Un matrimonio desesperado
L¨®pez Obrador es el m¨¢s beneficiado con la uni¨®n del PAN y el PRD aunque no lo acepte
No habr¨¢ luna de miel ni noche de bodas. Nadie mostrar¨¢ las s¨¢banas manchadas de sangre al d¨ªa siguiente presumiendo de la virginidad reci¨¦n sacrificada. En el matrimonio que acaban de contraer p¨²blicamente el PAN, el PRD y el Movimiento Ciudadano para acudir con candidatos ¨²nicos a las elecciones de 2018 hay muy poco amor, escaso respeto y ninguna inocencia. Eso s¨ª, es una uni¨®n en la que confluyen muchas ambiciones y no menos intereses, aunque bien a bien nadie, salvo las dirigencias de los partidos firmantes, tiene claro qui¨¦n saldr¨¢ beneficiado.
Desde luego que no ser¨¢n los militantes de estas organizaciones quienes resulten favorecidos. Los simpatizantes de uno y otro partido tendr¨¢n que hacer acrobacias para imaginar un programa de campa?a que recoja los ideales de derecha del PAN (preponderancia de la iniciativa privada, disminuci¨®n del peso del Estado, ¨¦nfasis en la organizaci¨®n social basada en la familia tradicional, educaci¨®n privada, cercan¨ªa con la Iglesia) con las reivindicaciones del PRD, un partido surgido de diversas corrientes hist¨®ricas de izquierda de las ¨²ltimas d¨¦cadas, con agendas en muchos sentidos diametralmente opuestas a las de su ahora consorte (preponderancia del Estado como agente de regulaci¨®n y de redistribuci¨®n social, laicismo en la vida p¨²blica y en la educaci¨®n p¨²blica y privada, defensa de los nuevos derechos en materia sexual y familiar).
Este nuevo frente electoral sufrir¨¢ para encontrar un candidato com¨²n, pero eso ser¨¢ un problema menor comparado con el desaf¨ªo de dise?ar un programa de Gobierno con un m¨ªnimo de seriedad. En ¨²ltima instancia, se supone que un ciudadano no vota por una cara, sino por el tipo de Gobierno que desea.
Si la elecci¨®n del Estado de M¨¦xico fue un laboratorio de lo que suceder¨ªa en la elecci¨®n presidencial un a?o m¨¢s tarde, el frente anunciado por el PAN y el PRD le acaba de dar al traste a dicho laboratorio.
Y si los militantes est¨¢n descontentos con esta fusi¨®n imposible, el Gobierno de Pe?a Nieto est¨¢ confundido. El mejor recurso del PRI para retener el poder en las elecciones de 2018 consiste en fragmentar el voto. No hay manera de producir un candidato propio capaz de competir con el temido y satanizado Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, l¨ªder en todas las encuestas. La ¨²nica opci¨®n del partido en el poder consiste entonces en apostar a sus clientelas rurales y a su voto corporativo para alcanzar un empe?oso 30% y confiar en que la profusi¨®n de candidatos termine diseminando el 70% antipriista en una multitud de opciones. Con una l¨®gica similar, este partido pudo conservar la gubernatura en el Estado de M¨¦xico con apenas el 31% de la votaci¨®n, gracias a sus aliados y a que el candidato de L¨®pez Obrador (Delfina G¨®mez) perdi¨® votos a manos de los abanderados del PRD y del PAN.
Si la elecci¨®n del Estado de M¨¦xico fue un laboratorio de lo que suceder¨ªa en la elecci¨®n presidencial un a?o m¨¢s tarde, el frente anunciado por el PAN y el PRD le acaba de dar al traste a dicho laboratorio. Peor a¨²n, la alianza podr¨ªa mandar al PRI incluso a un humillante tercer lugar, como sucedi¨® en 2000 y 2006.
Una y otra vez, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha acusado de traici¨®n al PRD por renunciar a sus banderas de izquierda al fundirse en una alianza de conveniencia y contra natura. Es una acusaci¨®n que se nutre de la indignaci¨®n. Pero, pens¨¢ndolo bien, es un hecho que lo favorece. Y mucho.
Dif¨ªcilmente el PRD lograr¨¢ imponer su candidato al PAN, un partido infinitamente m¨¢s poderoso. La dirigencia perredista se conformar¨¢ con vender cara su entrega y obtener una porci¨®n generosa de candidatos para las C¨¢maras. Esto significa que L¨®pez Obrador no tendr¨¢ que competir en la boleta electoral con un candidato supuestamente de izquierda, alguien que pudiera dividir el voto, como s¨ª sucedi¨® en el Edomex. En aquella entidad, Juan Zepeda, el candidato del PRD, obtuvo el 18% y este desprendimiento provoc¨® que la otra candidata de izquierda, Delfina G¨®mez, de Morena, no se convirtiera en gobernadora.
Margarita Zavala o Ricardo Anaya, los panistas con m¨¢s posibilidades de quedarse con la candidatura del nuevo frente, dif¨ªcilmente podr¨ªan aspirar a convocar una porci¨®n significativa de los votantes progresistas del mercado electoral. Algo que dejar¨ªa al candidato de Morena como ¨²nica alternativa de izquierda.
En suma, un matrimonio pol¨¦mico que deja malquerencias a diestra y siniestra: a los militantes de los partidos involucrados, al PRI y al Gobierno, que pierden una posibilidad para fragmentar el voto. El m¨¢s beneficiado es L¨®pez Obrador, aunque ¨¦l prefiera no aceptarlo.
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