C¨®mo sobreviven al fr¨ªo los sin techo de Buenos Aires
El invierno marca temperaturas bajo cero y en la capital argentina 4.400 personas viven en la calle
El cambio clim¨¢tico se siente cada vez m¨¢s fuerte en Buenos Aires y los porte?os ya no se sorprenden por las lluvias, el crudo fr¨ªo del invierno y el calor sofocante del verano. Los ¨²ltimos 15 d¨ªas estuvieron marcados por un clima hist¨¦rico, con jornadas de hasta 20 grados de calor h¨²medo y ma?anas g¨¦lidas, que no superaron el cero. Los que m¨¢s sufren estos extremos son los que viven en la calle, m¨¢s de 1.000 personas, seg¨²n el gobierno de la Ciudad, casi 4.400 seg¨²n las organizaciones sociales que trabajan con los sin techo. EL PA?S recorri¨® las calles de Buenos Aires en las jornadas m¨¢s fr¨ªas.
Una mujer revuelve una bolsa de ropa vieja en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada. Pide que se llame Carolina. Es el nombre que siempre le hubiese gustado tener, dice. Su verdadera identidad, su edad y buena parte de su historia quedar¨¢n en reserva para que su expareja, un violento oficial de la polic¨ªa, no la encuentre. Ni a ella ni a sus hijos de 10 y 6 a?os. ¡°Tuve que escaparme con ellos para salvar mi vida y desde ese d¨ªa estoy viviendo en la calle¡±, relata Carolina una vez que ya encontr¨® los pantalones que necesitaba para soportar el intenso fr¨ªo que tom¨® por asalto a medio pa¨ªs, tras un inesperado "veranito" invernal.
La calle como tatuaje
Oscar Rub¨¦n Nievas es conocido en el barrio de Almagro por su seud¨®nimo, Jagger. Su parecido f¨ªsico con el vocalista de los Rolling Stones no est¨¢ s¨®lo en su rostro, sino tambi¨¦n en su desgarbada figura. La misma que lo salv¨® de la muerte una tarde en que una bala lo roz¨® al querer salvar a una mujer de un asalto. Pas¨® mucho tiempo en la calle hasta que apareci¨® un subsidio por necesidad habitacional que le permite dormir en una pensi¨®n. Pero la herida no cerr¨®. ¡°Siempre dije que si voy por la calle voy acompa?ado de una sola persona, que soy yo. La calle a m¨ª me discrimina, me discrimin¨® y me va a seguir discriminando aunque ya no est¨¦ ah¨ª. Hay gente que no te pide permiso para discriminarte y no te pide permiso para putearte o para escupirte en la cara. Por eso la calle no se va nunca de tu cuerpo, es como un tatuaje¡±, certifica.
Carolina es una de las 300 personas que, cada tanto, asisten a Mesa digna, el comedor que la ONG Red Solidaria monta todas las noches en las plazas m¨¢s emblem¨¢ticas de la ciudad. Desde hace un tiempo lo hace sin sus hijos, luego de ser sorprendida m¨¢s de una vez en medio de la noche por potenciales abusadores de su ni?a. ¡°Sent¨ªs como te la tiran de las piernitas para sac¨¢rtela¡±, cuenta. La inseguridad que se vive en la calle la oblig¨® a dejar a los ni?os con su hermana y a verlos apenas un par de domingos al a?o, ¡°porque si no, sufrimos mucho¡±. El cuerpo de la mujer se salv¨® de los golpes de su expareja, pero sigue magullado. ¡°A veces voy a buscar comida que tiran en los restaurantes de Puerto Madero (el barrio m¨¢s exclusivo de la ciudad) porque ah¨ª es donde m¨¢s sobra, pero hay muchos hombres que te pegan para sacarte las bolsas de las manos¡±, relata.
