienen medicamentos, comida; pero sobre todo se van por miedo¡±. La inflaci¨®n actual de Venezuela es del 700%, seg¨²n el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque las empresas que hacen estudios econom¨¦tricos en Venezuela la incrementan al 1.200%. En los dieciocho a?os que dura el r¨¦gimen han sido v¨ªctimas de la violencia 350.000 venezolanos, seg¨²n el Observatorio Venezolano de Violencia. ¡°Algo menos que en Siria, en cuya guerra han muerto 400.000¡±, apunta P¨¢ez. ¡°De casa sales¡±, a?ade, ¡°no sabes cu¨¢ndo llegas¡±.
Las estad¨ªsticas tienen nombres propios. Marianela Mart¨ªnez de Siso, 69 a?os, es onc¨®loga, en un tiempo la ¨²nica que hubo en Caracas; se fue en 2003, no s¨®lo ¡°porque no soportaba a Ch¨¢vez¡±, sino porque el hospital que fund¨® y donde ejerc¨ªa su especialidad dej¨® de tener recursos. En ese hospital trat¨® al hijo de un militar que luego fue un golpista, con Ch¨¢vez. ?l le avis¨® de la asonada. Ella vivi¨®, como muchos de su generaci¨®n, la fascinaci¨®n por la revoluci¨®n cubana; ¡°como aquello, Venezuela es una mentira¡±. Nunca antes hubo all¨ª resentimiento. ¡°Ch¨¢vez y Maduro lo han provocado¡±. No volver¨¢, al menos hasta que Nicol¨¢s Maduro se vaya. Vive en Galicia, tiene tres nietos. ?Qu¨¦ se puede esperar? ¡°La libertad¡±.
En 18 a?os de chavismo, 350.000 personas han sufrido la violencia
A Wendy Yorlet Moncada (39 a?os) la empuj¨® la inseguridad, en 2010. Vive en La Palma, hasta all¨ª le sigue el miedo a lo que pasa en Caracas. En la isla canaria trabaj¨® en tareas de limpieza, como ahora hace su marido. Ella cuida a sus tres hijos, dos nacidos aqu¨ª. ¡°Ahora es peor todo. En mi calle supe que anoche hubo disturbios, tanques, pistolas. Te asaltan al salir del aeropuerto, como si llevaras millones. ?Volver? Noooo¡±. Despu¨¦s de la conversaci¨®n envi¨® este SMS: ¡°Me olvid¨¦ de comentar: uno de mis miedos a volver es que en mi casa hace dos meses fueron v¨ªctimas de un secuestro expr¨¦s; se metieron en casa, amordazaron, golpearon y robaron a mi mam¨¢ y a mi sobrina. Abrieron la puerta, no se sabe c¨®mo, y las enca?onaron con pistolas¡±.
Mariven Rodr¨ªguez tambi¨¦n se fue en 2003, con el miedo en el cuerpo. Es periodista, tiene 52 a?os; los chavistas cerraron emisoras de radio, amenazaron a su diario, El Universal, fundado en 1909, y a sus periodistas: ¡°Ven¨ªan a por nosotros¡±; la presi¨®n ¡°no dejaba espacio para la libertad¡± y el miedo se le hizo una bola. Se fue a Italia primero, all¨ª hab¨ªa estudiado, y desde 2006 trabaja aqu¨ª, cre¨® medios, ahora lleva las redes sociales de un hotel donostiarra. Volver¨ªa, claro, ¡°pero cuando no haya ni miedo ni sobresalto, este horror, y este error, de la impunidad¡±.
Miguel Romero, publicista, 33 a?os. Vino en 2011. ¡°Contra mi voluntad, por la situaci¨®n que se viv¨ªa. Y ahora no pasa ni la mitad de lo que se sufr¨ªa. Buscaba piso, estaba a punto de casarme. Ch¨¢vez expropi¨® la constructora que lo edificaba, luego expropi¨® el banco que me daba la hipoteca. Lo hizo con muchas otras empresas. Acu¨¦rdate de aquella frase: ?Expr¨®piese! Era un profesional joven, hijo de emigrantes italianos; Espa?a era un buen destino. Y ac¨¢ estoy. Con rabia, con tristeza. Lo que pasa duele cada d¨ªa. El edificio El Para¨ªso, que acaban de asaltar, fue la casa de mi infancia. Veinticinco a?os all¨ª. All¨¢ vive mi madre. El Gobierno dijo que lo hab¨ªan asaltado porque era un centro del terrorismo¡ ?Volver? La Venezuela que conoc¨ª muri¨®, le han lavado el cerebro durante dieciocho a?os. Tendr¨¢n que pasar treinta a?os para que la sociedad recupere la sensaci¨®n de que todos somos iguales¡±.
