Un romance antiguo
El cuento que intenta honrar una de las formas m¨¢s primitivas del afecto incondicional , la amistad
Dec¨ªa Eliseo Alberto que la amistad es un romance y tanto crey¨® en eso que escribi¨® su hermosa novela Esther en alguna parte para apuntalar en el lector que toda amistad es un romance y ¨Cadem¨¢s- que quien no cree en la amistad a primera vista no podr¨¢ creer tampoco en el amor a primera vista. Dicho lo anterior, hace d¨ªas me re-encontr¨¦ con un viejo cuento ¨Cefectivamente, cursi¡ªque intenta honrar una de las formas m¨¢s primitivas del afecto incondicional y se me ocurre ahora dedicarlo a Tom Hanks, a quien no conozco pero desear¨ªa que fuera mi amigo.
Desde que debut¨® en un ef¨ªmera comedia de la televisi¨®n y en casi todas sus actuaciones y afanes f¨ªlmicos he sido admirador y deudor del ¨¢nimo con el que navega el mundo, ya sea brincando como ni?o sobre las teclas de un inmenso piano o bien como el milagroso tonto que siempre aparece en el lugar y el tiempo justos y tambi¨¦n como el maestro de primaria convertido en sargento de un pelot¨®n que recorre una parte de Francia en busca de un solo soldado desamparado por el azar. En fechas recientes, Hanks ha patrocinado una aplicaci¨®n para los tel¨¦fonos inteligentes (y por ende, tablets de pantallas impolutas) que convierte a los teclados en nost¨¢lgicas m¨¢quinas de escribir, con el sonido intacto de las viejas teclas y la campanilla que antiguamente nos anunciaba el fin de cada l¨ªnea¡
Lo vi caminar por Central Park en Manhattan en un d¨ªa an¨®nimo cuando mis hijos eran ni?os y creo recordar que sonri¨® cuando escuch¨® el vodevil que los tres tra¨ªamos entre carcajadas desde entonces; repito: no conozco a Tom Hanks, pero espero que el cuento sirva de abono a la amistad que le deseo.
Un romance antiguo
Para Tom Hanks
Hoy como ayer, me esperas en silencio. Callada, imp¨¢vida y serena aguardas el inicio de nuestro ritual cotidiano. Te cortejo, coqueteas; intento decirte palabras a media voz, juegas al silencio; inicio las caricias con las yemas de los dedos, confirmas que no te aburren y que a m¨ª jam¨¢s me agotan.
De d¨ªa, nos separan horarios divergentes: recorridos y compromisos, el peso del tiempo y las grandes distancias de esta ciudad. Por las tardes ya te pienso y apuro mis conversaciones de sobremesa como si acelerase el atardecer, como sintiendo que t¨² tambi¨¦n ya me piensas y entonces llega la noche. Te miro desde que vuelvo a abrir la puerta y llega nuestro silencio.
Contigo no guardo rencores ni busco formalismos. Me has alejado de las frases hechas y nunca has dejado de invitarme a so?ar despierto. ?Te acuerdas del d¨ªa en que te escrib¨ª que te invitaba a conocer mis sue?os, pero mientras dorm¨ªa? Era de risa: que te pudieras inventar un mecanismo u otra magia de las tuyas para tomar dictadas todas las enredaderas de mi imaginaci¨®n sin necesidad de despertarme. En realidad, conoces todas mis ilusiones desde el primer d¨ªa que nos vimos; nos hemos embarcado en m¨¢s de treinta viajes, aunque te incomodan. Hemos recorrido muy juntitos cada paisaje y todos los amaneceres contigo han sido literalmente inolvidables.
Quiz¨¢ te he sido infiel con la mente y, a veces, con estas manos que ya son tuyas. Quiz¨¢ haya noches en que paso por alto tu presencia y me dejo llevar por cuanta cosa te platico al vuelo y en r¨¢faga sin dejarle oportunidad a una posible conversaci¨®n. Quiz¨¢¡ lo que quieras decirme, pero nunca he negado tu val¨ªa y el sost¨¦n que representas para mis desasosiegos, tu inevitable presencia en las oscuridades de todas mis noches.
