Los j¨®venes mexicanos, motor de la reconstrucci¨®n
La empat¨ªa ante al dolor, el recuerdo del sismo del 85 y el deseo de participaci¨®n dentro de una sociedad anquilosada pol¨ªticamente detonan una masiva movilizaci¨®n juvenil
Diego S¨¢ez nunca hab¨ªa tomado de las manos a una persona desencajada por el dolor, se hab¨ªa sentado junto a ella para ayudarle a sentir que la tierra ya no se mov¨ªa, y sin soltar sus manos, nunca hab¨ªa guardado un silencio c¨¢lido y envolvente mientras esa otra persona aullaba de angustia y desesperaci¨®n. Diego S¨¢ez, 23 a?os, estudiante de dise?o gr¨¢fico en una universidad privada y vecino de Polanco, una de las zonas m¨¢s acomodadas de Ciudad de M¨¦xico, lleva desde este martes volcado en ayudar a los dem¨¢s. Como ¨¦l, decenas de miles de j¨®venes est¨¢n protagonizando una formidable y masiva demostraci¨®n de solidaridad que ha llegado a desbordar las necesidades de ayuda ciudadana despu¨¦s del terremoto. Muchos de estos j¨®venes, esa generaci¨®n sobre la que planea la sombra sociol¨®gica de la apat¨ªa y ensimismamiento digital, est¨¢n viviendo adem¨¢s su primera experiencia de acci¨®n colectiva, de trabajo para y con el otro.
¡°Lo siento como un deber¡±, dice S¨¢ez tres d¨ªas despu¨¦s del sismo de 7.1 que a su paso por la capital ha dejado m¨¢s de un centenar de muertos, decenas de edificios derruidos y una punzante sensaci¨®n de vulnerabilidad. ¡°No es por algo patri¨®tico, no hago esto por un sentimiento mexicano. Lo que me mueve es ver a la gente sufriendo, han perdido su casa, tienen familiares muertos y siento que si no colaboro esto solo puede ir a peor¡±, dice apurando el paso por una calle de Condesa, uno de los barrios m¨¢s afectados. Le acompa?a otro pu?ado de j¨®venes ¨Ctodos veintea?eros¨C, armados con chalecos naranja reflectante, cascos y su nombre, su n¨²mero de tel¨¦fono y su grupo sangu¨ªneo escrito en el brazo. Son las brigadas de apoyo, grupos autorganizados y aut¨®nomos que desde el primer d¨ªa del temblor recorren la ciudad descargando coches con v¨ªveres y medicinas, limpiando cascotes o poni¨¦ndose al servicio de los grupos de rescate profesionales en las zonas m¨¢s golpeadas.
¡°Somos un pa¨ªs unido. El pueblo se ha levantado y los j¨®venes estamos aqu¨ª para ayudar¡±, dice desde otro punto de la ciudad Eli Ferr¨¢n, estudiante de bachillerato de 18 a?os. ¡°El Estado no est¨¢ respondiendo a esta tragedia, somos nosotros los que estamos dando la cara¡±, defiende Monsterrat Gonz¨¢lez, 24 a?os. ¡°El terremoto ha demostrado que hay mucha fuerza civil pero falta organizaci¨®n. Nuestro sistema pol¨ªtico es muy deficiente en t¨¦rminos de organzaci¨®n social. Podr¨ªamos hacer mucho m¨¢s, pero toda esta energ¨ªa se pierde por culpa de los pol¨ªticos. Es lo mismo que pas¨® en el otro terremoto, el de 1985. Mi pap¨¢ estuvo ah¨ª y ahora me toca a m¨ª¡±, apunta Cesar Deciga, 22 a?os, estudiante de Historia en la UNAM.
Reproches y desconfianza ante las instituciones, empat¨ªa movilizadora frente al dolor ajeno y el ejemplo inspiracional de otra generaci¨®n, la de sus padres, que vivi¨® una cat¨¢strofe similar pero a¨²n m¨¢s devastadora. Aquel terremoto de hace 32 a?os dej¨® 10.000 v¨ªctimas y un sentimiento de desamparo institucional marcado a fuego en el imaginario colectivo: "Porque si el mundo no se vino abajo / en su integridad sobre M¨¦xico / fue porque lo asumieron / en sus espaldas ustedes", escribi¨® d¨ªas despu¨¦s el poeta Jos¨¦ Emilio Pacheco.
