Trump promete desclasificar todos los documentos sobre el asesinato de Kennedy

Saldr¨¢ todo a la luz. El presidente Donald Trump ha decidido despejar las ¨²ltimas dudas y ha anunciado que ning¨²n documento secreto sobre el asesinato de John F. Kennedy quedar¨¢ sin publicar. Su objetivo es garantizar la ¡°transparencia y acabar con las teor¨ªas de la conspiraci¨®n¡±. La medida, dada a conocer por Twitter en su habitual estilo bomb¨¢stico, establece como ¨²nica limitaci¨®n los datos que permitan identificar a agentes y colaboradores de los servicios de inteligencia que a¨²n sigan vivos y corran peligro.

El pasado jueves expir¨® la ley que desde 1992 proteg¨ªa 3.200 documentos secretos vinculados al caso. En un gesto que fue interpretado como una cesi¨®n a las peticiones de la CIA, Trump autoriz¨® la liberaci¨®n de 2.891 informes confidenciales, pero impidi¨® que otros 200 vieran la luz ese d¨ªa.No era un veto, sino una postergaci¨®n. Considerados como el n¨²cleo oscuro de la investigaci¨®n, los expedientes que no hab¨ªan sido desclasificados iban a ser sometidos a evaluaci¨®n y se ten¨ªan que publicar antes del 27 de abril. La ¨²nica excepci¨®n eran aquellos que supusieran un riesgo para la seguridad nacional. Esta ¨²ltima restricci¨®n, que hab¨ªa dado p¨¢bulo a todo tipo de especulaciones, es la que ahora se ha levantado. Finalmente, todos los papeles ser¨¢n accesibles, aunque algunos vendr¨¢n censurados para evitar dar el nombre y la localizaci¨®n de fuentes a¨²n vivas de la CIA.

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Los expertos han se?alado que no se espera ninguna bomba de esta desclasificaci¨®n. De hecho, los documentos que han emergido hasta ahora no han aportado ning¨²n cambio de calado a las conclusiones de la Comisi¨®n Warren. El magnicidio, cometido el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas), fue atribuido oficialmente a Lee Harvey Oswald, un marine desertor que hab¨ªa llegado a vivir en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero la propia naturaleza del crimen y la muerte de su autor a manos del mafioso Jack Ruby a los d¨ªas de su detenci¨®n han abonado a lo largo de los a?os infinitas teor¨ªas conspiratorias. Ninguna ha sido confirmada, pero lo que s¨ª ha sido puesto en duda permanente es el papel jugado por los servicios de inteligencia. No solo por su fracaso a la hora de proteger al presidente de Estados Unidos sino porque Oswald jam¨¢s fue un desconocido para ellos. Por el contrario, se trataba de un elemento, desequilibrado y violento, sometido a intensos seguimientos y cuyo viaje a M¨¦xico un mes antes del crimen para pedir visado a la URSS era bien conocido por la CIA.

La conducta de las agencias y el grado de conocimiento que ten¨ªan de las andanzas de Oswald son precisamente uno de los puntos calientes de los informes. Aunque repletos de chatarra informativa y memoriales desfasados, los expedientes que esta semana han visto la luz ofrecen una privilegiada visi¨®n del interior de los servicios secretos y, parad¨®jicamente, muestran que quienes m¨¢s firmemente pensaban que el magnicidio era fruto de un complot de los poderes f¨¢cticos americanos fueron los principales sospechosos: los sovi¨¦ticos y cubanos.

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