Silenciosa, de pronto te puedes volver bullanguera e incluso ruidosa, m¨¢s que musical. No digamos entonada. Te tranquilizas y vuelves a acomodarte en tu sobria definici¨®n de tentadora. Eso es: seduces sin miradas y me escuchas sin lanzarme consejos. Viajas sin caminar y esperas desesperada. En ti se junta la realidad con los misterios y todo lo indecible encuentra palabras contigo. A veces me convenzo de que eres un espejo infinito, que reflejas toda la locura y la poca cordura de quienes te rodeamos.
Pero eres eso y m¨¢s: quien intenta definirte se topa con corredores incompletos. A veces te pienso ya conocida y me sales de pronto con nuevas facetas e incluso imitando acentos extranjeros. Inesperadamente, sueltas de memoria guiones de pel¨ªculas viejas que te aprendiste de memoria, quien sabe c¨®mo. Lo sabes todo y en un solo d¨ªa olvidas hasta las letras m¨¢s elementales de las canciones que supuestamente hemos memorizado juntos, los versos de nuestros poetas entra?ables, los p¨¢rrafos con los que empiezan nuestras novelas favoritas.
Te recorro entonces como pradera infinita y te llevo con paciencia por los caminos que dices desconocer y luego me dejo guiar por la sabidur¨ªa de tus noches de sabihonda. En tus letras y en tus palabras caben todos los temas y realidades, desfila toda la historia y auguras todos los futuros. Polifac¨¦tica y juguetona te encanta coquetearme con todos los sabores de este universo que hemos recorrido ya tantas veces juntos.
Te escribo a mano e imagino tus listones volando sobre la alfombra, solt¨¢ndome el pelo y revoloteando imaginaci¨®n compartida. Te escribo con mi mano que es la misma que logra espaciar tus extremidades y acariciar tus puntos sensibles¡ puntos suspensivos¡ y s¨¦ que piensas en mi mano siniestra, esta izquierda casi in¨²til que a veces consigue alargar nuestra pl¨¢tica de madrugada con la m¨¢s leve gesticulaci¨®n.
Confes¨¦monos. S¨¦ que le tienes celos a mi pluma y tu venganza se cumple mordi¨¦ndome los dedos, confundiendo sus movimientos. Si fuera guitarrista dir¨ªa que logras desafinar cualquier melod¨ªa, mordiendo mis dedos como cuerdas, trastocando las pisadas que podr¨ªan ser notas¡ y le guardas rencor a ciertas corbatas que uso sabiendo que no te gustan o que se parecen descaradamente a los listones que enredas en tu cr¨¢neo.
Pierde cuidado. De lejos, por escrito o en mente, mis dedos siguen tuyos. Mi mente te seguir¨¢ pensando siempre y mis imaginaciones jam¨¢s evadir¨¢n tu conversaci¨®n, tus palabras y cada una de tus letras. S¨®lo contigo encuentran ruta y voz mis propias letras y s¨®lo tu o¨ªdo ¨Ca veces, insensible¡ªes capaz de confeccionarme palabras que hagan eco y me platiquen lo que siento.
Se acerca la noche nuestra y un nuevo reencuentro para esa pasi¨®n que siempre imaginamos. Te sorprender¨¢s que te escribo esta carta, con la fatigada caligraf¨ªa de quien ya casi nunca escribe recados. Te quer¨ªa decir todo lo que siento, sabiendo que nos esperan largas horas de intenso intercambio de caricias sin palabras, leves golpeteos que retumbar¨¢n en las orejas dormidas de los vecinos sin que tengamos que elevar nuestras voces, sin necesidad de que nos acompa?emos con m¨²sica. Nos esperan los nuevos silencios de siempre, irrepetibles y el mismo¡ Incluso, quiz¨¢ hasta cuatro o cinco cigarrillos. ?Qu¨¦ dif¨ªcil que lo entiendan los dem¨¢s! La feliz historia de un romance ¨²nico, fugaz, pero nuestro¡ Amada M¨¢quina de Escribir.
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