Mara Garc¨ªa es la m¨¢s buscada por los comensales. No s¨®lo porque los martes est¨¢ a la cabeza de la organizaci¨®n sino porque, adem¨¢s, cumple a?os y todos quieren saludarla. El humo de la olla huele tentador y el de la parrilla augura un final todav¨ªa mejor. Sin embargo, la mayor¨ªa se agolpa en torno a una mesa en la que se improvisa una feria de ropa usada. Es la ¨¦poca del a?o en la que abrigarse es tan necesario como comer. Garc¨ªa dice que este a?o se acerca mucha m¨¢s gente que el anterior. ¡°Esto es mucho m¨¢s que darles de comer, es servir una mesa digna para que hablen entre ellos, se miren a la cara y al menos por un rato esquiven la soledad. Es un momento ¨²nico para todos los que vienen, sobre todo porque muchos llegan con problemas de salud y magullones por peleas entre ellos y de gente que los ataca¡±, explica.
Carolina, como todos, enfrenta al fr¨ªo refugi¨¢ndose en aquellos rincones donde la calle exhala su aliento: rejillas de ventilaci¨®n, bocas del subterr¨¢neo o cajeros autom¨¢ticos. ¡°En los cajeros dorm¨ªs c¨®modo pero hasta las 4.30, que es cuando te sacan¡±, dice Jos¨¦ Luis, de 55 a?os, que lleg¨® a la calle luego de que su hermano dejara de hablarle. Su zona de influencia es el barrio de Constituci¨®n, un punto neur¨¢lgico, sobre todo por las ma?anas y al atardecer, cuando una multitud llega desde el sur del extrarradio a la ciudad para trabajar. La mayor¨ªa lo hace a los empujones y sin levantar la vista del suelo. Entre todas esas almas errantes apareci¨® Marta, una vecina que se apiad¨® de Jos¨¦ Luis y su asma, y lo invit¨® a dormir en el garaje de su casa. ¡°Al principio, apenas iba para dormir y a pesar de que compartimos el ba?o a m¨ª no me gusta estar mucho en la casa, pero ahora ella me cocina, comemos juntos y charlamos de nuestros problemas. Me vino bien porque yo nunca me hab¨ªa encari?ado con nadie¡±, dice el hombre.
El gobierno de la Ciudad reconoci¨® esta semana un incremento del 23% de la poblaci¨®n en situaci¨®n de calle. Seg¨²n el subsecretario de Fortalecimiento Familiar y Comunitario de la Ciudad de Buenos Aires, Maximiliano Corach, el censo realizado en abril del a?o pasado arroj¨® que hab¨ªa 866 personas, y el de abril de este a?o, 1066. 50 organizaciones que durante ocho d¨ªas recorrieron 48 barrios, bajo el amparo de la Defensor¨ªa del Pueblo de la Ciudad, no acreditan estas estad¨ªsticas: para ellas hay 4.396? personas viviendo en la calle, otras 20.000 en riesgo de terminar en ella y 1478 en alojamientos sociales. La diferencia, adem¨¢s de ser amplia, pone l¨ªmites a la oferta habitacional ofrecida por la Ciudad, que cuenta con 32 paradores habilitados con un total de 2300 camas.
Para Juan Carr, titular de la Red Solidaria, un solo pobre viviendo a la intemperie ¡°es una cat¨¢strofe¡± y agrega una variable de peso: ¡°La comida est¨¢ car¨ªsima, ese es un detalle t¨¦cnico importante, porque existen personas que no est¨¢n en la calle, tal vez viven en alguna vivienda precaria o pensiones, pero eso no significa que no atraviesen problemas similares a los que viven en la calle. A esos tambi¨¦n le resolvemos gran parte del d¨ªa d¨¢ndole de comer¡±, reflexiona. El hombre que hace m¨¢s de una d¨¦cada puso la solidaridad en la agenda de todos los medios cuenta con orgullo que su WhatsApp solidario recibi¨® 5.980 mensajes en tres d¨ªas que alertaban sobre presencia de personas durmiendo en la calle: ¡°Argentina, nuestro pueblo, nuestra gente, est¨¢ mirando a sus pobres. No somos indiferentes y eso no es poco¡±.
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