M¨¦xico, como toda Am¨¦rica Latina, es un pa¨ªs joven. Casi una tercera parte de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os, mientras la envejecida Europa apenas llega al 15%. Los cauces de participaci¨®n juvenil pol¨ªtica y social son sin embargo mucho m¨¢s estrechos. Apenas el 5% est¨¢ implicado en alguna organizaci¨®n y los ¨ªndices de desconfianza hacia las instituciones pol¨ªticas, atravesando todo el espectro de edad, son abrumadores, seg¨²n datos instituto estad¨ªstico mexicano.
¡°La respuesta al sismo de los j¨®venes no es una anomal¨ªa. Lo que sucede es que ahora estamos ante un momento explosivo que est¨¢ visibilizando el trabajo diario de mucha parte de esa generaci¨®n millenial que tiene una forma particular de organizarse: distribuida, horizontal, sin voceros, ni l¨ªderes. Se trata m¨¢s bien de un problema de diagn¨®stico por parte de las estructuras tradicionales de la democracia representativa y los medios de comunicaci¨®n, que al no percibir a un presidente de los j¨®venes, deducen autom¨¢ticamente que no participamos en la vida p¨²blica¡±, sostiene Antonio Mart¨ªnez, 33 a?os, periodista y cofundador de Horizontal, un centro de activismo cultural y pol¨ªtico.?
En ese mismo espacio, en el coraz¨®n de la Roma, otro de los epicentros del golpe, se reunen cada d¨ªa una media de 50 personas para dar vida a un hub de informaci¨®n. Periodistas, programadores y desarrolladores web han levantado un mapeo geolocalizado de los puntos de mayor necesidad en medio de la cat¨¢strofe, que est¨¢ siendo usado incluso por el Gobierno estatal. Nadie en el equipo supera los 35 a?os. La inteligencia colectiva y digital puesta al servicio p¨²blico.
¡°Las jovenes generaciones s¨ª estan dispuestas a involucrarse pero no del modo tradicional, no dentro del sistema corporativista y vertical heredero de la hegemon¨ªa priista. Ante un vac¨ªo de organizaci¨®nes pol¨ªticas o sociales, con una legitmidad lastrada por la corrupci¨®n y la impunidad, estamos constatando que desean tener presencia social. Buscan dotarse de un sentido de colectividad y apoyo mutuo, sentirse vivos pol¨ªticamente¡±, apunta Manuel Gil Ant¨®n, investigador del Centro de Estudios Sociol¨®gicos de El Colegio de M¨¦xico (Colmex).
¡°Creo que somos una generaci¨®n que est¨¢ buscando su sentido. Si nos comparamos con la que vivi¨® las revueltas estudiantiles del 68, por ejemplo, creo que estamos un poco perdidos y es verdad que somos individualistas- reflexiona el estudiante de Historia de la UNAM- Quiz¨¢ nos falta tiempo, pararnos a pensar y a sentir lo que est¨¢ pasando a nuestro alrededor¡±. Los grandes centros univesitarios del pa¨ªs han cerrado durante toda la semana.
El acontecimiento s¨ªsmico ha abierto una brecha en la tierra y en el tiempo. No solo para los j¨®venes universitarios. Entre los voluntarios, tambi¨¦n se presentaron medias cuacharas, como se le llama en M¨¦xico a los peones o aprendices de oficios. Adolescentes que ya trabajan de alba?iles, electricistas, fontaneros, que ganan apenas 50 pesos diarios (poco m¨¢s de dos euros) y que cuando pase el fervor solidario siguir¨¢n cobrando lo mismo.
¡°Somos un pa¨ªs con una capacidad muy r¨¢pida para la acci¨®n y la protesta, pero nos cuesta mantenerla para que los procesos colectivos duren en el tiempo¡±, se?ala el acad¨¦mico del Colmex, que pone como ejemplos la campa?a estudiantil Yosoy132 o el movimiento generado tras la desaparici¨®n de los normalistas de Ayotzinapa. ¡°No creo que esta vez sea diferente. Los j¨®venes volver¨¢n a sus normalidad pasados unos d¨ªas porque no hay estructuras organizativas. En todo caso, el deseo est¨¢ siendo genuino¡±. Y para remachar su an¨¢lisis cita una frase que le dijo estos d¨ªas un alumno: ¡°Profe, ojal¨¢ hubiera habido m¨¢s derrumbes para haber ayudado m¨¢s¡±.
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