El pulso con el Estado Mayor pone a prueba la autoridad de Macron
Partidos y medios se inclinan a favor del Ej¨¦rcito en la disputa por el presupuesto
El primer desaf¨ªo a la autoridad de Emmanuel Macron deb¨ªa venir de los sindicatos y de la calle, pero acab¨® llegando desde otro estamento ¡ªy otro espacio urbano¡ª tanto o m¨¢s influyente en Francia: los militares y los cuarteles. El pulso entre el presidente de la Rep¨²blica y su jefe del Estado Mayor, general Pierre de Villiers, y la dimisi¨®n el mi¨¦rcoles del general abren una grieta en una presidencia que hab¨ªa discurrido sin incidentes mayores.
Los ataques a Macron han sido transversales. De la izquierda radical a la ultraderecha, de los socialdem¨®cratas a los conservadores moderados, de la prensa de derechas a la progresista, el tono general ha sido de simpat¨ªa con De Villiers y cr¨ªtica a Macron. El editorialista de Lib¨¦ration habla de una ¡°peque?a crisis de autoritarismo¡± y concluye que ¡°ya va siendo hora de que [Macron] crezca un poco¡±. Le Monde describe la dimisi¨®n de De Villiers como una ¡°crisis hist¨®rica¡±; su caricaturista de cabecera, Plantu, ilustra la portada con un retrato sat¨ªrico en el que el sustituto de De Villiers, el general Lecointre, aparece como un perro con la boca tapada; y un art¨ªculo de portada lamenta su ¡°autoritarismo juvenil¡± del presidente. "?El fin del estado de gracia?¡±, se pregunta el conservador Le Figaro.
El error de De Villiers consisti¨® en criticar en t¨¦rminos vulgares los planes de Macron, que contemplaba un recorte de 850 millones de euros en el presupuesto de las fuerzas armadas en 2017. ¡°No me dejar¨¦ joder as¨ª¡±, dijo ante los miembros de la Comisi¨®n de Defensa de la Asamblea Nacional. "Yo soy vuestro jefe", respondi¨® Macron.
Es dif¨ªcil de imaginar en otro pa¨ªs un unanimismo parecido en favor del jefe militar y en contra de su jefe civil. En 2010, cuando el general estadounidense Stanley McChrystal, un militar respetado y valioso, habl¨® con un periodista en t¨¦rminos despectivos hacia el presidente Barack Obama, este lo despidi¨®.
Francia, como Estados Unidos, es un pa¨ªs militarista: el v¨ªnculo entre los uniformados y los ciudadanos ¡ªno siempre pl¨¢cido y lleno de episodios turbulentos¡ª se inscribe en los genes de la Rep¨²blica. A veces es m¨¢s militarista a¨²n que Estados Unidos. No es extra?o que a Donald Trump, invitado de Macron en la fiesta nacional del 14 de julio, le maravillase el desfile militar: en su pa¨ªs quienes desfilan son los civiles, y raramente los uniformados. Cuando hace unos a?os en Francia se plante¨® anular el desfile militar del 14 de julio y convertirlo en civil, en seguida se desech¨® como una ocurrencia antipatri¨®tica y de mal gusto. Las fuerzas armadas son la segunda instituci¨®n que goza de m¨¢s respeto, seg¨²n un sondeo del Instituto de Ciencias Pol¨ªticas de Par¨ªs, ligeramente por detr¨¢s de los hospitales. Tambi¨¦n es un pa¨ªs que ha visto a sus militares sometidos a un esfuerzo inusual en los ¨²ltimos a?os, primero en las misiones exteriores ¡ªAfganist¨¢n, Mali, Irak y Siria¡ª y despu¨¦s en la misi¨®n antiterrorista en el interior, donde miles de soldados est¨¢n desplegados en la Operaci¨®n Centinela. Macron lo entendi¨® bien en las primeras semanas de su mandato, cuando multiplic¨® los gestos de complicidad, como el ascenso de los Campos El¨ªseos, el d¨ªa de su investidura, en un veh¨ªculo militar, o su primera salida al extranjero para visitar las tropas en Mali. El idilio se ha truncado.
Como explica la historiadora B¨¦n¨¦dicte Ch¨¦ron en Le Figaro, en Francia la relaci¨®n entre el poder civil y el militar no es una relaci¨®n sencilla ¡ªmanda el civil, obedece el militar¡ª sino que consiste en una danza sutil. Fue un militar, el general De Gaulle, quien fund¨® la V Rep¨²blica despu¨¦s de que la IV Rep¨²blica entrara en crisis por un golpe en Argelia y ¨¦l mismo afront¨® un golpe militar en 1961. ¡°V¨ªctima de su ¨¦poca, visiblemente Emmanuel Macron no se ha dado cuenta de la espesura hist¨®rica de un tema que ha querido tratar con el ¨²nico sesgo de una comunicaci¨®n binaria¡±, escribe Ch¨¦ron.
Tras la dimisi¨®n del general De Villiers, Macron lanz¨® una operaci¨®n de seducci¨®n a los militares, con una visita el jueves a la base a¨¦rea de Istres, clave para la fuerza de disuasi¨®n nuclear francesa. Prometi¨® que, tras los recortes de 2017, el presupuesto aumentar¨ªa a partir de 2018. Mientras tanto, el portavoz del Gobierno, Christophe Castaner, criticaba de nuevo a De Villiers por ¡°escenificar su dimisi¨®n¡± y reabr¨ªa de nuevo la pol¨¦mica. El apaciguamiento tardar¨¢.
Poco m¨¢s de un mes despu¨¦s de llegar al poder, Macron intenta imponer un estilo vertical y mon¨¢rquico para romper los bloqueos de la sociedad francesa. Quiere romper con las maneras de Fran?ois Hollande, un presidente que quiso despojar el cargo de solemnidad y acab¨® teniendo problemas para imponerse. Los militares lo han puesto a prueba por primera vez. En septiembre, cuando se adopte la reforma laboral, le esperan la otra prueba: la de los sindicatos y la calle.
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