Te asaltan como si llevaras millones. ?Volver? Nooo
Wendy en La Palma
Tom¨¢s P¨¢ez, 64 a?os, el soci¨®logo de La voz de la di¨¢spora venezolana, no se resigna. ¡°Yo quiero regresar, seguir regresando¡±. Le indigna lo que pasa; pero ¨¦l trabaja, ¡°adentro y afuera¡±, para preparar la normalidad venezolana, que ahora es imposible, ¡°vivimos como en el tiempo de las catacumbas¡±. Pero cuando llegue esa normalidad ¡°muchos de los que est¨¢n fuera llevar¨¢n el talento que han consolidado en la emigraci¨®n¡±. Son, dice, ¡°las redes de la di¨¢spora¡±, ¨¦l se empe?a en tejerlas.
Los datos abruman el panorama que narra. ¡°C¨¢ritas ha dicho que el 9% de los muchachos venezolanos sufre desnutrici¨®n severa. Y el 52% est¨¢ en riesgo de sufrirla¡±. Enfermedades erradicadas, como la malaria y la difteria, han vuelto. La ¨²ltima ministra de Salud fue destituida por desvelar que hab¨ªa crecido la mortalidad infantil. Entre 1960 y 1998, el per¨ªodo democr¨¢tico, se construyeron 66.000 viviendas sociales por a?o, seg¨²n el estudio sobre la di¨¢spora; en los a?os del r¨¦gimen actual, la mitad por a?o; el 60% de las industrias del pa¨ªs han desaparecido; en el ¨¢rea agr¨ªcola o de servicios, el 40% ces¨® su producci¨®n. De ah¨ª la escasez de az¨²car, de caf¨¦, de leche¡ ¡°Y eso ocurre en el periodo de mayor bonanza econ¨®mica que ha vivido el pa¨ªs¡±, dice P¨¢ez. ?Y d¨®nde se ha ido el dinero? ¡°1,9 billones de d¨®lares ha recibido Venezuela v¨ªa petr¨®leo e impuestos en estos 18 a?os. M¨¢s de cinco veces el ingreso de los 40 a?os de democracia. Fuga de capitales, dinero en el limbo, repartos a Gobiernos amigos, financiaciones oscuras, despilfarro, ineficiencia en la gesti¨®n de los recursos¡ Ah¨ª se ha ido¡±. Siempre fue Venezuela un pa¨ªs de inmigrantes. Ahora la di¨¢spora contin¨²a. P¨¢ez es hijo de la emigraci¨®n espa?ola de los a?os cincuenta, cuyo epicentro fue Canarias.
Las colas son el s¨ªmbolo que empuja esta di¨¢spora desesperada. Gabriela Navarro, 39 a?os, es fot¨®grafa y no, no volver¨ªa a su pa¨ªs. ¡°Venezuela ya no es. Venezuela se fue¡±. Lleg¨® a Espa?a en 2014. Terminaba una diplomatura, se estancaba el dinero en Venezuela, ¡°y era imposible salir de casa sin temer lo peor¡±. Tres meses m¨¢s tarde la familia le dijo ¡°no vuelvas¡±. Sus abuelos eran espa?oles, exiliados. Cuando se fue hab¨ªa ¡°largas colas para los productos b¨¢sicos, pero pod¨ªas comprar en el mercado negro¡±. El miedo era peor, ¡°una sombra ya te aterrorizaba¡±. Ha trabajado de teleoperadora, ha hecho fotos de bodas y bautizos, ha colaborado con Photoespa?a. Con un c¨ªrculo de amigos ¡°buscamos fuentes fidedignas, periodistas venezolanos que nos protegen de la sobreinformaci¨®n, esas redes que te agobian y te deprimen. Aqu¨ª hay muchos venezolanos deprimidos por las muertes que estamos viendo. Tristes, envejecidos all¨¢ y ac¨¢, un pa¨ªs que no est¨¢ para fiesta. Volv¨ª hace tres meses: muri¨® mi padre. ?En apenas a?o y medio, cu¨¢nto hab¨ªa envejecido la gente!¡±.
Siempre fue un pa¨ªs de inmigrantes, pero ahora la di¨¢spora contin¨²a
En la cester¨ªa Cesta Rep¨²blica, en Chueca, est¨¢ Guillermo Barrios, 65 a?os, una autoridad fuera de su sitio, en la di¨¢spora venezolana. Fue decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en una de las m¨¢s bellas universidades del mundo, la Central de Caracas. En 2015 se tom¨® un a?o sab¨¢tico. Ya no volvi¨®. Ahora convive con colegas suyos de Cero Es Tres, un estudio de arquitectos que encuentran, reforman y ambientan pisos. Y ¨¦l ha creado la cester¨ªa y la lleva con su esposa, Maitena, ¡°que tiene ocho apellidos vascos¡±. Le han puesto Cesta Rep¨²blica como burla a la Constituyente bolivariana. Las tensiones en la Universidad, atacada por colectivos oficialistas; los dos secuestros sufridos, el asalto de su casa ¡°por efectivos quiz¨¢ ligados a la polic¨ªa¡±, la amenaza emitida por televisi¨®n¡, todo eso lo expuls¨® del pa¨ªs. ¡°Y me fui a la manera acad¨¦mica. Y ahora estoy fuera, con much¨ªsima pesadumbre. ?Volver? Estamos en la primera l¨ªnea de retorno. Ser¨ªa bueno ver una luz. Pero nuestro enemigo no tiene escr¨²pulos, sino un desmedido af¨¢n de poder, no tiene valores. No se lo puede oponer desde la inteligencia¡±.
