Argentina, en la encrucijada de la modernidad o el atraso
Han transcurrido 34 a?os desde la restauraci¨®n de la democracia en el pa¨ªs, pero los resultados en el plano social dejan mucho que desear
Han transcurrido 34 a?os desde la restauraci¨®n de la democracia en Argentina y del fin del ciclo de Gobiernos militares, que acab¨® con cr¨ªmenes aberrantes y una guerra perdida con Gran Breta?a, y m¨¢s all¨¢ del cambio cualitativo que signific¨® vivir en democracia, los resultados en el plano social dejan mucho que desear. Tal vez el indicador m¨¢s importante, el ¨ªndice de pobreza, resuma el fracaso de esta ¨¦poca transcurrida: subi¨® del 18,5% en 1983 al 30% en 2016. En simult¨¢neo, han sufrido un fuerte deterioro los sistemas de salud y educaci¨®n, otrora un modelo para envidiar en Iberoam¨¦rica. Otro dato significativo y preocupante es que, en paralelo con esos pobres indicadores, el porcentaje del gasto p¨²blico sobre el total del producto bruto trep¨® nada menos que del 29% en el 83 al 45% de nuestros d¨ªas. ?C¨®mo es posible: subi¨® el gasto p¨²blico que se supone que es para paliar penurias y necesidades sociales y se deterior¨® el cuerpo social?
A su vez, la estructura socioecon¨®mica que se ha gestado en democracia es repulsiva de las inversiones (por impuestos abrumadores, el desborde del poder sindical y la falta de inversi¨®n por d¨¦cadas en infraestructura) cuando el pa¨ªs necesita m¨¢s que nunca de la inversi¨®n. Por otro lado, la econom¨ªa argentina hoy es una de las m¨¢s cerradas del mundo. Si bien en el 83 el pa¨ªs no gozaba de una econom¨ªa abierta, ese era el paradigma reinante en toda Am¨¦rica Latina. De all¨ª al presente, todos los pa¨ªses de la regi¨®n se han abierto al mundo: Uruguay, Chile, Per¨², Colombia y, aunque en menor medida, tambi¨¦n Brasil.
No hay indicadores del a?o 83 en ese campo, pero las masas obreras de tiempos de Per¨®n (a mediados del siglo XX) estaban conformadas por trabajadores alfabetizados, un abismo con la marginalidad desapegada al trabajo y a la educaci¨®n que ha surgido por doquier en esta ¨¦poca.
En vista de estos panoramas, cabe preguntarse si no est¨¢ en deuda la democracia con el pa¨ªs. M¨¢s bien somos los argentinos los que estamos en deuda con la democracia. Veremos por qu¨¦. Si bien nos compete a todos los argentinos en cuanto electores de los distintos Gobiernos, la cuota mayor de responsabilidad les cabe a quienes usufructuaron del poder del Estado gracias a la democracia (8 a?os el partido Radical, 24 a?os el peronismo y menos de 2 a?os el PRO, el partido de Macri).
Si bien la democracia en Am¨¦rica Latina coincidi¨® con el per¨ªodo donde se dieron las mejores condiciones internacionales de la historia moderna ¡ªalgo que benefici¨® especialmente a la Argentina¡ª, lo concreto es que, contrariamente a lo sucedido en este pa¨ªs, la pobreza descendi¨® desde el advenimiento de la democracia en Brasil (del 29% en 1985 al 18% de hoy), en Uruguay (del 17% en 1985 al 11% de hoy), en Chile (del 25% en 1990 al 12% de 2016), en Per¨² (del 42% en 1980 al 21% de 2016) y en Bolivia (del 58% en 1982 al 26% en 2016). Todas esas democracias redujeron dr¨¢sticamente la pobreza mientras en Argentina creci¨® escandalosamente. Con el extraordinario potencial del pa¨ªs y el grado de desarrollo social que hab¨ªa alcanzado, las comparaciones dan escalofr¨ªos y rabia.
Ser¨ªa injusto, adem¨¢s, culpar a la democracia de las penurias del presente, ya que la democracia es apenas un sistema que permite que las sociedades puedan desplazar pac¨ªficamente ¡ªpor medio del voto y reglas preestablecidas¡ª a un Gobierno con el cual no est¨¢n m¨¢s conformes. Esta simple regla de oro es la que posibilita en el seno de las distintas comunidades la convivencia pac¨ªfica y el respeto a la libertad y a los derechos humanos de los ciudadanos. Si esa regla se rompe o se viola, deja de existir la democracia y autom¨¢ticamente est¨¢n en peligro la convivencia pac¨ªfica, la libertad y los derechos humanos.
