Argentina recuerda a Ren¨¦ Favaloro a 50 a?os de la invenci¨®n del ¡®bypass¡¯ de coraz¨®n
La t¨¦cnica que cambi¨® para siempre la cardiolog¨ªa es obra de un cirujano argentino de origen humilde que dio su vida por la profesi¨®n
El 9 de mayo de 1967, hace poco m¨¢s de 50 a?os, un cirujano argentino oper¨® en la Cleveland Clinic de Estados Unidos a una mujer que sufr¨ªa la obstrucci¨®n de su aorta. El m¨¦dico cort¨® parte de la vena de una pierna, la safena, reemplaz¨® con ella el tramo da?ando de la aorta y recuper¨® el flujo de sangre hacia el coraz¨®n. El cirujano se llamaba Ren¨¦ Favaloro y la operaci¨®n fue el primer bypass aortocoronario de la historia, una t¨¦cnica que hoy salva millones de vidas en todo el mundo. Hoy se realizan entre 600.000 y 700.000 bypass s¨®lo en Estados Unidos. En 1992, el diario The New York Times consider¨® a Favaloro ¡°un h¨¦roe mundial que cambi¨® parte de la medicina moderna y revolucion¨® la card¨ªaca¡±. El 29 de julio de 2000, Favaloro se suicid¨® de un disparo en el coraz¨®n.
Medio siglo despu¨¦s de aquella primera operaci¨®n, la figura de Favaloro en Argentina responde a la descripci¨®n que hace 25 a?os hizo de ¨¦l el diario estadounidense. Se lo considera un personaje de una nobleza sin matices, dedicado s¨®lo a los dem¨¢s, despojado de toda ambici¨®n y generoso hasta el extremo. En 1975, el m¨¦dico cre¨® la Fundaci¨®n Favaloro, marco institucional de un instituto de cardiolog¨ªa y cirug¨ªa cardiovascular que en los a?os 90 sum¨® una universidad. En la Fundaci¨®n se formaron miles de m¨¦dicos y se atendieron cientos de miles de pacientes. Los herederos de Favaloro le rindieron homenaje con una gran cena realizada el mi¨¦rcoles por la noche en un hotel del centro de Buenos Aires. El martes, el m¨¦dico tambi¨¦n fue recordado en el Congreso.
Favaloro no fue s¨®lo un cirujano de primer nivel. En Argentina su figura alcanza dimensiones m¨ªticas, con poco espacio para la cr¨ªtica. Y su historia cumple con todos los t¨®picos de aquellos relatos escritos para perdurar. Favaloro naci¨® en 1923, hijo de un carpintero y una modista. A finales de los a?os 30 ingres¨® a la facultad de Medicina de la ciudad de La Plata, la capital de Buenos Aires, y una vez recibido vivi¨® 12 a?os como m¨¦dico rural en un peque?o pueblo de la provincia de La Pampa. En los a?os 60 viaj¨® a Cleveland, Estados Unidos, para prepararse como cirujano. ¡°Un d¨ªa lleg¨® a la cl¨ªnica de Cleveland una paciente con lesiones muy severas. Favaloro pidi¨® a los residentes que est¨¦n a primera hora de la ma?ana para operar y uno de ellos le dijo que no pod¨ªa porque ten¨ªa que ir a la iglesia a confesarse. Le explic¨® que los ¨²ltimos cinco internados se hab¨ªan muerto de esa misma enfermedad y quer¨ªa pedir perd¨®n. ¡®And¨¢ a la iglesia, pero al equipo no vengas m¨¢s, le respondi¨® Favaloro. Ese mismo d¨ªa invent¨® el bypass coronario y salv¨® a la mujer¡±, recuerda Fernando Boullon, jefe de unos de los equipos de cirug¨ªa de Favaloro entre 1972 y 1989 y responsable de 14.000 cirug¨ªas de coraz¨®n.