¡ª?Y se considera un exiliado?
¡ª?Exiliado? Decir esa palabra a?adir¨ªa dolor a este momento. Puede haber reconciliaci¨®n, quisiera tener esperanza, un destino en mi pa¨ªs.
Domenico Chiappe dice que los h¨¦roes son quienes est¨¢n en Venezuela; a veces se van por su voluntad, a veces los se?ala el r¨¦gimen, y tienen que marcharse. Tulio Hern¨¢ndez, 61 a?os, es periodista, de El Nacional, que resiste a Maduro. En mayo Maduro conmin¨® a los jueces, desde la televisi¨®n, a que lo encarcelaran por un tuit en el que el periodista llamaba a los j¨®venes a resistir a la fuerza p¨²blica.
Puede haber reconciliaci¨®n Guillermo Barrios en Madrid
Tulio se disfraz¨®, viaj¨® por carretera hasta Colombia, pas¨® con la identidad de su hermano. Est¨¢ en Madrid. Este ¨²ltimo mi¨¦rcoles present¨® su libro Una naci¨®n a la deriva. Ese d¨ªa conmemoraba Venezuela el D¨ªa de la Independencia y partidarios de Nicol¨¢s Maduro asaltaban la Asamblea Nacional. Aleccionados, al parecer, por el mismo dedo que expuls¨® a Tulio.
Chiappe no imaginaba, al irse, ¡°que aquel pa¨ªs desencaminado iba a adoptar la deriva totalitaria¡± que exhibe. ¡°Era, en efecto, un pa¨ªs imperfecto, que precipit¨® la llegada de Ch¨¢vez. Una gran pobreza, una enorme movilidad social, una tremenda corrupci¨®n. Todo eso tan criticable se exacerb¨®. Si hab¨ªa 1.200 homicidios al a?o, pasamos a tener 30.000, si en la de ¨¦poca de Luis Herrera y de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez se robaban 50.000 millones de d¨®lares, ahora los c¨¢lculos son 300.000¡¡± ?l era jefe de econom¨ªa en Tal Cual, el peri¨®dico de Teodoro Petkoff, una leyenda del periodismo. En 2002 llega Ch¨¢vez, cierra la econom¨ªa venezolana, impone el control total, y Chiappe se va. Todo ha empeorado, pero¡ ¡°No creo que sea un pa¨ªs perdido; pero su regeneraci¨®n ser¨¢ lenta. No se trata de que se le busque salida al dictador, como suele pasar: es que los que est¨¢n en el Gobierno son s¨®lo la punta del iceberg de un enorme entramado de corrupci¨®n cuyas terminales hay que seguir hasta dar con empresas cubanas, argentinas, colombianas. Rutas trianguladas y a veces poli¨¦dricas de desv¨ªo de dinero¡±.
No, no es un exiliado. ¡°Hay exiliados, como Tulio o como el padre de Leopoldo L¨®pez; otros han venido por inseguridad, amenazados. Pero yo soy un emigrante. Los casos de exilio no se pueden banalizar¡±. En la ¨¦poca de la mentira pol¨ªtica desnuda, ?cu¨¢l ser¨ªa hoy la principal mentira de Maduro para perpetuarse? ¡°Es que todo es una inmensa mentira. Sustituyen la palabra gobierno por la palabra pueblo; sostienen que son una revoluci¨®n, que defienden una ideolog¨ªa socialista; no es verdad: son una corporaci¨®n capitalista totalitarista que, de forma estatal o privada, con empresas que han formado ellos, monopolizan los recursos de un Estado. Y Maduro no es m¨¢s que un t¨ªtere en manos de esta corporaci¨®n. Una an¨¦cdota que est¨¢ ah¨ª para hablar con el p¨¢jaro, con las mariposas, con las vacas¡±.
En La Cesta Rep¨²blica de Guillermo Barrios se encuentran Chiappe y Tulio, con Jaime Abello, director de la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Presentan Un pa¨ªs a la deriva. En el luminoso auditorio, rodeados de cestas, venezolanos de ra¨ªz y venezolanos por opci¨®n. De pie, mirando, el rostro conocido del padre de Leopoldo L¨®pez, exiliado. A Tulio lo presenta Chiappe como ¡°una conciencia nacional¡±. La conciencia nacional dice: ¡°El totalitarismo no ha prosperado. Es una buena noticia en medio del drama: hemos sido capaces de sujetar el elefante loco que iba a romper las cristaler¨ªas¡±. Ahora queda preguntar, dice Tulio, ¡°de d¨®nde ha venido tanto odio¡±. Como dijo un venezolano ilustre cuando Ch¨¢vez se hizo cargo de la naci¨®n, ¡°alguien levant¨® la tapa del infierno¡± y fue el militarismo otra vez el que puso a circular en Venezuela el demonio triste de la di¨¢spora.
Ahora deshacer esa tumba se antoja tarea propia de los h¨¦roes que est¨¢n adentro y tienen miedo.
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