Por eso hay que tener mucho cuidado con los movimientos pseudodemocr¨¢ticos (como el que gobierna actualmente en Venezuela, r¨¦gimen que cuenta con la simpat¨ªa de los kirchneristas en Argentina) que llegan al Gobierno por las reglas de la democracia y, como se ha visto, una vez encaramados en el poder, rompen las reglas para perpetuarse y subyugar a los pueblos con relatos m¨ªsticos como el del socialismo del siglo XXI.
Contemplados estos espect¨¢culos, se desprende que la democracia es un sistema fr¨¢gil, que para sobrevivir requiere como m¨ªnimo dos condiciones: por un lado, un m¨ªnimo de eficacia y responsabilidad de los que gobiernan. Por el otro, responsabilidad tambi¨¦n de las oposiciones.
La democracia argentina cost¨® mucha sangre conseguirla. Vivi¨® momentos de grandes sobresaltos (en 2001 y 2002). Fue una conquista de todos los argentinos y les cabe a todos cuidarla y defenderla. Por eso, resulta chocante que Cristina Kirchner, que hace apenas unos a?os se rasgaba las vestiduras por considerar golpista a cualquier alusi¨®n cr¨ªtica ¡ªfacultad que tambi¨¦n hace a la esencia de la democracia¡ª a los desmanes y brutales actos de irresponsabilidad que estaba cometiendo mientras gobernaba, y hoy promueve descaradamente el golpismo al tachar de dictadura al Gobierno que democr¨¢ticamente la sucedi¨®. Y si este nuevo Gobierno se ve obligado a aplicar medidas de ajuste es precisamente por esas irresponsabilidades cometidas durante esa gesti¨®n, salpicada por todas partes de corrupci¨®n y desatinos.
Por otro lado, con el gasto p¨²blico tan elevado (de los m¨¢s altos del mundo), las autoridades no tienen margen para tomar medidas proactivas de la inversi¨®n y el desarrollo, ¨²nica v¨ªa para salir del estancamiento. Tampoco lo tienen para atender con recursos genuinos los recurrentes reclamos provenientes de grupos sociales carenciados (muchas veces, recurriendo a la extorsi¨®n y a la violencia), que solo pueden satisfacerse con emisi¨®n de moneda ¡ªlo que retroalimenta la ya de por s¨ª elevada inflaci¨®n de m¨¢s del 20% anual¡ª o con m¨¢s deuda exterior, que genera intereses que incrementan el abultado gasto p¨²blico. Tampoco se pueden subir los impuestos ¡ªcomo ha acontecido por d¨¦cadas¡ª porque provoca que diversas actividades vayan dejando de ser rentables. As¨ª, hay empresas que no tienen m¨¢s remedio que cerrar porque sus negocios ya no son viables, dejando trabajadores en la desocupaci¨®n (con el drama humano que eso implica y el descenso en el consumo global que acarrea) o conchabados en el Estado. O sea, m¨¢s salarios p¨²blicos a solventar con deuda, emisi¨®n o m¨¢s impuestos. No hay otras fuentes alternativas.
Cada vez que suben los impuestos para atender una deuda social justificable hay empresas que se ven forzadas a desaparecer. Este proceso es el que ha conducido al actual nivel de pobreza, de gasto p¨²blico y de d¨¦ficit fiscal. Un mecanismo de transferencia de asalariados del sector productivo a empleados y subsidiados del Estado. As¨ª, cada vez hay menos empresas para sostener a un Estado del cual depende cada vez m¨¢s gente (durante el kirchnerismo se han incorporado varios millones m¨¢s al erario p¨²blico). Y que al cabo terminan todos viviendo cada vez peor. La consigna de hoy deber¨ªa ser recorrer el camino inverso: bajar el gasto p¨²blico para poder reducir impuestos y que reflorezca el empleo privado. O sea, traspasar dependientes del Estado al sector privado.
Como se ve, el pa¨ªs se halla en una gran encrucijada entre los que quieren llevarlo a la modernidad y los que lo han postrado en el atraso y se resisten al cambio.
Ricardo Esteves es empresario argentino, cofundador del Foro Iberoam¨¦rica junto a Carlos Fuentes.
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