La operaci¨®n fue un ¨¦xito, pero un mal comienzo en Cleveland estuvo a punto de arruinarlo todo. ¡°Reci¨¦n llegado lo mandaron con el jefe de docencia e investigaci¨®n y Favaloro hablaba un ingl¨¦s muy malo. El tipo le dijo entonces que Argentina era un pa¨ªs de indios con un nivel educativo baj¨ªsimo. Favaloro se par¨®, lo dej¨® solo y decidi¨® volverse a Argentina. Por suerte le pidieron que olvide el incidente y el doctor (Donald) Effler lo meti¨® en su equipo. No era pasante porque ya ten¨ªa 37 a?os, pero destac¨® enseguida porque se acordaba de memoria todas las historias cl¨ªnicas y los an¨¢lisis de laboratorio. Al poco tiempo ya operaba¡±, dice Boullon. ¡°Ah¨ª se le meti¨® en la cabeza hacer un bypass coronario. Entender la enfermedad, desarrollar la t¨¦cnica, solucionar los problemas, todo eso fue obra de Favaloro. Antes de ¨¦l se mor¨ªa el 80% de los pacientes que ten¨ªan obstrucci¨®n coronaria; hoy es al rev¨¦s, se salva el 80%¡±, explica.
El trato diario con Favaloro no era f¨¢cil. Su personalidad arrolladora obligaba a sus disc¨ªpulos a seguirlo adonde sea y a cualquier precio. ¡°Usted no pod¨ªa ponerle una monta?a porque la sub¨ªa, esa era su caracter¨ªstica principal. Otra fue tener un sentido social de la medicina, donde no hab¨ªa ni ricos ni pobres. As¨ª naci¨® la Fundaci¨®n: al que no pod¨ªa pagar lo pon¨ªamos en una lista, el Estado daba los materiales y nosotros oper¨¢bamos gratis. El trabajo diario era tremendo, aprend¨ªamos a las trompadas, porque ¨¦l era una aplanadora, explosivo, un torbellino en el quir¨®fano. Hab¨ªa residentes que escuchaban m¨²sica cl¨¢sica mientras operaban para soportar el estr¨¦s, otros se descompon¨ªan. Y no permit¨ªa debilidades de ning¨²n tipo. Favaloro ten¨ªa una frase: ¡®Nosotros tenemos 4.000 operados y dos ateneos, y el hospital tiene 4.000 ateneos y dos enfermos, no estamos para boludeces¡¯. Por eso operaba a cuatro enfermos por d¨ªa¡±, dice Boullon, que una vez retirado escribi¨® el libro Favaloro, el coraz¨®n en las manos (Sudamericana, 2014).
?El modelo de gesti¨®n econ¨®mica de la Fundaci¨®n no resisti¨® el paso de los a?os y a finales de los a?os 90 entr¨® en una grave crisis econ¨®mica que Favaloro no pudo superar. El doctor Jaime Moguilevsky trabaj¨® junto a ¨¦l desde 1991, cuando tuvo a su cargo la apertura de la Universidad, de donde hoy es profesor em¨¦rito. El destino quiso que fuese una de las ¨²ltimas personas en verlo con vida. ¡°Estuve con Favaloro el s¨¢bado en que se mat¨®. ?l se iba a La Plata a ver un partido de f¨²tbol, porque era hincha de Gimnasia y Esgrima, y yo a una casa que ten¨ªa fuera de Buenos Aires. Cuando vuelvo por la noche escucho en la radio que se hab¨ªa matado. En ese momento record¨¦ que por la ma?ana me hab¨ªa dicho: ¡°Estoy preocupado porque el lunes tengo que despedir a 1.400 empleados¡±. La Fundaci¨®n estaba muy mal, casi fundida, porque ¨¦l te operaba sin preguntarte si eras pobre o rico, cada bypass era muy caro y lo termin¨¢bamos pagando nosotros. Adem¨¢s nos deb¨ªan plata el Estado, las obras sociales, todos¡±.
Favaloro tuvo entonces un dilema ¨¦tico que no pudo resolver: o adaptaba el modelo de negocio de la Fundaci¨®n a la realidad del mercado, contrariando as¨ª sus principios ¨¦ticos, o la cerraba. Opt¨® por la supervivencia de su trabajo de toda una vida, pero prefiri¨® no participar de la soluci¨®n.
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