¡®Arreglao¡¯, pero informal
El primer ministro de Albania se presenta con zapatillas deportivas en una cumbre sobre los Balcanes
El socialista Edi Rama, flamante primer ministro de Albania, se present¨® la semana pasada en una cumbre sobre los Balcanes en Trieste con un curioso desali?o indumentario. Con traje y corbata, como el resto de dirigentes invitados, pero calzado con zapatillas de deporte. Y no unas bambas discretas, oscuras, como las que luci¨® en mayo en Bruselas en un encuentro informal de los l¨ªderes balc¨¢nicos con Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, sino con unas deportivas de un blanco refulgente y franjas rojas; de esas que estaban tan de moda hace unas d¨¦cadas y que ahora se publicitan como vintage. Las Adidas de toda la vida, vaya.
As¨ª que, tanto en la foto de familia como en los encuentros bilaterales que mantuvo en Trieste, esa decadente ciudad italiana que abre la puerta a los Balcanes, Rama no s¨®lo destacaba, como de costumbre, por su considerable altura, sino sobre todo por su estilismo. Nadie supo explicar ¡ªtampoco los principales medios balc¨¢nicos, que elucubraron hasta el infinito mientras se hac¨ªan incontables cruces est¨¦ticas¡ª si la elecci¨®n del calzado respond¨ªa a alguna molestia plantar, a unos inoportunos juanetes o a una eventual p¨¦rdida del equipaje en el avi¨®n que le llev¨® de Tirana a Trieste. La inc¨®gnita podal contin¨²a, pero conocer algunos detalles biogr¨¢ficos de Rama puede ayudar acaso a entender su elecci¨®n.
Antes que dirigente pol¨ªtico, Rama fue, y sigue siendo, un artista en toda la extensi¨®n de la palabra. Estudiante de Bellas Artes en la cerrada Albania de Hoxha ¡ªuna ¨¦poca antit¨¦tica de la belleza y la est¨¦tica¡ª, y profesor luego de generaciones de artistas, es tambi¨¦n el ¨²nico l¨ªder pol¨ªtico en ejercicio que sigue creando y exponiendo sus obras en galer¨ªas nacionales e internacionales. Su forja como artista, en un pa¨ªs donde estaba prohibido el arte contempor¨¢neo y toda influencia for¨¢nea, fue igualmente curiosa. Para orillar la prohibici¨®n de viajar al extranjero, Edi Rama se enrol¨® gracias a su altura en la selecci¨®n nacional de baloncesto (los deportistas eran la otra ¨¦lite, junto a la del Partido, en los antiguos pa¨ªses comunistas). Gracias a los viajes del equipo, conoci¨® pa¨ªses y museos que cualquier alban¨¦s ten¨ªa vetados. M¨¢s tarde, logr¨® una beca para ampliar estudios en Par¨ªs y saci¨® su curiosidad est¨¦tica en la capital francesa.
As¨ª, hasta los noventa, cuando la ca¨ªda del r¨¦gimen comunista le arrastr¨® a la actividad pol¨ªtica y poco despu¨¦s le aup¨® a la alcald¨ªa de Tirana, a cuyo frente destac¨® por curiosas intervenciones ideadas para maquillar la horrible arquitectura estalinista con una capa de pintura¡ abstracta. A falta de dinero ¡ªAlbania es uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa¡ª, las brigadas echaron mano de cubos de pintura y renovaron desoladoras fachadas de nihilismo socialista con dibujos geom¨¦tricos y colores chillones. Tras la alcald¨ªa, donde permaneci¨® 11 a?os (2000-2011), dio el salto al Gobierno en 2013, y hace apenas unas semanas logr¨® ser reelegido.
Personalidad sin igual en el cada vez m¨¢s tecnocr¨¢tico panorama pol¨ªtico, confeso y gozoso perpetrador de abstracciones ¡ªcomo la mir¨ªada de dibujos improvisados que tapizan su despacho oficial¡ª, puede que la respuesta a su curiosa apariencia en Trieste haya que buscarla en su carrera: lo de las deportivas no fue pues un desatino estil¨ªstico, sino una de esas (mal llamadas) excentricidades de artista.
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